Dirección de Servicios desarrolla Plan de Manejo para las cabinas del Campus Concepción
Crédito: Vraea
Estas edificaciones fueron originalmente un grupo de hogares universitarios. La Unidad de Proyectos buscan proyectar un plan de rescate y manejo que considere los usos actuales que se da a estos espacios.
Desde la Unidad de Proyectos de la Dirección de Servicios nació una iniciativa orientada al rescate y manejo de las tradicionales edificaciones que se encuentran en el Campus Concepción, conocidas como cabinas.
Estas edificaciones, que se encuentran en la ladera del cerro detrás del casino Los Patos, fueron originalmente un grupo de diez hogares estudiantiles y un centro asistencial de la Cruz Roja, levantados tras el terremoto de 1960.
Los medios de la época consignan que tras los sismos del 21 y 22 de mayo de 1960, la demanda de alojamiento universitario sobrepasó con creces la oferta instalada; el déficit de viviendas que Concepción arrastraba se agravó aún más.
En este contexto, y considerando la cantidad de funcionarios y estudiantes damnificados, el Rector David Stitchkin impulsó la construcción de más habitaciones. A fines del año 1960 se edificaron cabañas de madera en los sitios libres de Los Tilos y Los Aguilera y, en el Campus, entre agosto y septiembre de ese año, se desarrolló el proyecto de arquitectura para levantar diez cabinas en las laderas del cerro.
Estas cabinas fueron puestas en servicio en mayo de 1961, mes en que se diseñó la Cabina 11, para servir como Centro Asistencial de la Cruz Roja, construyéndose poco después.
Durante la dictadura militar, en el año académico de 1974, se decidió cerrar definitivamente todos los hogares al interior del Campus, incluyendo las 10 cabinas. A partir de 1977, estas edificaciones se fueron repartiendo entre distintas direcciones y unidades universitarias, para suplir sus necesidades de espacio.
Alteraciones al diseño y ampliaciones
Estas asignaciones han significado la modificación obligatoria de las edificaciones debido a las limitaciones que presentaban para sus nuevos usuarios, traduciéndose en reiteradas alteraciones al diseño y ampliaciones que superan la superficie disponible para ellas. Todo esto ha generado un deterioro estético, tanto a nivel individual como de conjunto.
Es en este contexto que la Unidad de Proyectos de la Dirección de Servicios, encabezada por el arquitecto Daniel Maceiras, ha estado elaborando un Plan de Manejo para las cabinas, que busca un equilibrio entre las necesidades de los usuarios, una correcta infraestructura y el cuidado de la estética arquitectónica que merece el entorno del eje patrimonial de la UdeC.
Ordenamiento de esta área
Respecto a los deterioros de las edificaciones, Maceiras explicó que presentan “problemas esperables para construcciones con 60 años de antigüedad. Hay deterioros a nivel de ventanas, cubiertas, balcones y revestimientos, los cuales son siempre solucionables. Quizás la deficiencia más importante es a nivel de instalaciones eléctricas, que se han ido adaptando a través de los años, sin seguir un estándar único y ordenado”.
Además, el arquitecto hizo hincapié en el valor simbólico y estético que se le debe entregar a estas áreas de la Universidad. “La ocupación que hacen del cerro construye un paisaje de alto valor, compuesto por la equilibrada articulación entre la arquitectura y su emplazamiento, así como el diseño de sus áreas verdes y la red de senderos, los que no se agotan en su rol funcional de comunicar, sino que entregan a lo largo de su desarrollo un abanico de vistas panorámicas sobre el Campus. Esta forma de ocupación está arraigada en los usos sociales del espacio, en la comprensión y reconocimiento del lugar”.
Puntualmente, entre las propuestas que la Unidad de Proyectos considera para las cabinas, destacan ciertos lineamientos que buscan entregar esta valoración arquitectónica, estética y un ordenamiento a esta área del Campus.
Entre otras medidas, se propone no autorizar la ampliación en ciertas cabinas para evitar “exigencias desproporcionadas”, no levantar nuevas edificaciones alrededor del área, para así proteger la proporción entre los sectores libres de construcción y aquellos que no; demoler dos cabinas que “no presentan aporte a la configuración del paisaje y evaluar la construcción de nuevos edificios para reubicar a algunos usuarios y así “absorber necesidades futuras de crecimiento”, siempre considerando el aporte de estas nuevas edificaciones a los perfiles ya existentes.
Dos escalas de respuesta
Dentro de esta lógica es que Alexander Bustos, arquitecto de la Unidad de Proyectos, resalta la manera en que estas modificaciones deben confluir. “En la Universidad debemos balancear al menos dos escalas de respuesta: los requerimientos de los usuarios y la actividad que acogen los edificios en su interior, además de los requerimientos de la institución, el espacio abierto fuera de los edificios” aclara el profesional.
Dentro de lo anterior, Alexander Bustos precisó que, para balancear esas dos escalas, se necesitan “instrumentos de ordenamiento urbano, que canalicen las proyecciones de crecimiento de las unidades académicas y administrativas. En ese sentido, la situación de las cabinas debe abordarse de forma integral, identificando por un lado sitios de valor excepcional que deseamos mantener y, por otro, sitios donde sí es factible intervenir y alzar nuevas obras, potenciando el valor de conjunto del Campus Concepción”.
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