Aniversario de Enrique Molina: la visión del rector sobre los primeros años de la UdeC
Crédito: Archivo Fotográfico UdeC/Donación Miguel Da Costa
En sus discursos, el Rector relató con detalles los aciertos y problemas que enfrentó la Universidad de Concepción en su etapa fundacional, como la falta de recursos y las peripecias de profesores y estudiantes para sacar adelante el proyecto.
Hace 151 años nació en La Serena Enrique Molina Garmendia. Entre los hitos de su vida profesional, fue rector de los Liceos de Talca y del Liceo de Concepción, que hoy lleva su nombre. Sin dudas, una de las tareas por las que más se le ha reconocido fue su desempeño como Rector de la Universidad de Concepción, un cargo que desempeñó desde 1919 hasta 1956, y luego de esa fecha, siguió ligado a ella como Rector vitalicio, en reconocimiento a su trayectoria de conductor de la institución.
Uno de los legados que Molina dejó en su paso por la Universidad fueron los discursos de aniversario, en los que imprimió su visión sobre lo que fueron los comienzos y la consolidación del proyecto de educación superior penquista.
Cuando se cumplieron diez años de la fundación de la Universidad de Concepción, el Rector Enrique Molina hizo un resumen de la primera década de trabajo, con confesiones acerca de esos primeros momentos, que han quedado plasmadas en el libro “Doce Discursos Universitarios”, editado por la Editorial Universidad de Concepción. El discurso fue pronunciado el 29 de mayo de 1939 en el Teatro Central de Concepción y publicado por primera vez ese mismo año, por Ediciones Atenea. Dijo Molina que “el nacimiento de esta Universidad fue como la fructificación de una buena semilla en terreno largamente preparado”.
A pesar de esos buenos augurios, los inicios fueron complicados. El Comité Pro-Universidad, formado en 1917 para conseguir su instalación, se estaba convenciendo cada vez más acerca del poco interés del gobierno en crear la institución. “No eran solo penurias financieras las que lo impedían. Había también de por medio, hay que reconocerlo, rivalidades y temores políticos y sectarios”, explicó.
Por lo mismo “el Comité se cansó de esperar y en un gesto de audacia y de fe resolvió, sin más, abrir la Universidad”, sin contar con su reconocimiento jurídico. Fue un gesto “heroico y temerario”. No estaban todos los medios, tanto así que se generaron veladas, donaciones, colectas, para contar con recursos para la partida.
“El profesor de química, señor Salvador Gálvez no disponía de otros aparatos para hacer los experimentos de esa ciencia que tubos vacíos de Aspirinas Bayer y un pequeño anafe, que él mismo debía llevar de su casa a su clase en el bolsillo”, relató el Rector.
Los primeros éxitos
En esos momentos iniciales, Molina se encontraba de viaje por Estados Unidos, encomendado por el gobierno para conocer el sistema universitario norteamericano. Eso también es rememorado en su discurso, en el que hace el contrapunto entre las bien equipadas universidades de Estados Unidos con el estado del plantel penquista.
“Volvía de visitar las magníficas universidades estadounidenses y al ver aquí tanta pobreza, se me encogió el alma”, confesó. “Sentí de una manera atormentadora la enorme responsabilidad que echábamos sobre nosotros con abrir nuestras aulas y aceptar en ellas más de un centenar de jóvenes que confiadamente ponían en nuestras manos sus destinos”.
Enrique Molina y su esposa, Ester Barañao en Nueva York, 1918/ Archivo Fotográfico UdeC, donación de Miguel Da Costa.
Las penurias económicas se subsanaron en la primera década con la creación de Lotería, que en un comienzo fue denominada “donaciones por sorteo” y que tras algunos aprietos legislativos, se consolidó prontamente como una fuente de recursos estable para la institución, a mediados de la década de 1920. El éxito de los exámenes finales de los estudiantes, junto con las elogiosas palabras de los profesores de la Universidad de Chile que tomaron dichos exámenes y votos de aplauso del Congreso por el establecimiento de su Escuela de Farmacia y de la Farmacia Modelo, cerraron la década con optimismo.
El discurso de los 30 años
Para el aniversario número 30 de la Universidad, el discurso leído el 9 de mayo de 1951 en el Teatro de la Universidad por el Rector Molina tenía varios progresos que mostrar. “Podemos contemplar complacidos los progresos llevados a cabo”, aseguró, y dio cuenta de algunos de ellos, como el crecimiento de matrícula, la que pasó de 120 alumnos en 1919 a más de 1.300 treinta años después. “Las estrechas e inconfortables casas de los primeros años han sido reemplazadas por una magnífica Ciudad Universitaria, única en su género en nuestro país y tal vez única también en la América Española”, indicó Molina, dando cuenta de las construcciones desarrolladas en lo que hoy es el Campus Concepción.
Portada del menú con que el personal femenino agasajó a Molina en 1930/ Archivo Fotográfico UdeC, donación de Miguel Da Costa
En ese aniversario, la Universidad tenía sus escuelas y facultades consolidadas; la Escuela de Medicina cumplía 25 años, lo mismo que la Revista Atenea, que se publica hasta hoy. Otro de los avances destacados fue la contratación de profesores extranjeros, quienes fueron formadores de las distintas disciplinas, una estrategia que la Universidad adoptó tempranamente. También se hizo la invitación a jóvenes de todo el continente a inscribirse en sus aulas, en lo que el Rector Molina señala como el “espíritu americanista” de la UdeC, que acogía a estudiantes de “las vecinas repúblicas hermanas”, a quienes consideraba en igualdad de condiciones con sus pares chilenos.
Una de las características de los discursos de Molina es su permanente mención a la filosofía, la que conformó además parte importante de su obra literaria. En su discurso de los 30 años, el Rector afirma a los estudiantes y profesores que “necesitamos una filosofía que, sin optimismos ingenuos, sea sustentadora de la vida (…). Esta sana filosofía se halla latente en el corazón de nuestra casa”, augurando que la institución debía crear un Instituto de Filosofía. Cierra su mensaje con un llamado a hacer votos por el porvenir de la Universidad, para que continúe “sin tropiezos en su espléndido desarrollo para bien de la patria y para la realización de los superiores destinos humanos”.
Celebración cumpleaños Nº90 de Enrique Molina/ Archivo Fotográfico UdeC
Poco después de este discurso, se hará cargo de la institución el Rector David Stitchkin Branover, en un primer período entre los años 1956 y 1962. Molina seguirá ligado a la vida universitaria y de la ciudad, la que incluso le hizo un homenaje en 1962 cuando cumplió 90 años. Enrique Molina falleció dos años después, el 6 de marzo de 1964. Su trayectoria dejó un legado en forma de libros, artículos y conferencias, y es considerado como un intelectual que impulsó importantes reformas y debates educacionales en la primera mitad del siglo XX.
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