Estudiante UdeC asume papel clave en desarrollo de misión espacial análoga
Crédito: Nicolás Sepúlveda
Nicolás Sepúlveda estudia Ingeniería Civil Aeroespacial y con sólo 23 años es jefe del equipo científico de Asclepios II, proyecto internacional liderado por estudiantes que diseña y realiza experimentos que podrían replicarse en el espacio. Etapa final se implementará en Suiza durante julio.
Nicolás Sepúlveda tiene sólo 23 años y cursa la última etapa de Ingeniería Civil Aeroespacial en la Universidad de Concepción (UdeC), pero su joven carrera es también una exitosa trayectoria a la que suma el hito de ser jefe del Equipo Científico de la misión Asclepios II, “un enorme, pero gratificante desafío”, asegura el joven de San Pedro de la Paz con la alegría y orgullo naturales de experimentar cuando los ideales que han inspirado desde temprano en la vida se vuelven realidad: “ser parte de esta misión me permite cumplir un sueño que llevo desde el colegio que es adentrarme al sector espacial. Mi anhelo es ser investigador y dedicarme a los proyectos espaciales, involucrarme en el desarrollo tecnológico y contribuir a ello”.
Liderar desde Chile
Asclepios II es un proyecto internacional de misiones espaciales análogas dirigido por estudiantes para estudiantes y el universitario UdeC cuenta que “busca simular misiones espaciales de corta duración sobre otro cuerpo celeste como la Luna o Marte, allanando así el camino a la futura exploración espacial del Sistema Solar”. Sus jóvenes responsables pertenecen a distintos países, fundamentalmente de América y Europa, y se dedican largos meses tanto a diseñar como desarrollar y realizar experimentos en la Tierra y que pueden replicarse en el espacio, trabajo para el que están bajo la tutoría de profesionales capacitados.
Es la misma misión para la que su compañera de carrera Tatiana López fue seleccionada como la primera astronauta análoga chilena, perteneciendo al grupo que deberá ejecutar las pruebas desarrolladas que se eligieron y que Nicolás Sepúlveda ha estado encargado de administrar desde su recepción hasta su ejecución y monitoreo, desde su rol de dirigir al equipo integrado por decenas de estudiantes junto a destacados investigadores e instituciones apoyando el diseño de experimentos.
Algo pronto a ocurrir, cuando en pocos días la misión materialice su etapa final, tras más de un año de trabajo y preparación, con su implementación en Suiza en un sitio ubicado en el corazón de Los Alpes y donde se realizarán los experimentos en una base que simulará un hábitat lunar aislado del mundo, adelanta Sepúlveda, quien se dirigirá a la nación europea el próximo 6 de julio para consolidar su papel. “Los astronautas análogos van a ser monitoreados las 24 horas por nosotros para asistir remotamente”, cuenta sobre una experiencia de control cuya complejidad y envergadura es similar a la que se ve en populares películas sobre viajes al espacio, pero que el joven protagonizará en la realidad y no como estrella de la ficción.
Aprender haciendo y fallando
Hoy Nicolás Sepúlveda es jefe del equipo científico de Asclepios II, pero no es nuevo en el proyecto, pues se unió en 2020 para trabajar en el desarrollo de la primera misión realizada en julio de 2021. Exitosa experiencia que tuvo gran impacto en él y reconoce que eso lo impulsó a tomar un rol más protagónico y desafiante, postulando al cargo que ahora ejerce.
Asclepios tampoco fue la primera vez en que se involucró de un evento de este tipo, si bien la envergadura de la misión no se iguala. Su vocación e interés científico lo exploró y consagró siendo escolar y durante la enseñanza media participó del campamento científico internacional National Youth Science Camp, realizado en Estados Unidos. Como universitario, dentro de la UdeC se ha implicado en varios proyectos ingenieriles relacionados a lo aeroespacial. “Lo más bello de esas experiencias en los primeros años de la universidad era el aprender haciendo y aprender fallando. Muchas de las cosas se aprenden intentando y a partir de la experiencia”, manifiesta. Además, hizo su práctica profesional en la Universidad de Chile, donde trabajó con los satélites Suchai 2 y 3 y con PlantSat en meses previos a su lanzamiento, y sostiene que “conocí en primera persona la complejidad y belleza de desarrollar proyectos espaciales, con potenciales inimaginables en desarrollo científico tecnológico y, a la larga, inspirador a futuras personas que quieran participar del área aeroespacial”.
Es que sabe que en proyectos de este ámbito son muchas disciplinas y conocimientos que se necesitan y combinan para desarrollarse con éxito, y también que adentrarse precozmente es clave para afrontar esa complejidad y facilitar el camino, ganando experiencia formativa, científica y laboral que se traduce en gran ventaja para proyectarse.
Vivencia que lo hace motivar a escolares y universitarios a buscar y explorar posibilidades vinculadas a áreas de interés. “Hay que atreverse a buscar sueños y oportunidades. Si sienten que no tienen un sueño definido, hay que explorar lo más posible sobre cualquier tema que llame la atención, sea científico o no. Ser parte de estas instancias es un paso enorme para desarrollarse”, cierra.
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