Escritora Nicaragüense, Gioconda Belli: "América Latina tiene un poder extraordinario en su gente"

Crédito: DirCom UdeC Sede Santiago
La destacada novelista y poeta fue reconocida por la Universidad de Concepción como Visita Distinguida por su “sostenido aporte al enriquecimiento de la cultura hispanoamericana, contribuciones que se evidencian en sus publicaciones, premios y distinciones”.
Gioconda Belli quería ser médico. Así se lo contó a la Decana de la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción momentos antes de ser investida con la medalla de Visita Distinguida de la centenaria Casa de Estudios penquista.
La destacada novelista y poeta nicaragüense, que fue despojada de su nacionalidad hace poco más de dos años al ser calificada como “traidora a la patria” por el régimen de Daniel Ortega, llegó a Chile para cumplir con una serie de compromisos editoriales en el marco de su última novela “Un silencio lleno de murmullos” (Planeta, 2024). Durante su visita a nuestro país, fue reconocida por la Universidad de Concepción por su “sostenido aporte al enriquecimiento de la cultura hispanoamericana, contribuciones que se evidencian en sus publicaciones, premios y distinciones”, como reza el libro de Visitas Distinguidas que firmó, emocionada, en la ceremonia llevada a cabo el pasado jueves 15 de mayo en la Unidad de Santiago de la UdeC.
Su pelo largo y ensortijado la hacen inconfundible. Su voz pausada y cálida no concuerda con la potencia y fortaleza que transmite o, tal vez, las hacen más patentes por oposición. Cercana, dispuesta a conversar, a compartir su experiencia, sus recuerdos, la escritora convocó a una gran cantidad de personas a la ceremonia encabezada por el Rector Carlos Saavedra Rubilar, las Vicerrectoras Paulina Rincón González y Ximena Gauché Marchetti, y el Secretario General, Marcelo Troncoso Romero, quienes asistieron especialmente a las oficinas de la UdeC en Santiago para concretar su reconocimiento. Ahí contó que quería ser médico, pero las circunstancias de la sociedad en que vivía y la imagen de la mujer en ese entorno no se lo hicieron propicio. No obstante, Gioconda hizo crecer en su literatura una voz femenina en contraposición a los estereotipos masculinos, utilizando un modo autobiográfico en su modo narrativo hasta construir una serie de personajes potentes en el identitario femenino.
En una aplaudida semblanza durante el desarrollo de la ceremonia universitaria la Vicerrectora de Relaciones Institucionales y Vinculación con el Medio, para sorpresa de la misma autora, situó el nacimiento de Gioconda Belli el mismo año en que se firmó la Convención internacional para la prevención y sanción del delito de Genocidio y un día antes del histórico 10 de diciembre en que se firmó la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Ese sería, a juicio de la misma autoridad universitaria, un “verdadero presagio” (aludiendo a su libro de 1990, Sofía de los Presagios) de su defensa de los derechos humanos y la democracia que han marcado su vida y su obra.
Libre aunque no tenga nada
Gioconda Belli recibió la medalla Visita Distinguida en el contexto de la celebración de los 106 años de la Universidad de Concepción, además lo hizo en el marco de la conmemoración de los 60 años del Mural Presencia de América Latina, monumental obra que representa la identidad latinoamericana, algo de lo que la artista ha tenido y tiene mucho que decir.
Agradecida del reconocimiento que, dijo, era como un abrazo y una hermosa sorpresa, la escritora comenzó su alocución de agradecimiento con el desgarrador poema Despatriada (2021), que termina la enumeración de horrores íntimos con “…Me fui con mis palabras a la calle/ Las abrazo, las escojo/ Soy libre/ Aunque no tenga nada”.
-Gioconda, le acaban de mostrar la réplica del mural Presencia de América Latina, nuestro orgullo universitario y Monumento Histórico Nacional que, hace 60 años ya, reflejaba esa América Latina mestiza, en ocasiones herida, en otras convulsionada. Sus libros tienen mucho de esto, de lo terrible, de lo maravilloso también que tiene nuestro continente ¿Cómo vive la América Latina de hoy? ¿Cómo la ve usted?
Yo siento que América Latina tiene un poder extraordinario en su gente, sobre todo. Que hay una enorme vitalidad, arte, creatividad… Pero hemos tenido mala suerte en términos de gobernantes, en términos de caminos que hemos escogido para el desarrollo, y uno siempre está esperando que se puedan lograr cambios importantes. Ha habido cambios importantes, pero pasamos por ciclos. Y este es un ciclo interesante, porque vamos a ver toda esta discusión geopolítica y este nuevo arreglo geopolítico del mundo que, no sabemos dónde nos va a dejar o si vamos a poder aprovechar ciertos huecos que se están produciendo para introducirnos mejor. Para mí el sueño sería la unidad latinoamericana, porque juntos seríamos un poder extraordinario. Pero, como estamos tan diversos, eso no nos ayuda.
-¿Y qué papel cree usted que debería jugar la academia, las universidades, en este sueño que tiene? ¿Es de las que confía en el aporte universitario a ese cambio?
Sí, totalmente. Creo que tenemos que cerrar filas, porque realmente hay un ataque a la educación ahora. Ese ataque a la educación tiene que ver con que a los gobernantes, que nos quieren manipular y llevarnos en una dirección muy conservadora, les conviene que la gente no tenga pensamiento crítico, que no desarrolle su amor por la historia, por el arte. Para mí la universidad es el eje fundamental del desarrollo.
-La última pregunta, que tiene más que ver con sus libros: ¿cuál es su personaje favorito? ¿Cuál es al que le tiene más cariño?
Tengo dos… ¡ay!, tres. Es que son como hijos míos: Lavinia, por supuesto, de ‘La Mujer Habitada’; a Itzá también la quiero mucho, y también Eva, de ‘El infinito en la palma de la mano’… y Sofía, la de ‘Los presagios’. Son cuatro, ¡ya llevo cuatro! Bueno, pero es que ese es el problema de los libros, son como hijos, entonces es como escoger a qué hijo quieres más.
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