El deterioro de la cobertura forestal intensifica la erosión de los suelos, alterando su composición química y biológica. Según académicos de la Universidad de Concepción, la pérdida de los bosques y plantaciones reducen la retención de agua, debilita la capa orgánica, afecta a la diversidad de microorganismos y a la fauna.
El desgaste del suelo puede producirse de forma natural, producto de la lluvia y el viento, pero también por la intervención del ser humano, como la deforestación, el sobrepastoreo, la agricultura intensiva y su mala gestión. Sin embargo, siguen existiendo fenómenos multifactoriales que dependen de las condiciones de la superficie o de la vegetación, siendo algunos más o menos susceptibles a este fenómeno.
El proceso de erosión de los suelos está compuesto por tres etapas: la primera es el desprendimiento; la segunda, el transporte del material, ya sea por agua o por viento; y, por último, la sedimentación, que corresponde a la acumulación de lo arrastrado en un nuevo lugar.
La académica del Departamento de Silvicultura de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Concepción, Dra. Tamara Gorena Hernández, indicó que “cuando tenemos suelos muy erosionados y degradados, las lluvias altas e intensas provocan movimientos de masa importantes. Estos afectan directamente a la ciudadanía, donde se produce el colapso y la caída de barro y agua sobre las casas”.

Las raíces de los árboles, tanto nativos como introducidos, ayudan a reducir el desprendimiento, manteniendo el terreno en su lugar. Además, “la erosión de los suelos se produce por una multitud de factores. Si bien el follaje es importante, la pendiente también es relevante. Por lo tanto, no podemos plantar cualquier especie en pendientes altas: hay que equilibrar la vegetación y las prácticas que podamos aplicar para evitarla”, explicó la Dra. Tamara Gorena.
Aportes de las especies nativas a la composición química y biológica del suelo
Por esa razón, la pérdida de la cobertura de bosque nativo trae consigo un impacto a corto y largo plazo en la estructura de la tierra. “Si hay un incendio, por ejemplo, se eliminará toda la capa vegetal, la cual permite que el agua ingrese de manera más lenta, ayudando a disminuir el impacto de la gota de lluvia sobre el suelo”, señaló la académica de la Facultad de Ciencias Forestales.
Por otro lado, las especies nativas tienen una tasa de degradación de hojas más alta, lo que enriquece el suelo con materia orgánica, mejora su composición química y, a su vez, contribuye a la biodiversidad.
“Cada organismo vegetal, según lo que se ha estudiado, tiene ciertos exudados, es decir, compuestos que se producen y se expulsan al terreno, y que se asocian a determinadas biotas, hongos y bacterias únicas de ese lugar”, resaltó el académico de la Facultad de Ciencias Forestales y Director del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB), Dr. Aníbal Pauchard Cortés.

“En la capa más superficial del suelo, que es la más biológicamente activa, encontramos la mayor cantidad de bacterias y hongos, pensemos en microorganismos, pero también gusanos y escarabajos, que no se observan con tanta frecuencia en las capas profundas”, profundizó la Dra. Tamara Gorena.
La pérdida de la cobertura de los bosques afecta directamente la calidad y la estructura del terreno. Este se va simplificando, volviéndose más propenso a la erosión y conduciendo a la falta de la capa orgánica.
Erosión de los suelos: Consecuencias por perder zonas arbóreas
Por esa razón, el daño a la vegetación tiene un impacto directo en el ciclo hídrico, especialmente en la intercepción de la precipitación y en la biodiversidad. Por lo tanto, “donde ha existido bosque nativo por muchos milenios, lo más importante es mantener esa cobertura. Es fundamental la identidad de las especies”, recalcó el Dr. Aníbal Pauchard.
“Es diferente tener una arboleda compuesta por diferentes tipos, por ejemplo del género Notophagus, que tener uno de otros organismos. Los árboles nativos que son reemplazados por otras introducidas, no cumplen el mismo rol en términos de biodiversidad”, agregó el coautor del estudio “Biological invasions: a global assessment of geographic distributions, long-term trends, and data gaps”.
En ese sentido, la Dra. Tamara Gorena indicó que un solo tipo de especie no tiene el mismo impacto que un bosque diverso. Esto se debe a que no se generan las condiciones óptimas, como, por ejemplo, en la producción de materia orgánica. Adicionalmente, la forma de las plantaciones (como las de eucaliptus o pino) influye y afecta negativamente la capacidad de resguardo de los animales. Esto se debe a la manera en que se plantan, dejando cierta distancia para permitir el paso de la maquinaria.
Ambos especialistas coinciden en que la pérdida de estos espacios no solo afecta la calidad del suelo, sino que también incide directamente en el ecosistema. “En los bosques nativos, en términos funcionales los árboles son los dominantes, pero estos no están solos (…) hay una biodiversidad que está alojada y asociada a esta cobertura arbórea”, puntualizó el Dr. Aníbal Pauchard.
