Experto UdeC analiza efectos del sistema frontal: "El riesgo se configura cuando ocupamos terrenos inundables"
Crédito: Nogales inundados, río Claro/Manuel Devia
El investigador Octavio Rojas enfatiza que, ante cualquier emergencia, las personas deben seguir las recomendaciones de las autoridades, realizando la evacuación apenas se solicita y no esperar, porque eso aumenta su vulnerabilidad.
El último sistema frontal trajo a la memoria “las lluvias de antes”, recordándonos a la par la fragilidad humana ante los eventos naturales, sobre todo cuando no se toman en consideración los riesgos del entorno.
Seis personas fallecidas, seis desaparecidas, más de 4 mil damnificados, sobre mil 600 viviendas destruidas, zonas aisladas, caminos cortados y daños en amplias áreas agrícolas son parte de los efectos del temporal que golpeó a la zona centro sur del país.
El desarrollo y consecuencias del evento meteorológico han sido seguidos de cerca por investigadores del Laboratorio de Reducción de Riegos Socio Naturales (Larrs) del Centro Eula, quienes han estado visitando las áreas afectadas en estos días.
El integrante del laboratorio y académico de la Facultad de Ciencias Ambientales, Octavio Rojas Vilches, comenta que los problemas que sufrieron las personas en zonas rurales y periurbanas cercanas a ríos se vinculan a la percepción de riesgo y la vulnerabilidad educativa, que tiene que ver con su conocimiento sobre los fenómenos naturales.
“Cuando se desarrollan asentamientos nuevos en torno a un río, en general las personas no poseen una percepción del riesgo acorde al espacio en el que habitan. Además, cuando no se realizan jornadas educativas o trabajo con la comunidad, la vulnerabilidad educativa respecto a un evento es muy alta”, asevera el también miembro del Proyecto Anillo Cambio Climático y Sociohidrología de Inundaciones, que lidera el investigador de la Facultad de Ingeniería, Oscar Link Oelker.
De alguna forma, esto también influyó en la respuesta de las personas ante los llamados a evacuar y, porque también, hay una ausencia de memoria sobre situaciones similares del pasado.
“Con los recientes eventos, la percepción de los habitantes que fueron afectados durante la inundación va a estar más acorde con los espacios que habitan, por cuanto futuros llamados a evacuación dentro de esa zona debieran ser mucho más fáciles para las autoridades”, agregó el Dr. Rojas.
Lecciones
Apenas comenzado el invierno, las lecciones de este primer evento -según el especialista- son varias y parten en el ámbito de la planificación y el ordenamiento territorial.
“Creo que es necesaria una incorporación efectiva de todas las áreas de peligro dentro de los instrumentos que norman los sectores urbanos y rurales, y evitar crear nuevas zonas de riesgo, entendiendo que el riesgo se configura cuando ocupamos espacios que habitualmente o en el pasado fueron ocupados por el río como terrenos inundables”.
El académico también enfatiza en los desafíos en torno a la incorporación de soluciones basadas en naturaleza o infraestructura verde dentro de ecosistemas como lagunas y humedales que quedan en las ciudades, con la idea de minimizar los riesgos de inundaciones y anegamientos; así como la construcción de humedales artificiales o zanjas filtrantes “que sirvan de ayuda como una red planificada al interior de los centros urbanos y permitan cambiar la visión de las aguas que circulan en las ciudades durante estos eventos”.
Otro punto a considerar es el fortalecimiento de la educación para reducir las brechas de conocimiento de las personas en torno a la dinámica de los eventos de inundación y de cualquier otro riesgo.
“Además hay que fortalecer la educación ambiental para disminuir el problema que tenemos respecto al manejo de los residuos que generan sinergia en los eventos de inundación e incrementan los efectos de los desbordes en los entornos urbanos”, enfatizó el Dr. Rojas, aludiendo a las toneladas de residuos y escombros que obstruyeron zonas de conducción del agua.
Por último, menciona la necesidad de contar con un sistema de información orientada a los ciudadanos con datos concretos o información espacial sobre los peligros en torno a terrenos en venta y proyectos de construcción.
“Hay países donde existen sistemas en los que se ingresa el rol de la propiedad y aparecen todas las amenazas que están vinculadas a ese sitio, incluso indicando algunas características de construcción o seguros que tienes que poseer en el caso que decidas finalmente construir en ese sitio”, cuenta.
Con todo, el experto enfatiza que, ante cualquier emergencia, las personas deben seguir las recomendaciones de las autoridades, realizando la evacuación apenas se solicita y no esperar porque eso aumenta su vulnerabilidad.
Y para las personas que no fueron afectadas en este evento, la invitación es a tomar conciencia del entorno; conocer las posibles amenazas y peligros del lugar en que viven, y si han llegado a esa zona en los últimos tres o cuatro años preguntar a quienes habitan ahí sobre los fenómenos naturales que han ocurrido o bien recabar información en los municipios sobre los riesgos del área.
Rojas también llama a la población a mantener limpios los sistemas de drenaje urbano y los cauces que están dentro o cerca de la ciudad. “La disposición de la basura en humedales, ríos y esteros es un problema que ha ido creciendo y lo debemos abordar desde las propias comunidades; ser más proactivos en términos de nuestra relación con los ecosistemas”, dijo.
Gestión de emergencias
En su análisis, el especialista también rescata los avances que ha experimentado la atención de emergencias, a partir del terremoto de 2010, destacando de manera especial las alertas de evacuación que, a su juicio, funcionaron bastante bien.
Por otro lado, agrega que el reemplazo de Onemi por una institucionalidad integrada por el Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred) y un SistemaNacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Sinapred), “nos pone en un plano mucho más completo para enfrentar los riesgos y los desastres hacia el futuro”.
Es un paso de un sistema más reactivo -de respuesta ante eventos- hacia uno que apunta a tratar “el riesgo y los desastres de manera más holística, abordando el ciclo del riesgo de manera más integral”, dice el investigador.
En todo caso, advierte que se trata de una estructura relativamente nueva que aún requiere tiempo para implementar todos los cambios proyectados.
Educación en riesgo de desastres
Las inundaciones de la penúltima semana abren una reflexión sobre la importancia de contar con una población preparada para actuar frente a las amenazas de los lugares que ocupa.
El Dr. Octavio Rojas considera que en un país como Chile, con una geografía diversa expuesta a múltiples amenazas y vulnerable al cambio climático, es fundamental contar con un currículo escolar fuerte en educación para la reducción del riesgo de desastre.
“Lamentablemente en las últimas décadas, la disciplina que abordaba este tema en el colegio, específicamente la geografía, se ha visto muy disminuida y creo que es momento de replantear el rol que cumple la educación formal, específicamente la enseñanza básica y media en esta materia”, acota el especialista.
Por otro lado, señala que existe una serie de recursos a los que pueden recurrir las personas que ya no están en edad escolar para adquirir conocimientos en esta área, como el portal Senapred, donde existen recursos didácticos sobre distintos tipos de amenaza e información sobre medidas a adoptar en cada caso, además de departamentos de riesgos en algunos municipios que aportan información para estar mejor preparados frente a los riesgos naturales.
Senapred ya ha emitido una nueva alerta para la zona sur, ante la llegada de un nuevo sistema frontal, del que no es posible prever sus consecuencias, por lo que Rojas refuerza la idea de prepararse para cualquier eventualidad y más aún frente a las proyecciones en torno a la llegada de El Niño.
“El invierno está recién comenzando; quedan dos meses -julio y agosto- en los que la precipitación es mayor dentro del año. Las cuencas han quedado con una condición de mayor vulnerabilidad y eso nos llama a estar alerta frente a los pronósticos meteorológicos. Junto a ello tenemos una alta probabilidad de desarrollo de un fenómeno de El Niño fuerte y que obviamente traerá mayores montos pluviométricos”, anota.
El investigador recordó que, en estos eventos, en nuestra región históricamente las precipitaciones tienden a aumentar durante la primavera.
“Eso quiere decir que probablemente tengamos un septiembre a noviembre bastante más lluvioso de lo habitual, si es que estas condiciones finalmente se materializan”, puntualiza.
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