Familia, amistades y la comunidad UdeC se reúnen en homenaje musical al fallecido Dr. Aldo Montecinos Gula
Crédito: Diario Concepción
A cuatro meses de partir, su banda Mathra Spenta realizó emotivo concierto-homenaje a quien fuera bajista, profesor de la UdeC, padre y una supernova de ideas que no deja de entregar música y mensaje.
Fue como él lo hubiese querido. Su gente y su obra, todos presentes en la que siempre será su casa. Aldo Montecinos estuvo una vez más en la UdeC. A cuatro meses de su partida fue homenajeado por su banda de siempre, Mathra Spenta, y en ese auditorio estuvo su familia, alumnos, gente que viajó de muy lejos y otros músicos admiradores de su creación. Su abuela lo dijo tras el último tema: “estaba aquí a mi lado. En un momento sentí que tiraba mis pelos”. Y luego, una sonrisa. De esas que en momentos duros parecen tan imposibles.
El rector de la UdeC, Carlos Saavedra, se paró a hablar y nunca le costó tanto. Con la voz quebrada dejó de ser autoridad y habló el amigo. “Es difícil imaginar el campus sin Aldo, sin esa cabellera larga que dijo que nunca se iba a cortar. Su música y su vida siempre se trató de entender lo complejo y expresarlo. De ser crítico, pero aportar con creatividad. Siempre fue un motor y agradezco a su banda porque sin un equipo no se avanza solo”.
Y el rock partió con la formación original del grupo, con Paul Duvachelle en la batería y Cristián en la guitarra. También subió Nelson al bajo, quien contó que mucho tiempo fue roadie de la banda y que “Aldo usaba lentes ópticos y se los sacaba para tocar. Por eso marcaba los puntos del bajo con un plumón y aquí todavía están esos puntitos”.
Las emociones siguieron cuando el hijo de Aldo, Gabriel subió a tocar el bajo y demostró cómo le corre el rock por la sangre. En el aire había magia, silencios de gente que tragaba saliva cuando se suma el gran Luis Astudillo en las voces para cantar junto a Andrés Tassara un sentido “descubrir que lo más valioso es lo que indica el corazón”.
En la pantalla aparece la “Cleme”, su compañera de vida, que envía un maravilloso escrito leído por la esposa de Andrés. Todo el auditorio es una familia y en esa íntima confianza suena una de las tantas canciones que Aldo dedicó a su amada y corren las fotos, los recuerdos. Le regaló dos discos llenos de canciones. ¡Así de enamorado!
Se suman Luz Daniela Bravo, disfrutando de las cuatro cuerdas, y Leo Mantis dejando el alma en cada baquetazo. Golpeando con el corazón. Rodrigo Flores lee uno de los cuentos de Aldo, otra de las muy desarrolladas facetas de uno de los grandes letristas de esta zona. Su sueño era un día dedicarse a la literatura. Luego aparecen Kel Aguayo en percusión y Benjamín Guerra al bajo para tocar los temas nuevos, grabaciones que Aldo dejó antes del adiós, haciendo la tarea antes que todos.
De pronto, la guitarra acústica de un Pablo Muñoz que pasó de instrumento en instrumento y se sentó para un momento nada fácil. Qué fuerte es oír a Andrés cantando “ama intenso, este es el único momento” y describiendo a su amigo línea por línea. Fuerte, pero de una belleza inmensa que repletó el espacio. Jorge Villegas estaba en la batería, pero también allá, en otro lado. Porque era cosa de cerrar los ojos para sentir que no faltaba nadie.
El final fue de abrazos, anécdotas y tanta unión, que mal podríamos llamarlo un “final”. Por que hay personas especiales que logran eso, que unen aunque no se ven. Que nos enseñan a ser una sola cosa.
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