Directora de Cidesal: "La ciencia, la economía y la política también deben someterse a cuarentena"
Crédito: Cedida
La Directora del programa de investigación Cidesal analiza los impactos socioculturales inmediatos y futuros de la pandemia en Latinoamérica. Sostiene que, si bien es un espacio de crisis, también es una oportunidad de revisar y rediseñar prácticas sociales y políticas.
El año pasado entró en funcionamiento el programa de investigación Ciencia, Desarrollo y Sociedad en América Latina, Cidesal, de la Universidad de Concepción, cuyo objetivo es abordar el desarrollo como un objeto de análisis científico social, centrándose en el estudio de la diversidad de modelos y prácticas pasadas, vigentes y en construcción en América Latina.
Con motivo de la pandemia de Covid-19 que afecta al mundo entero y cuyos efectos se están dejando sentir en estas dos últimas semanas en Latinoamérica, la Directora de Cidesal, Dra. Noelia Carrasco Henríquez, responde a los requerimientos surgidos en relación al área de estudio del programa de investigación.
En referencia al tema de la pandemia de coronavirus en América Latina, más allá del tema médico y económico, ¿cómo está repercutiendo a nivel sociocultural en los habitantes de este territorio?
Primero, señalar que la reacción de América Latina a la situación de crisis sanitaria es bastante interesante y particular desde el punto de vista sociocultural. Los procesos previos de conflictos ambientales territoriales, sumados a las diversas expresiones de protesta social masiva, urbana y transversal son hoy en día el escenario de una crisis sanitaria sumamente exigente desde el punto de vista de nuestra adaptación a otros ritmos socioculturales de vida.
En este sentido, podríamos decir que Latinoamérica posee recursos propios, los que podemos encontrar en las dinámicas locales, comunitarias, de escala familiar fuertemente arraigadas. Además de esto, es una región donde la disputa por las formas de comprender la naturaleza, la economía y el desarrollo está en las agendas políticas de manera recurrente en las últimas dos a tres décadas.
Esto nos permite poder transitar con menores dificultades hacia espacios de producción y consumo que dinamizan economías locales, y afrontar de mejor forma las principales zonas de vulnerabilidad de esta crisis.
Todo esto tiene que ver con un proceso histórico y cultural donde se ha venido territorializando una crítica hacia la expansión de este modelo de desarrollo que hoy en día hace crisis a través del coronavirus. Por lo tanto, la pandemia y la cuarentena nos permiten, por un lado, decantar un conjunto de planteamientos críticos a la expansión de esta globalización económica centrada en el capital; pero también nos permite reafirmar el valor de lo que tiene que ver con el origen y el despliegue de estos procesos de territorialización, en los que se han ido diseñando otras formas de vinculación con la naturaleza, de entender las relaciones entre los seres humanos, de administrar los recursos y por defecto, construir economías a escala territorial, local, comunitaria, familiar, etc.
¿Cómo cataloga las reacciones gubernamentales en la región? Hay medidas muy diversas como las que han planteado Alberto Fernández o AMLO, por citar algunos nombres.
Las crisis finalmente están condicionadas a lo que la pugna de poderes e intereses dominantes en sociedades que pueden ser capaces de resolver o no resolver. Hay países donde existen mayores dificultades para resolver esas disputas, como el nuestro, por ejemplo, probablemente también como el caso de México, y hay otros países que tienen menos dificultades para resolverlas y han oficiado desde principios —aparentemente al menos— más plurales, centrados en el bien común.
Este sería el caso de países como Argentina y El Salvador, que han difundido medidas que dan cuenta de acuerdos políticos que anteponen el bien común por sobre otro tipo de intereses. En países como el nuestro eso no ha sido posible de destrabar, lo que claramente da cuenta de la profundidad de los intereses privados en la toma de decisiones públicas.
Ocupándonos de Chile, donde no se ha decretado una cuarentena total, ¿cuál puede ser el escenario si la crisis sanitaria se agrava vinculándolo al descontento social preexistente?
Hoy nadie puede proporcionar verdades, claridades, y no existe tampoco ningún tipo de conocimiento permanente respecto de lo que está sucediendo y de lo que sucederá en el corto plazo. Lo que corresponde es enfrentar esas incertidumbres con lo que sí podemos intentar reproducir, que son las relaciones de confianza, de equipo, de articulación, de comunidad. En definitiva, propiciar que bajo estas incertezas en la que estamos, podamos reconocer que efectivamente hay formas de entender hasta ahora, por ejemplo, el conocimiento científico, el quehacer político y los desarrollos de la economía, que nos han montado un mundo aparentemente estable, fijo y seguro. La crisis deja en evidencia precisamente que eso no es así.
Por lo tanto, la ciencia, la economía y el quehacer político también deben someterse a este ejercicio de cuarentena. Hoy en día quizá lo único que sí tenemos claro, es que no tenemos herramientas claras y renovadas, porque desconocemos la naturaleza de las crisis. Mientras no nos abramos a reconocer la cabal naturaleza de las crisis va a hacer muy difícil desarrollar otras herramientas y, por tanto, se van a seguir implementando herramientas parciales, monológicas y dispersas, como ha sido hasta ahora.
Debemos avanzar entonces en el diseño de un proceso de reconstrucción de miradas de acercamiento científico, político, ético, que nos permitan recomponer las visiones que tenemos de nuestros recursos, de nuestro lugar, de nuestros territorios, de nuestro desarrollo, de nuestra educación, etc.
La crisis y la situación actual es sumamente exigente desde varios puntos de vista, partiendo por los biorritmos individuales hasta lo que son las dinámicas productivas a gran escala. Hay niveles de exigencia múltiples y de alto impacto. No obstante, la situación está pudiendo ser entendida como una oportunidad. ¿En qué sentido? En el sentido de que claramente es un espacio de ralentización, de decrecimiento, de sanitización en el amplio sentido: de los espacios públicos, de las relaciones y encuentros.
Efectivamente es un espacio de distanciamiento físico, pero en ningún caso es un espacio de aislamiento ni de decaimiento social. Muy por el contrario, esta cuarentena en el contexto donde tenemos una realidad virtual paralela, que nos permite estar en múltiples partes al mismo tiempo, a todas luces no tiene nada de aislamiento social, por el contrario, es un aislamiento físico, pero es un reencuentro social.
Es un tiempo para conversar, para hablar con las amistades y familiares con los que no hemos hablado hace mucho tiempo, para conocer a fondo las rutinas cotidianas de nuestras propias familias, para observar lo que pasa en nuestro entorno y conectarnos con él. Es un tiempo y laboratorio al mismo tiempo para fortalecer las ciencias de interés público, las ciencias para otros desarrollos.
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