Crédito: Dirección de Extensión y Pinacoteca UdeC
Para el Chile de la primera mitad del siglo XX, la ciencia aplicada a la medicina y la farmacología era un hecho fundamental, específicamente por la problemática de enfermedades como la viruela, desembocó en el desarrollo de la fuerte política de salud pública de aquel entonces.
Hace unos días, la Dirección de Extensión y Pinacoteca, por medio de su Red Social Facebook, anunciaba el término de la exposición “La Pinacoteca en el Museo”, difundiendo una imagen fotográfica digital de la obra “La Universidad” del pintor Julio Escámez (Premio Municipal de Arte de Concepción año 1956).
La exposición estuvo en el Museo Nacional de Bellas Artes desde enero de este año y concluyó el 12 de abril pasado (con un museo cerrado). La muestra es parte de la celebración de los 100 años de nuestra Universidad y la curatoría de 84 pinturas y grabados de la colección universitaria, estuvo a cargo de la escultura Sandra Santander.
Coincidentemente con lo que hoy está aconteciendo en el mundo, en nuestro país, a nivel local-comunal y en la Universidad de Concepción, la pintura de Julio Escámez no sólo nos habla de la férrea relación entre la Universidad y la Ciudad, sus ciudadanos, sino también de la importancia que ha tenido y sigue teniendo para nuestra casa de estudios el desarrollo científico para nuestro país.
Me refiero, específicamente, a dos situaciones que aparecen en la obra: dentro de un laboratorio, un personaje sosteniendo un tubo de ensayo, y en una sala clases, un profesor enseñando a través de la figura de una onda, de radio o de imán, dibujada en una pizarra. Casi la misma escena la podemos ver en el mural “Historia de la Medicina y Farmacología en Chile” (Declarado Monumento Nacional en la categoría de Monumento Histórico en 2015), también obra de Escámez, ubicado en el inmueble de calle Tucapel 675 en Concepción.
Ese inmueble fue inaugurado en 1958, obra de los arquitectos Betty Fischman, Carlos Martner, Javier “Maco” Gutiérrez y Sergio Bravo. Originalmente tuvo por objetivo integrar distintos espacios: una casa-habitación y una sala de exposiciones, a través de un atrio y un zaguán, y por otro lado, una farmacia. En esta última, la extinta Farmacia Maluje, se encontraba el mural de Escámez.
El mural habla de tres momentos: el mundo arcaico, de los pueblos originarios; el mundo colonial, la presencia de la muerte; y el mundo contemporáneo para esa época, donde se aparta del empirismo y se acerca a lo científico. Al igual que la pintura “La Universidad”, el mural de Escámez identifica en su tercera parte el quehacer de la formación científica en la universidad. Por ejemplo, ahí está representado Alejandro Lipschütz Friedmann, quien fuera profesor del Instituto de Fisiología de la UdeC entre 1927-1936.
Para el Chile de la primera mitad del siglo XX, la ciencia aplicada a la medicina y la farmacología era un hecho fundamental, específicamente por la problemática de enfermedades como la viruela, desembocó en el desarrollo de la fuerte política de salud pública de aquel entonces.
Dicho hecho está claramente graficado en el tercer paño del mural de Julio Escámez, donde una enfermera aplica una vacuna. Las vacunaciones masivas serán ya una costumbre en la medicina nacional a contar de 1944. Un año antes, en 1943, con el apoyo de la Universidad de Concepción, entra en funcionamiento el edificio del Hospital Regional en nuestra ciudad.
Por lo tanto, a través de la pintura “La Universidad”, parte de nuestro patrimonio artístico universitario, y del mural de la Farmacia Maluje, podríamos entender no sólo el lugar que ha tenido y sigue teniendo la Universidad de Concepción en el desarrollo científico de Chile, sino también, el de su política universitaria en dicha materia. Esta estuvo presente desde su fundación y fue reimpulsada por la rectoría de David Stitchkin a través de una nueva forma de distribución de escuelas, institutos, laboratorios, entre otros. La fundación del edificio Instituto de Investigaciones Tecnológicas, IIT, como núcleo de vinculación entre la Universidad y las industrias regionales y nacionales, y el edificio del Instituto Central de Química, serán reflejo de ese proyecto.
Hoy la Universidad de Concepción se enfrenta nuevamente al enorme desafío de apoyar al Estado y a sus ciudadanos a revertir una crisis, se trata de la emergencia sanitaria de la pandemia del Covid-19, situación que podemos ver en una serie de iniciativas de colaboración que están en marcha.
El Patrimonio Universitario es más que el imaginario simbólico de los elementos de significación en una pintura, un edificio o nuestro campus. Casi como una redundancia, el Patrimonio Universitario es la misma Universidad de Concepción. Las actividades de colaboración por la pandemia del Covid-19 que hoy realiza la Universidad de Concepción también serán en un futuro próximo un nuevo Patrimonio. En consecuencia, su legado será siempre el compromiso de nuestra institución por el desarrollo del país, tanto científico, sino también el de las artes y las humanidades.
Columnista(s)
Javier Ramírez Hinrichsen
Encargado de la Unidad de Patrimonio – VRIM
Director del programa de Magíster en Arte y Patrimonio, Facultad de Humanidades y Arte UdeC
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