Con participación UdeC: descubren cambios en superficie que permitirían anticipar terremotos
Crédito: Wikimedia Commons
Se trata de parte de los resultados de una nueva investigación realizada por científicos de Alemania, Chile y Estados Unidos, entre los cuales se cuenta el geólogo de la Universidad de Concepción Marcos Moreno Switt.
En los meses previos a los terremotos de Chile 2010 y Japón 2011 se produjeron oscilaciones de la superficie terrestre, en extensiones de unos 1.000 kilómetros en cada país, luego de lo cual se generó el desacople de las placas tectónicas provocando ambos grandes sismos.
Este es parte de los resultados de una nueva investigación realizada por científicos de Alemania, Chile y Estados Unidos, entre los cuales se cuenta el geólogo de la Universidad de Concepción Marcos Moreno Switt. Este equipo investigó las señales que captaron el movimiento de estaciones de navegación por satélite GNSS (GPS) antes de los grandes terremotos de 2010 (8,8) y de 2011 (9,0). Los científicos reportan su trabajo en el último número de la prestigiosa revista «Nature».
¿Cuál fue este movimiento?
Ambos eventos ocurrieron en el borde del Pacífico, donde las placas oceánicas se sumergen debajo de la corteza continental u oceánica en un proceso llamado subducción.
Durante años y décadas la energía sísmica se acumula lentamente, lo que produce un movimiento constante de la superficie terrestre debido al acople entre la placa tectónica que se hunde con la que está sobre ella.
En el caso de Chile, se registra como un movimiento lento de compresión hacia el este (Argentina). Este estudio demuestra que de manera reiterada las estaciones de GPS se desplazaron en dirección opuesta a su movimiento normal, es decir, hacia el Oeste (hacia el Océano Pacífico); pero luego invirtieron de nuevo su dirección para volver a su movimiento normal.
Lo más interesante es que, en ambos casos, muy poco después de la segunda inversión, el contacto de las placas se rompió y se produjeron estos terremotos. Estas oscilaciones de movimientos contrarios al movimiento normal indican un cambio en el comportamiento entre las placas antes de grandes terremotos, mostrando un potencial período precursor que precede a la liberaron de energía durante un gran terremoto.
En Japón, el gran número de estaciones permanentes permitió detectar con gran precisión espacial y temporal los cambios en la velocidad y la dirección en que se mueve el suelo antes del terremoto. En Chile la red no es tan densa, pero permitió registrar un patrón de movimiento similar antes del terremoto del 2010.
Los investigadores estudiaron posibles causas y potenciales mecanismos artificiales responsables de estos cambios de movimiento, no encontrando ninguna explicación que no sea relacionada a procesos que ocurren antes de grandes terremotos. Ante ello, sugieren que existen deformaciones transitorias en la superficie terrestre que son resultado de cambios que ocurren a grandes profundidades, ya que tienen un efecto continental.
Los autores proponen que estas oscilaciones son consecuencia de períodos donde hay un mayor “tirón” en las placas tectónicas, causado por cambios en la composición y densidades en la placa oceánica a medida que ésta se hunde bajo el continente. Y estos períodos de mayor tirón aceleraron la carga en los segmentos acoplados más superficiales que están atascados por la fricción, áreas donde se generan estos grandes terremotos.
Este estudio demuestra la importancia de monitorear con datos satelitales la deformación del suelo de nuestro planeta, el cual es la herramienta hoy más relevante para comprender mejor los procesos que anteceden grandes terremotos.
Consultado sobre las implicancias de este estudio, el Dr. Marcos Moreno dice “gracias a los datos satelitales hoy podemos identificar con gran precisión cómo se deforma la superficie de la Tierra antes de grandes terremotos. Esto nos permite identificar los cambios que pueden estar relacionados a los procesos que gatillan los terremotos. Es probable que la gran mayoría de los grandes terremotos estén acompañados de actividad precursora, como ya se había registrado antes del terremoto de Iquique el 2014, y ahora antes de los terremotos de Japón el 2011 y Maule el 2010. Aún falta mucho para comprender mejor esta actividad precursora, pero es un gran avance poder detectar estos movimientos. Esto es el foco de nuestro nuevo proyecto Anillo 2020 Precursor, financiado por la Anid, en el cual integraremos un equipo interdisciplinario de investigadores chileno y extranjeros para obtener más y mejor información de estos procesos”.
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