Juicio a la felicidad y al modelo de desarrollo: el valor de la filosofía en tiempos de crisis
Crédito: pxhere.com
El Covid-19 se convirtió en pandemia e hizo parar a gran parte del mundo, que hoy reflexiona sobre las razones por las que hemos llegado a este punto, sobre nuestra relación con la naturaleza, nuestras formas de consumo, el sentido de la vida y mucho más. Acá, la mirada en perspectiva de tres filósofos UdeC.
Hace un tiempo en una conferencia, el académico de filosofía de la Universidad de Córdoba (España), José Carlos Ruiz, un estudioso de la Hipermodernidad, exponía su visión crítica sobre el mundo actual, donde —en su opinión— la felicidad estaba sujeta a una serie de experiencias a las que prácticamente estamos obligados.
Para el especialista en filosofía contemporánea y pensamiento crítico, la vida en redes sociales, el consumo de tecnología; la dictadura de las tendencias en moda, viajes y deportes, entre otras cosas, son una “trampa que nos conduce a ser incapaces de parar y reflexionar”.
Pero apareció el Covid-19, se convirtió en pandemia e hizo parar a gran parte del mundo, que hoy reflexiona sobre las razones por las que hemos llegado a este punto, sobre nuestra relación con la naturaleza, nuestras formas de consumo, el sentido de la vida dentro de un conteo que a diario nos muestra el crecimiento de contagiados y muertos, el valor de nuestras relaciones, el modelo de desarrollo que queremos y más.
Mucho se ha hablado, en estos días de confinamiento, del aporte de la psicología para mantener un espíritu positivo, la mente tranquila y sobrellevar el estrés del encierro. ¿Y qué hay de la filosofía? ¿Puede ayudar en estas circunstancias? ¿Cómo?
La Vicerrectora de Relaciones Institucionales y Vinculación con el Medio UdeC y académica del Departamento de Filosofía de la Facultad de Humanidades y Arte, Claudia Muñoz Tobar, opina que esta disciplina puede aportar al análisis de la situación que vivimos hoy desde la diversidad de sus reflexiones acerca de lo esencial de la vida humana.
“Muchas recomendaciones de la psicología para sobrellevar un confinamiento que se vislumbra extenso, como mantener una rutina o priorizar metas, se explican porque tener fines y objetivos les da sentido a lo que hacemos. Forma parte de ser personas configurar nuestras vidas conforme a cierto orden o una jerarquía de fines. Cuando alguien dice que algo y ‘le da lo mismo’, está diciendo que no le importa o que carece de valor; si todo nos diera lo mismo, nada en nuestras vidas haría una diferencia que nos motive a levantarnos cada día”, dice.
Citando al filósofo Harry Frankfurt (Estado Unidos), la Dra. Muñoz afirma que es propio y no trivial que a todos nos importe algo. “Nos preocupa, por ejemplo, lo que le pase a las personas y otros seres que amamos, por eso deseamos que vivan en un mundo más solidario y justo. Durante este período de encierro estamos tomando conciencia, precisamente, de que en nuestras vidas hay cosas que son significativamente más importantes que otras. La diferencia entre lo superfluo y lo importante puede que esté apareciéndosenos ahora con mayor claridad y de cada uno o una dependerá que esta conciencia perdure en el tiempo, más allá de las circunstancias actuales”, señala.
Iguales ante la muerte
En situaciones extremas el valor de la vida y la presencia de la muerte cobran nuevas dimensiones, y eso lo saben, por ejemplo, los profesionales de salud que han vivido el colapso de los sistemas sanitarios en algunos países, viéndose enfrentados a decisiones tan radicales como decidir a quién privilegiar ante la escasez de recursos. Entonces el miedo a la muerte se instala en los potenciales nuevos enfermos.
“Toda enfermedad grave nos pone de cara a la muerte, que es precisamente lo que a diario tratamos de evitar. No es demasiado difícil, por lo demás, evitar pensar en la muerte, estamos hechos para eso, para distraernos, para hacer proyectos, para salir adelante o intentar salir adelante con nuestras vidas. Si estuviéramos todo el día pensando en la muerte, nadie saldría de la casa”, señala el académico de Filosofía, Felipe Fuentealba Rivas.
La pandemia del Covid-19, agrega, nos ha sacado de la tranquilidad relativa de nuestras vidas cotidianas y nos ha enfrentado al “Amo Supremo, como la llama Hegel, la muerte y de un modo doble: no solo nos acecha a nosotros, sino también a nuestros seres queridos”.
La situación actual —plantea— nos recuerda que somos frágiles y nos saca de nuestras preocupaciones diarias, nos lleva a una no-cotidianeidad mayor a la que estaba viviendo el país tras el estallido social. “Puede ser paralizante, es cierto, pero también ofrece la oportunidad para revisar la vida que tenemos, o que teníamos, y para repensar la sociedad que ha propiciado la situación en la que estamos”, opina.
El académico también acota que, si bien no podemos obviar la muerte, sí podemos elegir cómo enfrentarla como sociedad, un comentario que apunta al trato que en esta crisis se ha dado a los adultos mayores, como si se tratara de ciudadanos de segunda clase.
“Se dice que el Covid-19 mata principalmente a los adultos mayores, y se supone que eso debe aliviarnos. Los adultos mayores ya se encuentran relegados por nuestra sociedad de la producción y la tecnología: se los cree improductivos y poco aptos para aprender a usar los nuevos medios. Ahora, además, los juzgamos menos merecedores de la vida”.
En su opinión, este es uno de los varios aspectos que debemos repensar en esta crisis, porque “no hay seres humanos de segunda clase, porque todos somos iguales ante la muerte. Y porque todos somos iguales ante la muerte, todos somos igualmente dignos de la vida”.
La desolación y sus causas
También académico de Filosofía, el Dr. Rodrigo Pulgar Castro, pone de relieve que la filosofía está continuamente enfrentada a la necesidad de buscar explicaciones a la desolación y sus causas y que son varias las ocasiones en que ha tomado a las pandemias como objeto de su quehacer.
A veces, continúa, las analiza como realidad, estudiando y proponiendo formas políticas de operar para enfrentarla; otras, en términos descriptivos y, eventualmente, en tono anticipatorio, «a pesar de ser construida como narración desde hechos del pasado, como es el caso de La peste de Camus».
El académico nombra el libro Vigilar y castigar, ambientado en una ciudad francesa de fines del siglo XVIII, de Michel Foucault, en el que se describe un reglamento preparado para una posible peste, que instala la inspección y el control permanente sobre la población. “El caso es que es inevitable establecer la actualidad de la obra de Foucault con lo que hoy se vive, especialmente en lo político que se rinde a lo económico”, acota.
¿Cuál ha sido la reacción de la filosofía actual ante el Covid-19?
El docente cree que en algunos casos se han ensayado respuestas con demasiada premura, se han cometido errores y se ha corrido el riesgo de construir argumentos desde datos que no han sido comprobados, algo que, aclara, es contrario a la naturaleza de lo filosófico: “La razón como criterio conductor de la acción filosófica misma”.
Más allá del debate que han sostenido Slavoj Žižek y Byung Chul Han en torno al modelo de desarrollo (el primero sostiene su caída y el segundo su fortalecimiento) —y que, en su opinión, pueden perdernos— Pulgar destaca la defensa del rol del filósofo y filósofa por el derecho a cuestionar que se lee en los planteamientos que se han hecho desde la disciplina en Chile.
En ese contexto, se remite a un artículo publicado en La ventana ciudadana, en el que se hace hincapié en que esta pandemia abre un momento de aprendizaje, una mirada crítica, sobre el valor de un modelo de desarrollo y sus expresiones en distintos frentes.
“En el fondo me planteo filosóficamente que estamos frente a una posibilidad cierta de dar un giro de tuerca a un modo de vida, a un discurso político, que durante décadas ha sacrificado la vida de muchos por el mero interés económico”, puntualiza.
- Compartir
- Compartir