Mireya Mora Muñoz, la partida de uno de los motores del TUC
Crédito: Archivo Fotográfico UdeC
En el elenco fundacional estaba Mireya Mora —fallecida la semana pasada a los 92 años—, quien permaneció vinculada a la agrupación por más de dos décadas, prácticamente toda la historia del Teatro de la Universidad de Concepción.
Con cinco años de historia previa, en 1951 el Teatro de la Universidad de Concepción (TUC) se incorporaba de manera oficial a la casa de estudios, iniciando un proceso hacia su profesionalización.
En el elenco fundacional estaba Mireya Mora —fallecida la semana pasada a los 92 años—, quien permaneció vinculada a la agrupación por más de dos décadas, prácticamente toda la historia del TUC.
Para Patricia Henríquez Puentes, docente del Departamento de Español de la Facultad de Humanidades y Arte, Mireya Mora —cuyo vínculo contractual formal con la UdeC parte en mayo de 1958— fue uno de los motores del Teatro de la UdeC.
“Si pensamos en el legado de esa plataforma en la que se instala el desarrollo del teatro contemporáneo de esta ciudad, una de las piezas claves de esa tradición es Mireya Mora”, señala.
La doctora en Literatura Latinoamericana, autora de varias investigaciones sobre el TUC, indica que el primer montaje en que participó “Yeya” —como era conocida Victoria Juana Mireya Mora Muñoz — fue La Vida es sueño, de Calderón de La Barca, un montaje de 1950 dirigido por Jorge Elliot.
“Ella ingresa al elenco con los tres hermanos Duvachelle —Héctor, Humberto y Hugo— y otras figuras tremendamente importantes para la historia del TUC como Gastón von dem Bussche, Orieta Escámez. Esta obra es la inauguración de su presencia sostenida en el TUC, desde 1950 hasta el 1972”, acota.
Fueron 22 años de trabajo escénico, durante los que la actriz participó en 47 de los 84 montajes que hizo el TUC entre 1950 y 1973 (año en que la agrupación fue clausurada tras el golpe de estado).
“Esto supone también una versatilidad enorme y también un conocimiento de la dramaturgia, primero internacional y después nacional. El elenco parte con un trabajo importante en el montaje de obras europeas, de España, Francia, Escocia y norteamericanas, de Brasil, y ya desde mediados de los 50 empieza la búsqueda y exploración del teatro chileno que se vivía igual en otras agrupaciones universitarias”, comenta.
En ese sentido, agrega, fue parte importante de ese proceso de “internacionalización del espectador” que hacía el Teatro de la UdeC a través de la representación de obras de todo el mundo.
Por otro lado, destaca que Yeya fue parte también del proceso de apertura a propuestas de dirección a cargo de mujeres.
“La primera mujer que dirigió en el TUC fue Brisolia Herrera, con El aniversario de Antón Chejov, montaje en el que participó Mireya, y también en el siguiente, El fuego mal avivado de Jean Jack Bernard, también dirigido por Brisolia”, cuenta.
En el período de exploración de las formas teatrales propias del país, a partir de 1953 y por espacio de dos décadas, “el TUC presenta 18 montajes de obras teatrales chilenas. Seis de ellas son producción dramática local y en ellas hay una presencia sistemática de Mireya Mora”, recalca.
“Estuvo prácticamente en todas las obras chilenas. En 1957 participó en Dos más dos son cinco, de Isidora Aguirre, con la dirección de Gustavo meza, donde comparte escenario con Norma Gómez y Tennyson Ferrada; luego en 1959 estuvo en Población esperanza, de Isidora Aguirre y Manuel Rojas, que dirigió Pedro de la Barra con Gustavo Mesa como asistente de dirección”.
Población esperanza, una obra de marcado contenido social, fue presentada en Santiago, como también en Argentina y Uruguay.
En una entrevista publicada en el sitio Tribuna del Bío Bío en 2010, la actriz reconocía que ese período había sido uno de los más felices de su vida.
Allí contaba que la obra mostraba la vida en las “poblaciones callampas” y que para construir los personajes, los actores estuvieron en una de ellas.
“Convivimos con esa realidad, la experiencia fue feroz, estuve tres días con 11 personas en una pieza de cuatro por cuatro”, narraba.
Patricia Henríquez recuerda que tras el Terremoto de 1960, por las dificultades que significó para el elenco la falta de espacios y recursos para su trabajo, se produjo la dispersión de los actores; pero Mireya Mora continuó en el Teatro hasta poco antes de su cierre.
Su última actuación en el TUC fue en la obra Lisistrata González, de Sergio Arrau, en 1972.
Archivo Fotográfico UdeC
Más tarde, en los 90, Mireya Mora vuelve a la UdeC, como bibliotecaria, tarea que desempeñó hasta enero de 2016 y que —como relata en la misma entrevista de 2010— ella relacionaba con su pasión por las tablas, como hacía con casi todo.
“Esto es parecido al teatro, donde te contactas con el público. Me encontré con un gran conocimiento del campo humanístico, de literatura. Aquí escogí dejar el teatro y recibí el cariño de la gente que me enseñó este oficio”, decía.
También afirmaba que el silencio de la Bibliotca era como estar en el escenario. “(Es como) cuando tú estás actuando y el público está en silencio absoluto, así me siento aquí”.
Henríquez la visitó en algunas ocasiones en su lugar de trabajo en el marco de sus investigaciones y comenta “que en su espacio se podía ver la relación que con su propia historia y la historia de la UdeC a través del TUC. En los muros de su oficina tenía instaladas fotografías de distintos montajes del TUC, fotocopias de notas de prensa; se podía recorrer la historia del TUC en esos muros”.
Según la académica, Mireya Mora está instalada en las historias del teatro de Concepción. “Es figura de un aporte indiscutible y queda mucho por escribir de ella”.
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