El desarrollo de la primera barra de proteínas en base a insectos producida en Chile es el resultado de un proyecto de innovación alimentaria liderado por estudiantes de la carrera de Ingeniería en Biotecnología Vegetal de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Concepción, (FCF UdeC), iniciativa que se encuentra en su etapa final y que proyecta su salida al mercado durante enero próximo.
Los estudiantes, Alejandro Olivares Escala (recién titulado), Marcela Paz Placencia y Matías Saavedra Escobar (tesistas) están detrás de este producto que obtuvo financiamiento del programa Semilla Inicia de Corfo para su desarrollo.
Hace poco, los fundadores de la empresa «Entoenergy» dieron con la fórmula perfecta para este snack energético que tiene entre sus principales materias primas una harina Tenebrio molitor, el escarabajo molinero.
Además del concentrado de proteínas del insecto –más conocido como gusano de la harina, ya que suele identificarse mayormente en su estado larvario- la barra está elaborada con proteína de soya, mantequilla de maní y dátiles, y tiene una cobertura y sabor a chocolate.
Hasta las primeras pruebas, ninguno de ellos había comido insectos, de modo que fue una experiencia totalmente nueva.
“Está buenísima. Es literalmente todo lo que nosotros queríamos lograr”, comentó Alejandro Olivares, quien señaló que para dar con la receta escucharon opiniones de personas de distintos grupos etarios, desde adolescentes hasta adultos mayores.
Marcela Paz contó que las pruebas se hicieron con una empresa que contrataron para fabricar el producto, de acuerdo con sus especificaciones. “La verdad no fue muy fácil llegar a la formulación final, costó bastante, pero quedó muy rica”, aseguró.

Probaron cerca de 20 formulaciones distintas, hasta llegar al resultado esperado.
“Es tal cual como la pedimos: tiene una textura suave, no es seca; es la primera barra de proteínas que pruebo y es húmeda. No es empalagosa y tiene un sabor muy rico”, resumió Matías Saavedra. Un producto novedoso, que llama la atención.
Una idea en un taller
Los socios de Entoenergy comenzaron a trabajar la idea de la barra de proteínas en base a insectos en el segundo semestre de 2023 dentro del Taller de productividad vegetal en su carrera y continuaron desarrollándola en el ramo de Bionegocios.
Durante ese tiempo se dedicaron a investigar todo lo relacionado con la entomofagia (consumo de insectos), el ciclo de vida de Tenebrio molitor, manejo, crianza y producción de alimentos en base a insectos, revisando experiencias de todo el mundo.
A comienzos de 2024 decidieron concursar con el proyecto al fondo Semilla Inicia de Corfo. Era la primera vez que hacían una postulación de este tipo.
Fueron un tiempo de mucho trabajo, recuerdan Matías y Alejandro, acotando que era algo que no conocían, pero que tuvieron apoyo constante de académicos de la FCF UdeC.
En el intertanto presentaron la idea a fondos más pequeños, pero sin resultados, de modo que pensaron que tenían pocas posibilidades con Corfo.
Pero no fue así. Cuando se adjudicaron los fondos para concretar su idea estaban sorprendidos por haberlo logrado en el primer intento.

“Eso nos permitió dar inicio formal al proyecto, empezando con la crianza de los insectos para generar la barrita”, contó Marcela.
Así, partieron con la producción de las larvas en el Laboratorio de Biocontrol de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Concepción, tarea que tuvo un momento crítico cuando se acercaban a las pruebas de los primeros prototipos con la empresa externa.
Para ello, debían contar con 10 kilos de larvas, un esfuerzo que incluso significo pedir un receso en Corfo para no alargar los plazos dados al proyecto.
Entre risas, recuerdan que hacían la selección de los ejemplares óptimos con pinzas, uno por uno. “Hay que pensar que cada larva pesa 0.1 gramos, entonces fue harto trabajo”, detalló Alejandro.
Poco a poco fueron reservando partidas congeladas hasta cumplir la meta.
De este modo, pudieron concretar las pruebas y llegar al prototipo definitivo de la primera barra de proteínas en base insectos de origen nacional que -anunciaron- tendrá su lanzamiento en Concepción.
Los creadores de Entoenergy miran lo que ha pasado en los últimos meses como un período de “locura”, de mucho estudio y harto esfuerzo, en el que tuvieron que compatibilizar las tareas académicas y el tiempo dedicado al proyecto.
Apoyo académico
Del último año destacan el respaldo que han tenido en la Facultad y de manera particular de los académicos UdeC Felipe Díaz Seguel, Jorge Sanhueza Asensio y Daniel Aguilera.
Aguilera los ha apoyado desde el Laboratorio de Entomología (Entomolab UdeC) -del que es Director- desde el comienzo. Allí encontraron espacio para criar sus insectos y un acompañamiento en los primeros pasos prácticos de su aventura.
El académico valoró la proactividad y la energía que han puesto los jóvenes en esta iniciativa poniendo en práctica las herramientas que han recibido a lo largo de su formación, forjando una ruta de desarrollo que va más allá de título profesional.
Desde esa perspectiva, dijo, dejan lecciones para sus compañeros, en el sentido de que el futuro se puede construir y que no solo hay que esperar a terminar la universidad y llegar a “un trabajo armado”.

El especialista también celebro el vanguardismo de la idea. “En Chile no existe un alimento humano que utilice insectos, solamente hay una empresa de unos veterinarios que utilizan insectos para hacer unos pellets para mascotas”.
Eso significa que van a tener que superar una barrera cultural, para que la gente se atreva a consumir su barra energética en base a insectos, dijo.
Una filosofía que crece
Detrás de este producto hay una filosofía alimentaria que ha ido ganando terreno en los últimos años, en varios países de América Latina que no tienen una cultura de entomofagia como ocurre en México, por ejemplo.
También crece en naciones de Europa. En Salamanca (España), está en construcción la que será la granja más grande del mundo para crianza de insectos de alimentación, específicamente de Tenebrio molitor.
Estos animales son una fuente de proteínas, vitaminas y minerales, que responden a la creciente demanda de alimentos sostenibles y de bajo impacto ambiental.
Esta fue una de las principales motivaciones del equipo de Entoenergy.
“La producción de insectos para alimentos usa muy poca agua, no necesita de grandes extensiones de tierra, porque se pueden criar de forma vertical, además no emiten gases de efecto invernadero”, anotó Alejandro Olivares.
“Y ese es un eje muy importante de nuestro trabajo, nos interesa aportar a la adaptación al cambio climático. Los insectos son una fuente de proteínas muy sustentable desde el punto de vista ambiental”, agregó Matías.

Marcela precisó que la motivación también es dejar una huella en el mundo, porque en opinión del equipo no es común hacer una barra de proteínas que tenga impacto “casi nulo” en el ambiente y que, además, sea saludable.
“Los insectos son un superalimento y la gente no es consciente de eso: tienen mucha proteína, todos los aminoácidos esenciales, tienen más fibra que muchos vegetales, y por desconocimiento no se comen”, agregó.
Por eso, se dice que los insectos son el alimento del futuro; pero el equipo del UdeC, afirman que son el alimento del ahora.
“Con la crisis climática, ya no es viable llevar el tipo de alimentación que tenemos actualmente y hay que dar soluciones verdaderas. Y esta barra es una muy buena solución que, además, es riquísima”, puntualizó Marcela.
Mientras preparan el lanzamiento, los integrantes de Entoenergy afinan detalles del envase de la barra de proteínas en base a insectos y continúan buscando fórmulas para optimizar la alimentación de las larvas, con planes de contar en el corto plazo con un laboratorio propio para la crianza de su materia prima y la meta de llegar con su producto a todo el país.







