Científico UdeC integra grupo premiado por estudio sobre algas
Erasmo Macaya participó de un trabajo internacional que recibió el galardón al mejor artículo del año. Este analizó la flotabilidad del género a la que pertenece el cochayuyo, del que se describió una nueva especie endémica.
El cochayuyo es una de las algas más reconocidas por la población nacional, componente del patrimonio alimentario y cultural ancestral de los pueblos originarios en la zona costera, parte de la gastronomía popular. Pero, sigue develando secretos si se estudia.
Hasta hace poco Durvillaea antarctica era el nombre científico para agrupar a todo el presente en la costa chilena, distribuido entre las regiones de Coquimbo hasta la de Magallanes y Antártica Chilena, pero un estudio reciente verificó diferencias geográficas y genéticas en la especie a lo largo de las costas chilenas y demostró la existencia de dos, denominando a la nueva especie de cochayuyo como Durvillaea incurvata y catalogándola de endémica; la otra también se halla en la zona subantártica y Nueva Zelanda.
Ese fue uno de los relevantes resultados de una investigación internacional publicada a fines de 2019 en la revista Journal of Phycology en un artículo que como co-autor tiene al doctor Erasmo Macaya, ficólogo y director del Laboratorio de Estudios Algales Algalab del Departamento de Oceanografía de la Universidad de Concepción (UdeC), y que por su impacto científico hizo que el equipo de investigadores recibiera, recientemente, el premio Luigi Provasoli en la versión 75 de la conferencia anual de La Sociedad de Ficología de América como el artículo más destacado del año.
El estudio lo lideró la doctora Crid Fraser desde la Universidad de Otago en Nueva Zelanda y su objetivo principal fue analizar el origen, evolución e importancia biogeográfica de la flotabilidad en el género Durvillaea al que pertenece el cochayuyo, del grupo de las algas pardas.
Los resultados
En conversación con Diario Concepción, Erasmo Macaya, también investigador del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (Ideal) de la Universidad Austral de Chile, explica que ciertas algas poseen aire dentro de sus tejidos y ello les permite flotar tras desprenderse del fondo marino, pudiendo movilizarse por la superficie y alcanzar largas distancias ayudadas por viento y corrientes marinas. “Se ha propuesto que el cochayuyo en nuestras costas tendría origen en Oceanía y habría colonizado estas latitudes mediante algas que viajaron flotando siguiendo las corrientes marinas”, destaca.
La flotabilidad, además, es una forma de movilizar a otras especies que viven asociadas: ser refugio de muchas otras especies es uno de los roles ecológicos del género Durvillaea, que además absorbe CO2 y produce oxígeno. “Es un mecanismo alternativo de dispersión que permite a muchos organismos alcanzar y colonizar lugares lejanos, que por sus propios medios sería imposible”, apunta. Algo de trascendencia ecológica, pues pueden transportar hacia otros ecosistemas a organismos exóticos que se transformen en invasores y afecten la biodiversidad endémica.
Al respecto, el doctor Macaya afirma que “el estudio determinó que el estado ancestral de estas algas no era flotante y es una característica que se ha obtenido y perdido varias veces en la evolución del grupo”. Y los hallazgos sugieren que la dispersión a larga distancia juega un papel clave en la evolución, pues facilita la divergencia, expansión y movimiento de las especies como respuesta a cambios ambientales. Pero, el trabajo también concluye que, si bien la flotabilidad es un rasgo que puede ayudar en la dispersión de las algas y genera presión evolutiva de ganancia, “hay una presión evolutiva para su pérdida, debido a que restringe a las algas a rangos ambientales estrechos”, resalta. Por ejemplo, las algas flotantes no pueden vivir a grandes profundidades, las especies flotantes de Durvillaea se restringen a la zona intermareal donde ocurren altas fluctuaciones de variables ambientales como la temperatura y desecación, quedando más vulnerables a exponerse durante la marea baja.
Resolver la taxonomía
La investigación también resolvió la taxonomía del género, de las que hasta antes del estudio había descritas 6 especies, destaca el doctor Macaya. Es que la especie endémica de cochayuyo (collofe en mapudungun y muy relevante para los mapuche lafkenches) es una de las dos nuevas que describieron y zanjó una discusión, pues cuenta que “había algunos datos moleculares que indicaban dos especies de cochayuyo para Chile, sin embargo, una no estaba descrita formalmente”.
Ese paso dio el grupo mediante diversos análisis moleculares para desarrollar un completo estudio taxonómico que llevó a rebautizar al cochayuyo chileno, que morfológicamente ni a simple vista se diferencia del Durvillaea antarctica.
Para lo anterior fue clave Algalab, que recolectó las muestras de las algas que se hizo en la Región del Biobío, zona de Chile donde hay importante extracción de esta para su comercio y consumo, y también colaboró con la descripción morfológica de la nueva especie.
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