Palabras de despedida a la profesora Liliana Ortiz Moreira
Crédito: Facultad de Medicina
La Facultad de Medicina lamenta la partida de la docente Liliana Ortiz Moreira, a quien recuerdan por su legado como docente, médico y por la calidez con que formó a generaciones.
Valentía, perseverancia, voluntad, cariño, agradecimiento.
Estas, entre muchas otras palabras, vienen a mi mente cuando escribo la despedida de la Profesora Liliana Ortiz Moreira, Profesora Asociada del Departamento de Educación Medica de nuestra Facultad de Medicina que falleció, después de una larga y valiente lucha contra el cáncer, en la madrugada del lunes 19 de julio.
Cuando un académico deja este mundo de las formas materiales, hacemos un recuerdo de su labor y de su aporte a la Universidad.
En el caso de Liliana este sería muy extenso.
Formada como Médico Cirujano en nuestra Universidad, Magíster en Educación Superior, Candidata a Doctora en Ciencias de la Salud por el Instituto Universitario Hospital Italiano, Buenos Aires, Argentina. Liliana era, como a ella le gustaba definirse, médico por profesión, docente por vocación.
Y eso se notaba, una de las principales impulsoras del Magíster en Educación Médica para Ciencias de la Salud del cual fue directora, después de asumir como Directora del Departamento de Educación Médica entre el 2011 y el 2016.
Fue autora de múltiples comunicaciones, publicaciones y proyectos de investigación e innovación en docencia. Docente en un sinnúmero de asignatura de pre y postgrado.
En conjunto con el Departamento de Educación Médica, Liliana trabajó incansablemente en mejorar la calidad de nuestra docencia, en enseñarnos a un grupo de profesionales de la salud que el trasmitir nuestras disciplinas y experiencias técnica requería de planificación, rigurosidad y método. Que para ser docente se requería mucho más que ser un buen profesional en nuestros propios dominios.
Hoy día, que producto de la pandemia nuestros paradigmas tradicionales de enseñar para la salud se han visto en jaque, cuán significativos y necesarias son las enseñanzas y el respaldo del Departamento de Educación Médica que Liliana lideró por tantos años.
Pero las enseñanzas de Liliana superan la dimensión exclusivamente profesional, su calidez humana, su respeto por el otro, el buscar extraer lo mejor de cada uno, su perseverancia y compromiso. Esas son enseñanzas intangibles tan valiosas o importantes como sus aportes técnicos.
Hace un par de semanas, en una reunión de la Sociedad de Educación en Ciencias de la Salud, se le rindió un merecido reconocimiento a Liliana. Nosotros como Facultad ya sabíamos y estábamos orgullosos de todos sus aportes y logros en el campo de la Educación para Ciencias de la Salud; pero nos sentimos doblemente felices de sentir todo el amor y cariño que las personas que más hacían trabajo con ella en el mundo profesional le demostraban. Eso solamente es el reflejo de sus propias características y su inmenso valor.
Estas palabras se quedan cortas cuando uno quiere resumir a una persona como Liliana, tuve la fortuna de ser su alumno en cursos de educación médica donde ella, junto al Profesor Fasce y a la Profesora Ibáñez, intentaban lograr que un grupo de especialistas médicos fuéramos un poco menos analfabetos en cómo trasmitir nuestros saberes y experiencias, y pude disfrutar de primera mano cómo se debía hacer docencia, cómo se debía evaluar, pero por sobre todo, cómo se debía valorar y respetar al otro para ayudarle a sacar lo mejor de sí.
Cuando su enfermedad la alejó de la actividad universitaria en forma directa, siguió manteniendo su compromiso con su Alma Mater, varias veces pudimos conversar acerca de cómo podría seguir aportándonos a pesar de su salud, nos quedaron pendientes reuniones y conversaciones presenciales en la que ella quería compartir conmigo su visión de Facultad y de la educación para la salud; el estallido, la pandemia y su final agravamiento me privaron de ellas.
Pero Liliana, la docente, nos siguió dando lecciones hasta su último día, nos enseñó la importancia de la entereza y dignidad, nos demostró cuán importantes son los vínculos afectivos, cuánto nos necesitamos los unos a los otros; ella misma fue su propio pizarrón donde nos escribió sus últimas clases, lecciones de amor, generosidad y humanidad. No podemos trabajar en Salud, y menos enseñar a cómo trabajar en Salud, si no somos capaces de respetar y amar al ser humano.
Y de esa forma, enseñando y educando, en la madrugada de este lunes 19 de julio, el espíritu de Liliana deja su cuerpo. Vaya todo nuestra amor y cariño a Gerardo, su esposo con quien se casó en agosto del 96. Juntos construyeron una familia a la que se sumaron sus cuatro hijos, Javiera, Cristina, Gerardo y Felipe. Sé que mis palabras no mitigarán el dolor de la partida, pero también tengo la certeza que vuestro amor fue el pilar fundamental que inspiró a Liliana y que le permitió marcharse en paz.
Liliana, tu cuerpo y tu voz ya no serán parte de este mundo, pero tus enseñanzas y legado permanecerán para siempre con nosotros, los que enseñan nunca mueren. Vuela alto Maestra.
Mario Valdivia Peralta
Decano Facultad de Medicina
Tags
- Compartir
- Compartir
Noticias relacionadas
Reportajes