“Hace diez años se pensaba que solo las agencias espaciales de las superpotencias podían llevar gente al espacio”
Crédito: Dirección de Comunicaciones UdeC
El ingeniero aeroespacial y docente de la UdeC, Alejandro López Telgie, resalta la importancia del lanzamiento de la nave Crew Dragon, además de analizar el estado del arte en la carrera espacial, el panorama de Chile y los desafíos de NewSpace.
Ayer se vivió un paréntesis en la pandemia de Covid-19 a nivel global. Por un par de horas, toda la atención estuvo concentrada —como antaño— en la sala de mandos del Centro Espacial Kennedy. Cabo Cañaveral otra vez era el centro del mundo. Dentro del vehículo de lanzamiento Falcon 9, dos astronautas iban a encabezar la primera misión privada que llegaría a la Estación Espacial Internacional (EEI).
Lamentablemente, factores climáticos no lo permitieron. El sábado será la próxima oportunidad en que los experimentados astronautas Doug Hurley y Bob Behnke podrían finalmente iniciar su misión, después de nueve años en que los Estados Unidos no ha realizado lanzamiento tripulado alguno al espacio.
Desde Chile, el académico de la Universidad de Concepción Alejandro López Telgie, seguía todo con atención junto a un grupo de amigos —todos conectados de manera virtual—, los que vieron cuando finalmente se dio la orden final que impedía el lanzamiento. El docente accede a responder las preguntas de Noticias UdeC.
Alejandro, ¿cuán trascendental es lo que pudimos ver recientemente en Estados Unidos?
Primero, se trataba del primer lanzamiento espacial en casi diez años desde suelo estadounidense. El último había sido el año 2011, con la misión STS-135 del transbordador espacial; luego de eso, los estadounidenses habían estado enviando a sus astronautas usando el cohete ruso Soyuz, que se lanza desde Baikonur, Kazajistán.
A diferencia de lo que pasa hoy, donde hay dos países con capacidad de lanzar astronautas al espacio, Rusia y China, porque mientras Estados Unidos no cumpla el hito no tiene la capacidad —están ad portas, pero aún no se concreta—, tanto rusos y chinos son cohetes y proyectos desarrollados por las agencias espaciales respectivas de cada país; en el caso de lo que vimos en EE.UU., la gran diferencia es que fue desarrollado por una empresa privada, en este caso, SpaceX, que si bien contó con el apoyo de la NASA, se trata de algo totalmente nuevo.
En términos técnicos simples, ¿por qué finalmente no se pudo llevar a cabo dicho lanzamiento?
La ventana de lanzamiento, que es el tiempo o período que uno tiene para poder despegar desde tierra, tiene que ver con la órbita. La estación espacial se mueve a 7,5 kilómetros por segundo, eso quiere decir que si nosotros lanzamos en diez minutos, la estación se habrá movido 4.500 kilómetros. Entonces, no es tan fácil alcanzar algo que se movió 4.500 kilómetros. Por eso se le conoce como una ventana instantánea. Es un problema de no solo llegar a la órbita, sino que hacerlo cuando la estación está efectivamente en el punto al que se quiere llegar. La próxima ventana será el sábado y es de esperar que las condiciones climáticas acompañen.
NASA HQ PHOTO | Flickr
El clima parece ser el factor más determinante en este tipo de acontecimientos…
Hay que mencionar que hay dos problemas en el clima que son importantes. Uno, el cohete va muy rápido, llega a ser supersónico; por lo mismo, el impacto de cualquier cosa es muy fuerte. Dos, hay miedo a los relámpagos, porque un impacto directo en un cohete podría eliminar los computadores de control, eso ya ha pasado. El Apollo XII tuvo un problema, le pegaron dos veces, aun así pudo salir adelante; pero hubo otro cohete, el año 1987, que se destruyó en vuelo porque le pegó un relámpago.
Las condiciones climáticas son fundamentales y, en el caso de un lanzamiento tripulado, existen reglas de seguridad mucho más estrictas. En el equipo que está en el control, las reglas están definidas; ellos tienen prohibido improvisar, porque son problemas extremadamente complejos con miles de personas involucradas. Una vez que se acordaron las reglas, ellos deben solo ejecutar. Ayer bastó que una persona del equipo dijera que los parámetros del clima no eran los indicados y se canceló el lanzamiento. No hubo cuestionamientos al respecto, el criterio está definido y se respeta.
¿Cómo influirá de aquí en adelante la participación privada en el espacio?
Ayer varios amigos seguían el tema. Voy a robarle una cita a uno de ellos, el cual es costarricense. “Esto es un hito en la capacidad para que usted, el que está leyendo, vaya algún día al espacio”. Es completamente distinto a lo que conocíamos. Hace diez años se pensaba que solo las agencias espaciales de las superpotencias podían llevar gente al espacio.
Lo actual se da porque hay una disrupción tecnológica: los cohetes tradicionales que uno ve que van al espacio, que cualquier persona pudiese pensar que son de última tecnología, en general, tanto el Soyuz ruso —el cohete chino es un poco más nuevo— son herencias de misiles balísticos. El Soyuz viene del R-7, que fue un misil balístico soviético. Son diseños de los años setenta que se han ido modernizando. Lo que hace SpaceX es tomar todos los avances de la tecnología de los últimos 50 años e incorporarlos en sus modelos.
Elon Musk y SpaceX han atraído mucho dinero privado, en parte porque no abarcan solo las misiones con humanos. Ayer revisé los números y ellos van aproximadamente en el lanzamiento 100, lo que es un número altamente significativo. El transbordador espacial era extremadamente caro y se lanzó 135 veces en un período cercano a los 30 años.
SpaceX ya va en 100 lanzamientos en un período significativamente menor de tiempo; son lanzamientos más simples, con un lanzador más liviano, pero la cantidad ha permitido bajar los costos, a lo que se suma que están realizando otra cosa que era impensada: recuperar parte de los cohetes, que era algo que, cuando yo estudié ingeniería aeroespacial, nosotros no lo veíamos posible. Lo que ocurría era algo tan tonto como si yo vuelo a Santiago, ese avión se tome y se bote a la basura, esa es la analogía. El reutilizar el avión es lo que permite que los pasajes tengan un valor más razonable. En los cohetes no era así, se utilizaban e iban a dar a la basura. Eso es un gran cambio.
A raíz de todo lo anterior, ¿se está viendo derechamente el tema de la habitabilidad del ser humano en otros planetas?
Efectivamente, Elon Musk lo dice. Esto viene también de un filósofo ruso, Konstantin Tsiolkovsky, quien dijo que “la Tierra es la cuna de la humanidad, pero no se puede vivir en una cuna para siempre”. Elon Musk declara, y también lo decía Stephen Hawking, que la humanidad debe ser una especie multiplaneta para evitar la extinción. El contexto actual con la crisis del Covid-19 empieza a dar bastante razón en pensar en esto. Si hubiésemos tenido gente en otro planeta, la especie estaría segura. Elon Musk quiere llegar a Marte y todos sus desarrollos se encaminan a ese objetivo.
NASA HQ PHOTO | Flickr
Carrera espacial
¿Por qué se ha postergado por tantos años el interés por llegar nuevamente a la Luna? ¿Qué diferencia hay entre un viaje a la Luna y uno a Marte?
La Luna es un problema de marketing. Los estadounidenses no deberían ir a la Luna porque ya lo lograron, por tanto, ya tienen el hito. El viaje a la Luna y a Marte son fundamentalmente distintos, el primero toma días y el segundo toma años. Ir a la Luna se piensa como un paso intermedio y hay varias líneas de pensamiento al respecto. Pero desde el punto de vista práctico, una misión directa a Marte podría ser más simple, porque ir a la Luna para después ir a Marte significa una cantidad de recursos exorbitante.
Hay que pensar que el Saturno V, que era el cohete que se usaba para llegar a la Luna, pesaba tres mil toneladas, eso es un edificio completo. Son cohetes de otra escala a la que tenemos, diez veces más grande. Uno piensa que si fueron a la Luna en los años sesenta ¿por qué no han vuelto con humanos? Es tema de capacidad de cohetes. En esa línea, NASA, SpaceX y otros están desarrollando nuevamente cohetes más grandes, que puedan poner más capacidad en órbita.
¿Cuál es el estado actual de la Estación Espacial Internacional (EEI)?
La EEI es un consorcio exitoso de las agencias más importantes del mundo. Está Japón, Europa, Rusia y Estados Unidos. La mitad de la estación es estadounidense y la otra mitad es rusa, hay un módulo japonés y uno europeo. Es un proyecto que ya casi cumple 22 años desde el primer módulo. La estación está completamente operativa y se usa para fines de investigación y producción en un ambiente bien especial, de microgravedad, que es como un ambiente de caída libre, donde se fabrican proteínas, cristales, una serie de cosas que se usan en la industria farmacéutica o de materiales propiamente tal que se pueden desarrollar en la estación, además de experimentos para poder ir a otros planetas, del estado del cuerpo en exposición al ambiente espacial, entre otros.
¿Vislumbra que se pueda dar una nueva etapa en la carrera espacial a raíz de lo que sucede en EE.UU.? ¿Qué pasa con Rusia?
Hay una serie de desarrollos en esta línea. Los europeos están replanteando el lanzador. En el más exitoso que tienen, que se lanza desde una base francesa en Sudamérica, se está considerando el tema de la reutilización. Los rusos también están hace rato tratando de construir un lanzador nuevo. Es un cambio de paradigma en el área de los lanzamientos al espacio, que es una capacidad fundamental para poder hacer cualquier cosa allá.
Sobre la segunda interrogante, hay un tema de que nosotros —por nuestra posición en el mundo— no vemos tanto lo que hacen los rusos, pero ellos siguen siendo una potencia espacial incuestionable. Tienen, al igual que China, la capacidad de llevar humanos al espacio. Tienen su propia constelación tipo GPS que se llama Glonass, además de una serie de satélites propios para su uso. El programa espacial ruso es menos vistoso que el estadounidense, y eso tiene que ver también porque la NASA tiene un presupuesto que es muy superior a los demás países. Pero no hay que perder de vista que, por ejemplo, la EEI no sería posible sin Rusia, la que estuvo suministrando en base a cohetes rusos durante años, hasta que SpaceX fue capaz de llevar módulos de carga.
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Chile y NewSpace
¿En qué situación está Chile actualmente en el tema espacial? Ni hablar de comparaciones con las potencias mencionadas, pero a nivel sudamericano.
Actualmente, Chile tiene un satélite operativo en órbita, que se conoce en la prensa como FASat Charlie. Comparativamente con Sudamérica, se podría decir que estamos cuartos, porque Argentina y Brasil tienen presupuestos diez veces más grandes, además, Perú compró un satélite de mejores características a los franceses hace un par de años.
El tema en Chile se ha sostenido en los años, ha habido un poco de problemas con la continuidad de los programas. Más que pensar en el pasado, hay que pensar en el presente y en el contexto. Hay oportunidades actuales y SpaceX es parte de un fenómeno que se conoce como NewSpace, donde hay un rol significativo de las empresas privadas, con oportunidades para que Chile entre.
Existe algo que siempre les nombro a mis alumnos. El mercado, la economía espacial, no es hacer cohetes ni satélites, eso abarca solo el 8% del mercado. El negocio en el mercado espacial está en los servicios y en vender algún hardware que se use en tierra. El mercado espacial del año pasado consiste en 360 billones de dólares, 1,2 veces el PIB de Chile completo. De eso, 8 o 9% consiste en hacer satélites y lanzarlos, donde vemos a SpaceX, y otra serie de cosas.
Un tercio del mercado espacial son las comunicaciones satelitales, que hoy han sido fundamentales durante la pandemia, teniendo que redirigir capacidades; y otro tercio en equipos terrestres, por ejemplo, los chips de GPS. La gente no tiene por qué saber que existe una constelación de satélites que cuesta millones de dólares para que puedan ir simplemente desde su casa a la oficina —o donde sea— y esos modelos de negocio son donde Chile sí puede entrar. El rol que cobra el tener satélites es que uno en esta economía de los datos finalmente logra generar los propios. La gente necesita información que sea útil para tomar decisiones: hay o no hay tráfico vehicular en las diferentes calles, por eso se generan los modelos de negocios en la economía espacial.
Nuestros graduados, en general, pueden ir a las mejores universidades del mundo, el programa Becas Chile ha sido fuerte en eso. Teniendo la materia prima que es la gente y la muy buena posición geográfica-estratégica que tiene Chile, nos falta articular mejor los equipos, sensibilizar a algunas autoridades e involucrar al sector privado para entrar en la economía espacial. Lo que uno vende es la economía de los datos, eso lo hicimos el año pasado en NewSpace, donde tuvimos un seminario de nivel mundial con alrededor de 400 personas, quienes aprendieron directamente por seis días en distintos eventos, con 19 expositores provenientes desde 11 países. Lo hicimos en la Región del Biobío. Se puede. Hay que formar equipos y creerse el cuento.
¿En qué está NewSpace actualmente?
Dado el contexto mundial y que nadie puede viajar, estamos en pausa hasta el próximo año. La verdad es que teníamos pensado participar en actividades que fueron suspendidas, hay un nivel de incertidumbre demasiado grande. Estamos rediseñando el sitio web para poder compartir todos los videos del año pasado y así mantener el tema en boga. La urgencia actual del tema de salud pública, que es crítico para la gente, no nos puede dejar sin seguir pensando en el futuro. Si el futuro está en el espacio, tenemos que sumarnos, no podemos llegar tarde de nuevo, lo que significaría que no vamos a tener las capacidades que podríamos necesitar en una futura crisis.
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