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La revolución verde, las biorrefinerías, las energías renovables y la reducción de combustibles fósiles tiene que ir acompañada con tu cambio de actitud.
Entre los años 1995 y 2010, Chile experimentó enormes cambios en materia de gestión de desechos, pasando de una disposición total de residuos domiciliarios en vertederos y basurales, a disponer más del 60% de estos en rellenos sanitarios. Sin embargo, distintos informes evidenciaban que, a pesar de las mejoras ambientales logradas, poco se había avanzado en la valorización de los residuos, cuya tasa era aproximadamente de un 10% del total de residuos que a la fecha se estaban generando.
Hoy en día, el mundo requiere imperiosamente un cambio. Este cambio, más que tecnológico o económico es de tipo mental y actitudinal. La solución para transformar al mundo en un ambiente más limpio, sostenible y amigable está en las manos de cada uno de nosotros. Hoy en día, en el mar existen islas de basura conformadas por más de 99% de plástico de petróleo. Estas islas poseen varias veces la superficie del territorio chileno y existe evidencia científica del grave daño que este material provoca a la flora y fauna marina. Otros fenómenos a escala global y que impactan la salud y el equilibrio de todo el planeta, tales como la muerte de los arrecifes de coral y la destrucción de la amazonía, pueden revertirse si cada uno de nosotros aporta un grano de arena en sus rutinas de vida.
El uso de botellas plásticas reutilizables, la separación de la materia orgánica para convertirla en compost, el reciclaje de plástico, papel, vidrio y metales son sin duda una excelente contribución hacia el cambio que el planeta solicita. Otro aspecto clave y que debe ser tomado en cuenta por nuestra sociedad y en especial por los jóvenes, es no caer en la tentación que impone el actual sistema comercial y económico, basado en convencernos de que nuestros teléfonos, computadores, ropa y productos de uso diario son extremadamente desechables. No es posible que cambiemos de teléfono y de computadora cada 6 meses y no es posible que cambiemos de ropa cada año, solamente porque el sistema comercial imperante nos hace creer que ya “han pasado de moda”.
El celular que tú desechas generó decenas de kilos de dióxido de carbono, y al desecharlo y comprar uno nuevo, vuelves a “comprar” muchas más decenas de kilos de dióxido de carbono que van a nuestra atmósfera. En cuanto a la ropa, se estima que un 20% de toda la contaminación del agua industrial del mundo se asocia a su fabricación. La próxima vez que pienses en desechar tu ropa y tus equipos electrónicos “obsoletos”, en vez de seguir utilizándolos o reutilizándolos contigo, en tu propia familia o con tus amigos, piensa en la tremenda contribución que estás haciendo en mejorar la calidad de nuestro planeta cada vez que promuevas esta actitud, por lejos más madura y responsable, acorde a la urgencia que amerita nuestra querida y maltratada tierra.
La revolución verde, las biorrefinerías, las energías renovables y la reducción de combustibles fósiles tiene que ir acompañada con tu cambio de actitud.
Columnista(s)
Dra. Mónica Montory González
PhD in Environmental Science
Facultad de Ingeniería Agrícola
Universidad de Concepción
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