Hospital de Animales Mayores cerró tratamiento de caballos quemados durante incendios
Crédito: Facultad de Ciencias Veterinarias
El Director del Hospital señaló que se trató de un trabajo arduo que demostró la capacidad de atender a animales mayores en contextos de emergencia, como lo fueron los incendios del verano pasado.
El Hospital de Animales Mayores de la Facultad de Ciencias Veterinarias dio de alta al último ejemplar equino que estaba bajo su cargo, como parte de los esfuerzos de rehabilitación de animales tras los incendios del mes de febrero. Se trató de la yegua “Inquieta”, la que fue retirada por su dueño, Luis Valderrama Insunza, y llevada hasta su hogar en la localidad de Paso Hondo, Región de Ñuble.
Con esto, se dio el cierre de un arduo trabajo que involucró al personal de la clínica y de la Universidad de Concepción, así como a profesionales del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) y del Ejército.
El director del Hospital de Animales Mayores, Ignacio Cabezas Ávila, hizo un recuento de lo que fueron estos casi cinco meses de trabajo. Los animales ingresaron desde el 15 de febrero, provenientes de localidades afectadas por los incendios como Yungay, Quillón, San Rafael, Coelemu y Quirihue. Se trató de siete ejemplares, con quemaduras que fueron del rango entre 40% y 70% del cuerpo quemado. “Los fuimos dando de alta desde los 25 hasta los 70 días, allí liberamos a la mayoría. La última se demoró porque esperamos a que incrementara su cantidad de pelo, pero ya se encontraba estabilizada. Con esto, cerramos el proceso de rehabilitación de los animales, desde el punto de vista médico y de enfermería”, dijo.
El hospital, que funciona al alero del Departamento de Ciencias Clínicas de la Universidad, asumió la responsabilidad de ser tenedor del SAG, es decir, este organismo público era el responsable de los animales ante sus dueños, pero el proceso de rehabilitación se realizó por completo en estas dependencias.
En un inicio, el trabajo fue complicado, tanto por la gravedad de la situación como por la falta de insumos. “Pero pudimos ajustarnos y mantener a animales que por sus condiciones podrían haber sido considerados en otros lados como eutanasia”, indició Cabezas. “Fue un trabajo arduo, 24 horas al día estuvimos con estos animales. Los primeros 45 días fueron de una cantidad de trabajo enorme hasta que los pudimos estabilizar, pasaron de tratamiento de gran quemado a tratamiento de heridas de segunda intención o abiertas”, agregó.
Como los incendios fueron durante el mes de febrero -y varios profesionales estaban de vacaciones- comenzaron la tarea cuatro veterinarios, un estudiante egresado y un auxiliar, de parte de la Universidad. A ellos se agregó personal del Ejército: tres veterinarios y cinco enfermeros. Luego se sumó un segundo grupo, de dos veterinarios y cinco enfermeros, que se quedaron por 30 días.
Esta gran cantidad de hombres y mujeres profesionales se explica porque los pacientes quemados no pueden dejar de atenderse, por lo que se establecieron turnos de noche. “Es necesario mantener su hidratación y aplicación de suero, además de observarlo. Ellos estaban 24 horas con control de dolor, entonces por cada caballo quemado había que estar el día completo con un veterinario y dos enfermeros”, detalló.
Los buenos resultados del proceso, en que se recuperó el 100% de los animales atendidos, dan para sacar conclusiones alegres. “Pudimos dar respuesta como hospital a heridas que son de mucha complejidad, a partir de un trabajo arduo y con mucho empeño. Las autoridades, como el ministro de Agricultura y el Gobernador Crisóstomo, determinaron que las condiciones que se tenían eran las de base para un hospital, aunque siempre se puede mejorar”, dijo.
Respecto al trabajo futuro, el Director señaló que esperan “educar a la comunidad y a los especialistas con las experiencias que tenemos, queremos transferir nuestros conocimientos a todas las personas que estén interesadas en recibirlos”.
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