De manera periódica, la opinión pública recupera el debate sobre la repatriación de bienes patrimoniales que se encuentran en instituciones extranjeras. A fines de septiembre, el Embajador de Grecia en Chile, Nikolaos Piperigkos, sugirió coordinaciones conjuntas de ambos países para recuperar piezas patrimoniales que están en el Museo Británico de Londres.
En el caso griego, la iniciativa apunta a los Frisos del Partenón, mármoles extraídos por el Conde de Elgin, Thomas Bruce, quien los trasladó desde la Acrópolis de Atenas al Reino Unido a principios de 1800.
Respecto a Chile, el requerimiento tiene como objetivo el moái Hoa Hakananai’a, usurpado desde Rapa Nui por la Marina Real Británica en 1868.
La escultura fue removida desde el sector de Orongo por la tripulación de la fragata Topaze y regalada a la Reina Victoria, quien lo transfirió al Museo Británico.
Repatriación de piezas patrimoniales: el valor del moái Hoa Hakananai’a
Para el arqueólogo y académico de la Facultad de Humanidades y Arte, Dr Pedro Andrade Martínez, la repatriación de piezas patrimoniales exige una mirada que combine justicia patrimonial con la responsabilidad nacional.
En el caso del moái Hoa Hakananai’a, explicó que en su emplazamiento original representaba, además de un símbolo espiritual, una referencia para la realización de ciertas actividades en la isla.
«Tenía una carga ritual importante. Marcaba la profundidad de las aguas, y eso también influía en un aspecto económico, porque indicaba los momentos en que se podía bucear y pescar».
Por ello, afirmó que la pérdida de este moai no es solo material, sino cultural y emocional.
«Para el pueblo de Chile es un atractivo, un acto reivindicatorio, pero para el pueblo rapa nui tiene un valor que no solamente es simbólico y cultural, sino que también es ritual, es económico y es parte fundamental de su cultura».
Legado colonial
El académico del Departamento de Historia, Dr. Benjamín Toro Icaza, explicó que el Museo Británico, al igual que otros grandes museos europeos, se formó en el contexto del colonialismo y coleccionismo del siglo XIX.
En ese marco, señaló que los objetos eran vistos como “instrumentos del colonialismo” y muchas piezas de todo el mundo fueron adquiridas aprovechando la debilidad de las administraciones locales, como el Imperio Otomano. Sin embargo, matizó que el análisis histórico debe incluir una comprensión del contexto de la época.
«Yo no creo que hubiese mala intención. Querían tener conocimiento de esas civilizaciones, y si lograron sacar gran parte de estas piezas del Próximo Oriente, incluso de la Polinesia, era literalmente porque no había ninguna autoridad vigente que pudiese decir «esto no puede salir de este territorio»».
Dilema ético
El Dr. Pedro Andrade recordó que las colecciones compuestas de piezas extraídas en el Siglo XIX constituyen un patrimonio cultural, pero también son objeto de un dilema ético.
«Estas repatriaciones son importantes porque restituyen la dignidad de las culturas que fueron objeto de expolio y ayudan a reparar una diáspora cultural que dispersó su herencia en museos de todo el mundo», comentó el docente y arqueólogo.
En Chile, destacó, se han dado pasos en esa dirección, como la devolución de piezas peruanas obtenidas durante la Guerra del Pacífico.
Obstáculos legales
El Dr. Benjamín Toro planteó su escepticismo a una eventual repatriación exitosa de piezas como el moái Hoa Hanananai’a, debido a las dificultades que ello conlleva.
«Pedírselo a los británicos es casi imposible», afirmó, recordando que Reino Unido cuenta con la British Museum Act de 1963, ley que impide a los museos nacionales desprenderse de colecciones, salvo en casos excepcionales.
Junto a ello, afirmó que un punto importante para evaluar una repatriación es la pertinencia del destinatario, debido al año en que ocurrió su sustracción.
«El moái fue raptado en 1868, y Chile tomó posesión de Isla de Pascua 20 años después, en 1888. En lugar de devolverse al Estado de Chile, debería devolverse a la comunidad rapa nui».
Preparación para conservar el patrimonio
El Dr. Pedro Andrade enfatizó que en que cualquier plan de repatriación de piezas patrimoniales debe estar acompañado de una propuesta para su cuidado.
«Si va a quedar arrumbado en una bodega de un museo no sirve mucho. Tiene que haber un plan de puesta en valor, de conservación, de largo plazo, de mirada de política pública».
Al respecto, defendió la idea de que su destino sea Rapa Nui:
«Si le dicen a la comunidad rapa nui «lo vamos a dejar en el Museo de Historia Natural de Santiago», a lo mejor también se van a oponer. No puede ser una cosa a tontas y a locas, de que finalmente el moái se transforme en un fetiche. Tiene que haber un plan de acción bien pensado y bien llevado a cabo».
En tanto el Dr. Benjamín Toro afirmó que debe existir una reflexión profunda sobre la preparación nacional para recibir y conservar adecuadamente piezas de alto valor patrimonial.
«Antes de exigir repatriaciones, debemos preguntarnos si contamos con políticas sólidas de conservación y con el personal especializado para asegurar su resguardo», advirtió.
Otros casos
El caso del moái Hoa Hakananai’a no es el único que vincula a Chile con museos europeos. A lo largo del siglo XIX exploradores, científicos y marinos extranjeros recorrieron el territorio nacional, llevándose piezas de alto valor que hoy forman parte de colecciones internacionales.
Entre las piezas más reconocidas se encuentran los restos del Milodón hallados en la Cueva del Milodón, en la Patagonia Chilena. Actualmente son exhibidos en el Museo Nacional de Historia Natural de Londres.
En el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York está el “Hombre de Cobre”, momia precolombina hallada en Chuquicamata en 1899.
Adicionalmente, fósiles y objetos arqueológicos del norte de Chile y restos humanos del Pueblo Selk’nam son parte de las colecciones de museos o instituciones extranjeras.