Tifus de los matorrales: un nuevo agente infeccioso asociado a las actividades del verano
Crédito: Unsplash.com
El tifus de los matorrales, conocido también como fiebre de la maleza, es una infección aguda causada por bacterias del género Orientia y se transmite a las personas a través de la mordedura de cierto tipo de ácaros que parasitan a roedores silvestres.
La llegada del verano trae consigo un aumento de las actividades al aire libre, ya sea recreacionales o laborales y, con ellas, mayores probabilidades de contacto con agentes infecciosos que están en la naturaleza.
Así como ocurre con el hanta, la temporada estival también se asocia al incremento de casos del tifus de los matorrales, como ocurrió a comienzos de este año en la Región de Los Lagos, donde entre febrero de 2015 y de 2023, se pasó de dos a casi treinta casos.
Este es solo un ejemplo del incremento de la enfermedad, que se puede explicar por la mayor presencia de personas en zonas naturales tras el fin de las restricciones de la pandemia.
El tifus de los matorrales, conocida también como fiebre de la maleza, es una infección aguda causada por bacterias del género Orientia y se transmite a las personas a través de la mordedura de cierto tipo de ácaros que parasitan a roedores silvestres.
El académico de la Facultad de Ciencias Veterinarias y Dr. en Ciencias Silvoagropecuarias y Veterinarias, Carlos Landaeta Aqueveque, cuenta que “originalmente el tifus de los matorrales estaba acotado a una zona del Asia Pacífico conocida como el Triángulo de Tsutsugamushi”. De allí el nombre de la bacteria causante de la patología en esa zona, Orientia tsutsugamushi.
El primer registro de la fiebre de la maleza fuera de esta zona fue en Oriente Medio con Orientia chuto como agente infeccioso; mientras que en Chile la enfermedad se conoció en 2006.
“El primer reporte en Chile fue de un grupo de estudio que estaba trabajando con rickettsiosis, quienes reportaron la presencia de la bacteria en tres personas de Chiloé; se hizo un análisis genético inicial y se determinó que era Orientia tsutsungamushi. Sin embargo, los análisis moleculares posteriores indicaron que se trataba de otra bacteria”, explica el académico.
La bacteria aún tiene el estatus de candidata a nueva especie por lo que se cita como Candidatus Orientia chiloensis.
Ácaros vectores
La bacteria usa como vectores ácaros trombicúlidos, pequeños artrópodos que pueden estar en la vegetación o en el suelo, y desde allí colonizan a roedores silvestres, que son sus hospederos naturales.
A través de los roedores o por sus propios medios, los ácaros pueden llegar no sólo a matorrales, sino también a la leña que, ya se ha visto, también ha sido una vía de contagio, al ser transportada por las personas. Esto sugiere la presencia tanto en el ambiente silvestre como cerca de los domicilios en zonas rurales. “No se ha reportado dentro de los domicilios ni en el ambiente urbano”, aclara el Dr. Landaeta.
Asimismo, se cree que algunos ácaros pueden ser portadores natos del agente infeccioso, ya que habría transmisión vertical (de la madre a su descendencia) entre los ácaros, acota el académico, especialista en parasitología.
El docente destaca los aportes que ha hecho en esta área la exalumna de la UdeC, María Carolina Silva de la Fuente, quien ha identificado a los ácaros portadores de la bacteria en Chile.
Son organismos muy diminutos, de coloración rojiza, similares a los que se instalan alrededor de los ojos de las lagartijas, dice el experto; el punto está en que es muy difícil visualizarlos en el ambiente natural.
En Chile se han identificado como posibles vectores cuatro especies de ácaros, dos del género Herpetacarus, una del género Paratrombicula y una del género Argentinacarus; en tanto, los casos se han registrado fundamentalmente en el sur del país, en las regiones de Los Lagos (Chiloé, Cochamó, Puelo, Tagua Tagua y Pumalín), de Aysén (Queulat y Tortel) y Magallanes (Tierra del Fuego), y también en la nuestra, en Alto Biobío.
El académico agrega que también se ha detectado la enfermedad a nivel de estudios seroepidemiológicos (en anticuerpos) en Arica y Parinacota, Coquimbo, Región Metropolitana y Araucanía. Aquí, indica el experto, es difícil precisar el lugar de origen y el momento del contagio.
Síntomas
El Dr. Landaeta explica que entre los signos clínicos de la picadura están la presencia de sarpullido y prurito pasajero o que cede frente a antialérgicos. Si se transmite la bacteria, aproximadamente dos semanas después pueden aparecer los síntomas de la enfermedad, siendo los más característicos la fiebre, el sarpullido papular (con pequeñas vesículas) y la necrosis (ennegrecimiento) de la zona donde ocurrió la picadura.
También se observan otros signos como dolores abdominal, de cabeza, muscular, articular, retro orbital; conjuntivitis, escalofríos y fotofobia, que son indicadores de la infección por la bacteria.
Lo importante es que existe un tratamiento antibiótico, con doxiciclina, que está disponible en Chile y que ofrece una rápida recuperación.
La proximidad del verano llama a la precaución, considerando medidas como evitar salir de los senderos oficiales en sitios como parques nacionales o circuitos de senderismo; acampar en sitios habilitados, evitando pastizales y arbustos muy cerca de la carpa. y consultar a un médico ante cualquier sospecha de contacto con el patógeno.
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