Violeta Parra: recordando su paso por Concepción a 103 años de su nacimiento
Crédito: Archivo Fotográfico UdeC
El 24 de agosto de 1957 y bajo el auspicio de la UdeC, Violeta Parra Sandoval brindó un concierto gratuito en el Teatro Concepción. Los asistentes eran, en su mayoría, escolares de primaria y de secundaria que corearon sus canciones con entusiasmo y le pidieron bis. Ante el teatro lleno, la cantautora accedió, en un evento que a todas luces fue exitoso y concurrido.
Este paso de Violeta por la capital penquista está relatado en el libro “Violeta Parra en Concepción y la frontera del Biobío”, del académico del Departamento de Historia, Dr. Fernando Venegas Espinoza, y da cuenta de un aspecto menos comentado de la vida de la artista: su labor de divulgadora. “Siempre se resalta mucho la ‘farándula’ de Violeta y se pone poca atención a estas cosas importantes, el trabajo profundo que ella hizo”, señala Venegas.
En su investigación, el autor fue descubriendo que la imagen que se ha construido, de una cantante que no conecta con el público, tiene mucho de mito. “En ese tiempo tenía sus hits, como el Casamiento de Negros o El Sacristán. Me impresionó ver que ella llegaba a los pueblos como una autoridad. La recibían los Carabineros y la llevaban a la escuela. Es cierto que había un sacrificio grande en su trabajo, pero eso dista mucho de la imagen de la pobre Violeta que se ha construido”.
Mucho queda entonces por desenterrar de la historia de esta artista notable y a 103 años de su nacimiento, se desarrollan múltiples actividades para recordar su trayectoria. Su carrera comenzó muy temprano, con el aprendizaje de la guitarra en conjunto con sus hermanos, pero es en la década de los 50 cuando comenzó a afianzar su labor como recopiladora e investigadora de la música folklórica chilena.
Es la década en la que viajó por primera vez a Europa, trasladándose en 1954 a París, donde residirá durante dos años y donde presentó su arte. En 1957, aceptó la invitación de la UdeC para trabajar en investigación folklórica y fundar el Museo Nacional del Arte Folklórico Chileno, hasta el año 1958. En 1960 volvió al sur, como parte de una gira.
En esa época ya era una artista reconocida en Chile, aunque todavía faltaban algunos años para uno de los hitos relevantes de su carrera: en 1964 expuso sus arpilleras, óleos y esculturas de alambre en el Museo de Artes Decorativas, palacio del Louvre. El año 1967 se quitó la vida en su carpa en la comuna de La Reina, dejando un legado artístico y musical de carácter universal.
Archivo Fotográfico UdeC
Aterrizaje en Concepción
“Es evidente que el paso de Violeta Parra por Concepción entre el otoño y el invierno de 1957 no dejó indiferente ni a la comunidad universitaria ni a los penquistas. Y por lo tanto, considerando lo visionaria que era la rectoría de la UdeC, no es extraño que considerasen la posibilidad de apoyarla para que profundizara su labor de rescate del folklore en la zona”, dice Venegas en su libro.
Se trató de una época en la que se produjo una fuerte actividad cultural en la ciudad, emanada desde la Universidad. “Está en ese tiempo el Rector Stitchkin, que tenía una visión sobre la importancia de la cultura. También hay un intelectual como Gonzalo Rojas, impulsando las escuelas de temporada. Para él, Violeta tiene que haber tenido una gran relevancia. Y lo otro es que Violeta estaba en este proceso de rescate del folkore, que se corresponde con una tendencia de creciente valoración de la cultura popular. No es la academia la que va en busca de la cultura popular: a medida que ella hace su trabajo rescata su propia cultura y raíces. Se juntaron los astros”, explica Venegas.
Asimismo, ella venía llegando desde Francia, lo que sin duda le agregó una cierta autoridad en materia cultural. “Dentro de las valoraciones que se hacían en Chile, que alguien viniera de Europa y de Francia era lo máximo. Para muchos, que aterrizara acá se entrelazaba con esta valoración tradicional de la cultura”.
Violeta tuvo un primer paso por la UdeC como parte de su trabajo para el Museo, el que se inauguró en enero de 1958 en una casona en calle Caupolicán Nº7, cercana al Parque Ecuador, e incorporó recopilaciones de instrumentos y cuecas de la zona. Parra se fue de la ciudad durante ese año y los objetos fueron trasladados a diversas locaciones, hasta aparecer en 1983 en el registro del Museo de Hualpén. A esto sumó sus clases de cueca y guitarra y el trabajo de registrar y llevar a partitura sus recopilaciones, el que realizó en conjunto con el musicólogo Gastón Soublette. Las fotografías en este artículo corresponden a este período.
En 1960 volvió a la Escuela de Verano, en una visita recordada por la existencia de dos audios: uno es una entrevista que concediera a Radio Universidad de Concepción y el otro, es la grabación de su charla.
Violeta rigurosa
Al investigarla, Venegas reconoce en Violeta Parra una metodología rigurosa a la hora de enfrentar su trabajo de campo. “Violeta se recuerda como creadora, pero como recopiladora se conoce menos. Esa fue la Violeta que estuvo en Concepción, sin desconocer que también tuvo una veta creativa”.
Por ello, uno de los temas en los que todavía se puede profundizar es el descubrimiento de su perfil de investigadora. “Rescato la rigurosidad que tenía para hacer su trabajo. Ella utilizó la etnografía, un método muy inductivo. Tenía que ganarse la confianza de las personas, llevaba una grabadora, registraba, tomaba notas, memorizaba. Pero además se relacionaba con la gente más allá de la música, en su contexto y lugar. Su trabajo es super riguroso y sus creaciones están totalmente atravesadas por esa labor que realizó en el ámbito de la cultura popular chilena”, señala.
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