Académico UdeC advierte que, pese a que lluvias disminuyeron megasequía, la escasez de agua no está resuelta
Crédito: Facultad de Agronomía.
El verano próximo será menos seco que el anterior, sin embargo desde el Crhiam UdeC remarcan que existen muchos aspectos a considerar para intentar revertir la crisis hídrica.
El 2023 quedará en la memoria como un año extremo en términos climáticos, marcando este período por los fuertes incendios forestales del verano y el sistema frontal de junio, los cuales trajeron graves pérdidas materiales y humanas.
Pasadas ambas contingencias, pero especialmente por las fuertes lluvias, queda la duda de cuál es la situación hídrica actual, considerando que con el acercamiento de la temporada estival también surge el temor por nuevos incendios.
“A pesar de la cantidad de lluvia que recibimos desde junio, este año termina sólo con un leve superávit de precipitación en Chillán (+7,5), con déficit en Concepción (-18,4) y probablemente con mayor superávit hacia la Cordillera de los Andes. La buena noticia es que los embalses se llenaron y la Laguna del Laja presenta su mayor volumen en muchos años (cerca de 2.000.000 millones de m3), lo que nos asegura disponibilidad de agua para esta temporada de riego y probablemente las del próximo año”, indica el Investigador Principal del Centro de Recursos Hídricos para la Agricultura y la Minería (Crhiam UdeC), Dr. José Luis Arumí Ribera.
El académico recalca que las lluvias recargaron los acuíferos y en general existe un almacenamiento de agua superficial que se reflejará en una temporada de verano con un ambiente menos seco, que ayuda a una mayor resiliencia contra los incendios.
“Es importante tener en cuenta que las lluvias de este año son un alivio a la megasequía, pero no podemos considerar que el problema de escasez de agua se resolvió, sino que debemos seguir trabajando, considerando ahora también el riesgo de inundaciones”, advirtió el Académico.
Si bien la lluvia mejoró en algo la situación hídrica, la situación política no parece ir en el mismo sentido a juicio del Investigador, puesto que considera que los Consejos de Cuencas impulsados por el Gobierno del Presidente Gabriel Boric no muestran mucho avance, lo cual se sumaría a múltiples iniciativas fallidas desde 2012 por los diferentes gobiernos de turno.
“En ese sentido son relevantes los avances registrados mediante varias leyes como la de los Servicios Sanitarios Rurales, la modificación del Código de Aguas el 2022, la Ley de Cambio Climático y la extensión de la Ley de Riego este año. Iniciativas interesantes que vienen del sector privado son la implementación de sistemas de telemetría y de distribución de aguas de riego mediante compuertas automáticas, que realizan las Organizaciones de Usuarios de Agua con el apoyo de la Comisión Nacional de Riego y la construcción de proyectos interesantes como la interconexión Quillón-Florida en el caso de lasSanitarias”, agregó el Dr. Arumí.
También en términos de políticas públicas, actualmente el Congreso se encuentra tramitando una modificación al DFL 1123 de Ejecución de Obras de Riego por el Estado, el cual, de acuerdo al Especialista, permitirá reimpulsar la construcción de embalses grandes y medianos que son necesarios para generar otros proyectos que permitan implementar otras soluciones, como la mejora de la distribución de agua y la recarga artificial de acuíferos.
El Dr. Arumí señala que desde la Academia existen otras preocupaciones adicionales:
“Un tema que es preocupante es el avance indiscriminado de las parcelaciones en las zonas rurales. Estas parcelaciones reducen la superficie productiva, que ya ha disminuido en casi un 20%; presionan los Sistemas Sanitarios Rurales con grandes aumentos de demanda (hasta duplicar el número de arranques de algunos APR); aumentan el riesgo de incendios forestales y generan impacto ambiental al fragmentar los corredores biológicos e introducir mascotas, sobre todo en la precordillera”, manifestó.
Asimismo, otro problema es la necesidad de buscar un uso del agua que satisfaga todas las demandas de los actores, considerando usos productivos como el abastecimiento de agua potable, el riego, generación de energía, y minería; con otros usos como la protección de ecosistemas, el turismo y la satisfacción de valores culturales.
“El desafío acá es poder cuantificar esos usos y generar balances hídricos adecuados, finalizó el Profesional.
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