Estudio aborda 20 años de varazones en Biobío y su relación con eventos extremos y Cambio Climático
Crédito: Instituto Milenio en Socio-Ecología Costera SECOS
Análisis demuestran que varazones se han incrementado de forma exponencial desde el año 2006 a la fecha, siendo las comunas de Coronel, Tomé y Arauco, donde han sido más recurrentes. Implementación de un sistema de observación les permitirá establecer causas de estos fenómenos en áreas de manejo y zonas de acuicultura.
Las varazones de organismos marinos en zonas costeras, son fenómenos que han llegado a ser muy frecuentes a lo largo de la historia, y a los que se les ha atribuido causas tanto naturales como antropogénicas, como, por ejemplo, la contaminación marina.
Sin embargo, estos fenómenos pueden estar asociados a muchos factores naturales, como la presencia de microalgas nocivas, enfermedades por virus o bacterias, desorientación natural de los animales que se mueven hacia la costa, o los eventos de surgencia o afloramiento, donde aguas frías de mayor grado de acidez (bajo pH), con poco oxígeno y muchos nutrientes, emergen desde aguas más profundas hacia la superficie.
Una parte importante de estos eventos de varazones masivas de organismos marinos, como crustáceos, peces o moluscos, han sido justamente asociados a la presencia de estas aguas de bajo pH y oxígeno. Sin embargo, no existen análisis científicos rigurosos que permitan establecer la relación causa-efecto entre ambos procesos.
Un equipo de científicos/as de las universidades de Concepción, del Biobío y del Instituto Milenio de Socio-ecología Costera (SECOS), están realizando diferentes estudios que apuntan a generar información científica de calidad para explicar estos fenómenos. Una de estas investigaciones, ha sido parte del trabajo de tesis de Sebastián Sepúlveda, estudiante de la carrera de Ingeniería Ambiental de la UdeC, quien recientemente completó favorablemente su proceso de investigación final de pregrado en torno a este fenómeno.
El estudio, demostró que estas varazones se han incrementado de forma exponencial desde el año 2006 a la fecha, siendo las comunas de Coronel, Tomé y Arauco, aquellas donde el fenómeno ha sido más recurrente. Además, más del 80% de los eventos han ocurrido durante los meses de verano, donde especies como la sardina común y la anchoveta, son las que han estado más asociadas a estos eventos, seguidos por algunas especies de moluscos y jaibas.
“Varios de estos eventos de varazones han estado asociados justamente con eventos de surgencia o afloramiento de aguas con bajo oxígeno, condiciones que se dan después que soplan fuertes vientos provenientes del sur, como lo que ocurre en los meses de verano”, explica Sebastián Sepúlveda, quien aprobó su tesis bajo la guía de los Drs. Cristian Vargas y Luisa Saavedra del Laboratorio de Ecosistemas Costeros y Cambio Global (ECCALab) de la Facultad de Ciencias Ambientales, además de la Dra. Laura Farías del Departamento de Oceanografía de la misma casa de estudio y el Dr. Gonzalo Saldías de la Universidad del Bio-Bio, también parte del Instituto Milenio SECOS.
Asimismo, un análisis científico más detallado realizado por el grupo de investigadores, ha demostrado que alrededor del 80% de los eventos de varazones ocurre justamente cuando soplan estos vientos del Sur o Sur-oeste. El estudio, fue complementado con información de las concentraciones de oxígeno en el agua de mar que han sido registradas por diferentes plataformas oceanográficas, como la boya POSAR que mantiene el Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2) al norte de la bahía de Concepción, y donde también colabora la Dra. Farías.
“El gran evento de varazones de jaibas ocurrido en Laraquete en noviembre del año 2019, ocurrió por ejemplo justo 4 a 5 días después de un evento en el cual el oxígeno en el agua de mar alcanzó valores muy bajos, por debajo del nivel de tolerancia que pueden soportar las jaibas, y que han sido estimados a través de experimentos de laboratorios que han sido llevados a cabo por diferentes científicos”, explican los investigadores.
El Dr. Vargas, sostiene que esta es primera vez que una comunidad de científicos chilenos realiza un análisis interdisciplinario para saber cuál es la percepción de las comunidades de pescadores y acuicultores frente a estas varazones. “Las comunidades costeras tienen ya la impresión de que estos eventos de varazones han incrementado en frecuencia, pero que parecieran ser de menor magnitud, generando importantes impactos por pérdidas en el turismo, prohibiciones para salir de pesca, olores desagradables, entre otros efectos, lo que ocasiona importantes implicancias económicas para los afectados”, agrega el investigador SECOS.
Sin embargo, existe un alto porcentaje de la comunidad local que piensa que estos eventos de varazones podrían también estar asociados a la contaminación de las aguas costeras por las actividades industriales que se realizan en la región. Ante esto, Vargas explica que, “probablemente puede haber una mezcla de factores forzantes, como la contaminación y los eventos de surgencia. Un organismo marino, estresado o afectado por los contaminantes que se descargan en la costa, podría llegar a ser mucho más sensible a los efectos acumulatorios que pueden generar estas aguas de mayor acidez y con poco oxígeno, que ocurren durante estos eventos de surgencia o afloramiento en verano, y eso es algo que amerita ser estudiado en terreno y el laboratorio”.
Sistemas de observación costero
En vista de la naturaleza recurrente de estos fenómenos, y que las comunidades costeras perciben su incremento durante las últimos años, se hace relevante contar con sistemas de observación del océano, pero no sólo con fines académicos y lejos de la costa, sino también asociados a caletas de pescadores y centros de cultivos marinos, de forma que se transformen en herramientas que mejoren la capacidad de adaptación de las comunidades de pescadores y acuicultores.
En ese contexto, la Dra. Luisa Saavedra del ECCALab, se encuentra realizando un novedoso estudio financiado por un proyecto Fondecyt Iniciación, que contempla el monitoreo de una serie de variables ambientales utilizando sensores autónomos para medir, por ejemplo, la temperatura, salinidad, el oxígeno disuelto y el pH dentro de una concesión acuícola ubicada en la Bahía de Coliumo. En esta misma área geográfica se registró una importante varazón masiva de sardinas y anchovetas, durante el mes de febrero de este año, logrando ser el único grupo de investigadores que contó con datos ambientales medidos en la misma zona y que permiten de mejor forma atribuir causalidad a este evento.
Cabe destacar que en esta zona costera es frecuente observar una disminución del pH cuando baja el oxígeno, por lo que se producen estos eventos con aguas hipóxicas y ácidas, gatillados por la surgencia costera típica de primavera y verano.
Es decir, los peces como sardinas y anchovetas, que se acercan a la costa para alimentarse o reproducirse, se encuentran con una masa de agua ácida sin oxígeno y si estas condiciones duran demasiado, podrían llegar a generar varazones. Sin embargo, esta hipótesis aún se está estudiando y se requiere un monitoreo más largo para comprender todas las causas detalladas de estos eventos.
La Dra. Saavedra explica que, “el evento de varazón fue informado por los pescadores y habitantes de caleta Coliumo entre el 19 y 21 de febrero y en este periodo se observaron aguas hipóxicas (muy bajas en oxígeno, con niveles inferiores a 2 mg/L). Gracias al registro de los sensores autónomos, se observó que este evento de hipoxia duró 43 horas y se produjo en toda la columna de agua, lo que generó condiciones extremas y perjudiciales para la fauna marina, especialmente para peces que no están adaptados para soportar mucho tiempo sin oxígeno”.
En este mismo sentido, y en el marco de un proyecto Fondecyt Regular del Dr. Vargas, junto al Dr. Antonio Cuevas del Instituto Milenio SECOS, han desplegado además una serie de instrumentos que miden variables similares. Estos instrumentos están siendo instalados en áreas de manejo de diferentes zonas del Golfo de Arauco, como Punta Lavapié, Laraquete y Chome, con el objetivo de caracterizar las condiciones del ambiente para posteriormente trasladarse al laboratorio y realizar diferentes tipos de experimentos.
“Necesitamos conocer cuán tolerantes son las diferentes poblaciones de organismos marinos que se distribuyen dentro del Golfo de Arauco, a los bajos niveles de pH y oxígeno que experimenta la zona, pero más interesante aún, saber si estas poblaciones tienen el potencial de soportar dichas condiciones durante períodos más extensos de días bajo futuros escenarios de cambio climático”, explican los investigadores.
Para el grupo de científicas y científicos, la sustentabilidad de la zona costera requiere de esfuerzos inter- y transdisciplinarios, que contemplen además la co-producción de conocimientos donde no sólo los científicos levanten información que permita responder preguntas, sino que ocurra de forma natural a través de un proceso donde participen las comunidades costeras, pueblos originarios, y quienes puedan aportar con sus saberes a enfrentar estas problemáticas globales.
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