Fallecimiento de uno de sus funcionarios más antiguos entristece a Ingeniería UdeC
Crédito: Facultad de Ingeniería
Uno de los funcionarios más antiguos de la Universidad de Concepción – y muy querido por la Facultad de Ingeniería – don Luis Suazo Aburto (Q.E.P.D.) ha fallecido este martes 01 de marzo 2022, a los 86 años de vida.
Don Luis – quien se desempeñó hasta julio del año pasado en el Taller Gráfico de la FI UdeC- trabajó durante 61 años en la UdeC, primero como auxiliar y luego en la central de fotocopias.
“Una pérdida para la Facultad, sólo nos queda expresar nuestras condolencias a su familia, siempre fue una persona muy querida por su buen genio, su sentido del humor, y porque era una buena persona”, expresó Luis Morán, decano de la FI UdeC, quien lo recuerda con mucho cariño.
Sus restos están siendo velados en la Sede Despertar del Adulto Mayor ubicada en Pasaje 14 N° 181-A, Villa Cap, Concepción. Sus funerales se realizarán el miércoles 2 de marzo a las 15:00 hrs. en el Cementerio Parque del Sendero (camino a Penco), después de un responso que se oficiará a las 13:00 hrs. en el mismo lugar de su velatorio.
A continuación, recordamos una entrevista que se le realizó en abril de 2016
Luis Suazo, uno de los más antiguos de la FI: “La Universidad es como mi casa”
El pasado 13 de abril de 2016, Luis Suazo, conocido entre sus pares como “Suazo” o “El Negro”, laborante de nuestra Facultad de Ingeniería desde el año 1960, cumplió 79 años, de ésos, 56 han sido entre las aulas, laboratorios y edificios de la Facultad de Ingeniería UdeC.
Llegó a la Escuela de Ingeniería dos días antes del terremoto de 1960 –recuerda-, cuando ésta era el Edificio Gustavo Pizarro Castro, a quién también menciona como uno de los directores que más tiempo estuvo en su cargo.
“Llegué como auxiliar -en ese tiempo-, de la Escuela de Ingeniería que era un solo edificio, lo que es ahora el químico; tengo que haber tenido unos 25 o 26 años; y a los dos días que llegué fue el terremoto del 60´, fueron días y días de trabajo sacando todo lo dañado, todo el vidrio, fue más duro que el del año 2010; es que justamente no había tanta tecnología, ni comunicaciones como ahora”.
¿Cómo recuerda esa época?
“Una época mejor en esos años, porque éramos menos, tanto funcionarios administrativos como docentes; éramos una familia de ingeniería y había más participación a todo nivel, de todas las personas que componíamos la Escuela. Ahora no es tan así porque son más carreras, uno mismo que trabaja aquí ni conoce a los nuevos funcionarios. En esos tiempos -en cambio-, estaban los químicos y los metalúrgicos en el mismo edificio, después vino mecánica, y luego las nuevas carreras, civil, materiales, eléctrica…”
En aquella época Luis Suazo aún estaba soltero. En los años posteriores a su incorporación a la Facultad contrajo matrimonio con quien lo ha acompañado toda su vida, la señora Zumilda Muñoz. Ambos viven actualmente con el único hijo que tuvieron, junto a su nuera y sus dos nietos.
En esos años los alumnos de ingeniería premiaban al mejor docente y al mejor funcionario, galardón que él mismo recibió de manos del presidente del Centro de Alumnos. “Eso tiene que haber sido entre el año 65´ ó el 68´; y era bonito porque los Centros de Alumnos y los docentes eran más participativos con los funcionarios. En cambio, ahora cada carrera tiene su centro de alumnos y aunque tienen una directiva central, no es lo mismo”, expresa con nostalgia.
“Me quedo con los tiempos antiguos; hacían participar a las familias para las navidades, uno venía con su señora y sus hijos y las secretarias se encargaban de hacer el arbolito de pascua y la atención a todo el grupo… y dado los años, como premio a los auxiliares, nos ascendían de administrativos a laborantes”.
A él lo ascendieron.
En el taller gráfico, donde se encuentra actualmente, lleva más de 40 años. “En ese tiempo no había fotocopiadora, era el stencil lo que se hacía, el dito que se sacaba con alcohol, que era harto más trabajo, porque incluso había que compaginar hoja a hoja. Ahora está todo más modernizado, la misma fotocopiadora lo hace todo”, nos cuenta.
Con Hernán Catalán, su compañero en el taller, empezaron a trabajar juntos el año 71´ como parte de un equipo de seis personas, de los cuales solo quedan ellos dos.
“La Universidad es como mi casa. Muchos se reirán, pero para mí los 15 días de vacaciones es mucho tiempo. Rápidamente extraño la rutina de todos los días, los alumnos, el mismo trabajo. Cuando estoy de vacaciones me levanto a la misma hora, porque uno se acostumbra al sistema de todos los días”.
Luis debió haber jubilado hace ya 12 años, sin embargo, su trabajo en la Universidad es lo que mantiene activo y vital. “De haber jubilado ya estaría bajo tierra”, dice en sus propias palabras. “Aquí se hace más corto el día y me gusta compartir con todos, hay confianza con los colegas, la talla de todos los días…”.
Luis viaja en el tiempo en silencio y se le llena la cara de risa. Recuerda muchas anécdotas, “sobre todo en los paseos de fin de año”, nos cuenta. “Con los mismos docentes, que uno los conoció de estudiantes y siempre hay cierta confianza, con los que uno puede echar la talla. Pero fíjese que uno no se da ni cuenta cómo van pasando los años, he visto pasar montones de generaciones, las mismas autoridades de nuestra facultad, que los conocí de estudiantes… lo bueno es que todos siguen siendo igual”.
Se emociona también al recordar que muchos hijos de sus colegas han pasado por las aulas de la Facultad de Ingeniería y actualmente poseen el grado de doctor. “Hijos de auxiliares, como 3 ó 4 casos, que se les ha dado la oportunidad y han sacado su anhelo adelante y en este momento son doctores”.
Asimismo, comenta que cada vez que vienen ex alumnos de nuestra Facultad a dar charlas, él siempre los va a ver, “para poder conversar, aunque sea un rato con ellos y mantener su recuerdo”, sostiene.
Don Luis cuenta además que su experiencia en la Universidad les dio la oportunidad, a él y un grupo de colegas, de concretar un sueño que tenían hace ya más de 20 años atrás: ir a La División El Teniente, en Rancagua, gracias a la ayuda del ex vicedecano de la Facultad, Eduardo Krumm Valencia. “Le planteé la inquietud que queríamos conocer empresas a las que no se podía llegar de forma personal, entonces nos contactamos con ingenieros que están en Rancagua y lograron invitarnos e hicimos un listado de alrededor de 14 funcionarios, quienes pudimos recorrer la mina en Rancagua”.
Luis Suazo, quien llegó a estas dependencias hace 56 años atrás por medio de una secretaria amiga de su familia, y cuando era apenas un muchacho que empezaba su vida laboral, habla de la Universidad y de “Ingeniería” con tal afecto y cariño, que llega a emocionar. Esta es, tal y como él dice, su casa: “Todo lo que uno ya tiene… yo personalmente tengo mucho que agradecer a la universidad, porque gracias a ella formé mi familia, entonces esas son cosas que uno agradece. Qué más le puedo pedir… es toda una vida”.
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