Investigadores llaman a unir esfuerzos y crear con urgencia el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas
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Chile tiene la oportunidad de cambiar el paradigma de relación entre las personas y la naturaleza, hacia un modelo que reconozca nuestra dependencia de la biodiversidad.
Si bien Chile ha avanzado en distintas materias ambientales, como la firma de adhesión al Convenio de Escazú y la incorporación de elementos claves en la propuesta de nueva Constitución, científicas y científicos del Instituto de Ecología y Biodiversidad, IEB, aseguran que es necesario hacer un esfuerzo transversal para lograr la creación del Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas, SBAP.
El SBAP es un proyecto clave que, de aprobarse, permitirá gestionar la conservación de la biodiversidad del país y abordar de manera integral la gestión de las áreas protegidas (tanto públicas como privadas), asegurando la conservación de genes, especies y ecosistemas de todo el territorio nacional.
Chile tiene la oportunidad de cambiar el paradigma de relación entre las personas y la naturaleza, hacia un modelo que reconozca nuestra dependencia de la biodiversidad. Este llamado, se adhiere al de afrontar, de manera urgente y conjunta, los desafíos de la enorme crisis de la biodiversidad que enfrentamos a nivel global y que amenazan no sólo a la salud de nuestros ecosistemas, sino también al bienestar de la humanidad en su conjunto.
“Ya no existe duda respecto a la crisis de la biodiversidad que enfrentamos. Frente a nuestros ojos vemos cómo las especies se extinguen, sus números disminuyen y los ecosistemas se degradan y aún así seguimos pensando que somos un ente separado de la naturaleza y que nuestro futuro está ajeno a este problema”, aseguró Aníbal Pauchard Cortés, director IEB, en el marco de la conmemoración del Día Mundial de la Diversidad Biológica.
A su vez, la Dra. Olga Barbosa, investigadora del IEB y directora del Programa Vino, Cambio Climático y Biodiversidad, VCCB, destacó que “nosotros somos biodiversidad, por tanto, esta crisis no solo la hemos provocado, sino que también nos afecta de manera directa y pone en serio riesgo nuestro bienestar como sociedad”.
Esta crisis, la cual ya es parte de un problema social y ecológico a nivel mundial, pone en valor el rol que cumplen los ecosistemas naturales en nuestra salud colectiva, entendiéndose la salud como un estado de completo bienestar físico, mental y social. Ya sea como individuos y comunidad, es un llamado a nuestra vitalidad como especie en un sistema interconectado con la naturaleza
En este contexto, es importante comprender que de forma directa o indirecta todos los seres humanos dependemos de la naturaleza, no solo en ecosistemas naturales, sino también en zonas urbanas. La naturaleza provee al ser humano de todos los elementos necesarios para la vida. En este sentido, la degradación de los bosques y la deforestación, entre otros ecosistemas, tienen efectos negativos en nosotros, por lo tanto es vital entender que somos una especie más en ella y actuar a tiempo por su/nuestra protección y conservación.
El ecólogo y académico de Ciencias Forestales de la Universidad de Concepción asegura que la crisis toma distintos matices. “Por un lado, sabemos que más de un millón de especies están al borde de la extinción, según fue estimado por el Panel Intergubernamental de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES) en su informe global de 2019. Por otro lado, la evidencia muestra que hay una estrecha relación entre la grave crisis climática, que nos golpea día a día (sequía, huracanes, inundaciones) y la pérdida de la biodiversidad”, destacó el Dr. Pauchard.
Para una mayor comprensión de este sistema interconectado, es fundamental entender que la biodiversidad consiste en la diversidad entre organismos vivos, la cual es esencial para el buen funcionamiento de los ecosistemas -elementos vivos que interaccionan entre sí y con sus entornos- y los servicios que prestan a la sociedad.
Estos servicios, tales como la provisión de agua, oxígeno, alimentos, regulación de enfermedades y polinización de cultivos, entre otros tantos, mantienen la vida de las especies incluida la humana, pues brindan elementos básicos necesarios para nuestra existencia.
De hecho, en Chile donde la sequía que se extiende por más de una década está haciendo estragos, resulta aún más evidente el rol de las áreas naturales en proveer a las poblaciones rurales y urbanas de agua de calidad durante todo el año. Sin bosques, sin vegetación natural no tendremos provisión de agua para nuestro consumo esencial.
La biodiversidad también ofrece importantes beneficios culturales, espirituales y recreativos, los cuales repercuten directamente en la salud mental, fisiológica y social, vitales para nuestro bienestar, aspectos que han alcanzado mayor notoriedad debido a los efectos que ha dejado la pandemia mundial y la necesidad de fortalecer hoy los cuidados colectivos.
Entre los esfuerzos realizados para detener la inacción a la crisis, IPBES junto a su equivalente climático el IPCC, han unido fuerzas, en su informe conjunto de 2021, mostrando que para lograr la sustentabilidad planetaria es necesario resolver ambas crisis: clima y biodiversidad.
“Esto lo tiene muy claro nuestra ministra del Medio Ambiente, Maisa Rojas, quien ha indicado que Chile debe reconocer la gravedad del problema y diseñar medidas integrales al respecto. La sustentabilidad planetaria pasa, entonces, por reducir los factores que amenazan la biodiversidad y el clima, como el cambio de uso del suelo, invasiones, la contaminación y la extracción irracional de los recursos naturales. Todos estos factores no sólo se suman, sino que se multiplican entre sí, creando sinergias con efectos adversos aún desconocidos”, señaló el Dr. Aníbal Pauchard, director del IEB.
Protección y conservación en Chile
Si bien Chile posee un vasto territorio protegido por nuestro Sistema Nacional de Áreas Protegidas, SNASPE (con 18,6 millones de hectáreas, equivalentes al 21,3% del territorio nacional), éste no está entregando protección a una gran proporción de sitios, especialmente en Chile Central, que contienen la mayor diversidad de plantas vasculares -la mayoría de las que conocemos excepto musgos y líquenes- y fauna, principalmente terrestre.
Esto ocurre, como en muchos países, porque se ha entendido que el costo oportunidad de preservar estos sitios, versus producir en éstos, es muy alto. Es así como hoy, la porción de Chile que contiene mayor biodiversidad (de manera simple entre la Región de Coquimbo hasta la Región de Los Lagos), es exactamente el área donde habitamos más del 78% de la población urbana y donde se produce aproximadamente el 95% de la actividad agrícola y 66,4% de la actividad forestal.
“Uno de los puntos críticos que debemos abordar en Chile, es la falta de representatividad de nuestras áreas protegidas, haciendo imperativo esfuerzos de conservación fuera de éstas, para poder complementar y completar un sistema eficaz de conservación. Porque no sólo de áreas protegidas vive la biodiversidad. Necesitamos que las zonas fuera de las áreas protegidas aporten también hacia la conservación y protección integral de nuestro patrimonio natural, incluyendo zonas de conservación privadas, zonas agrícolas y forestales y zonas urbanas, es decir el sector productivo también debe y puede aportar”, afirmó la Dra. Olga Barbosa.
“Esto no puede ser solo en base a buenas voluntades. Hoy sabemos de iniciativas de muchos propietarios que apoyan este esfuerzo a través de, por ejemplo, Así Conserva Chile y otras agrupaciones, y por otro lado, algunas empresas de sectores productivos, por ejemplo, en la viticultura que protege sus bosques nativos a través de planes y lineamientos de buena prácticas entre otros rubros. También, nos trae buenas noticias la reciente creación del Fondo de la Naturaleza, que busca conectar de manera más eficiente las voluntades privadas con ideas innovadoras y efectivas de conservación”, destacó la investigadora.
Ambos investigadores señalan que en este contexto falta una pieza esencial del puzzle: el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP), que aún no se ha materializado, pues el proyecto de ley sigue siendo discutido en el congreso desde el año 2011.
“Si bien la iniciativa no es perfecta, como ningún proyecto de ley, es un avance muy importante al reconocer a la biodiversidad como un tema intersectorial y asignarle la relevancia necesaria en un sistema integrado que está alineado con los conceptos y directrices globales de la conservación. De hecho, en estos 11 años se ha mejorado muchísimo en forma y fondo con las indicaciones del Senado y la Cámara de Diputados y de las múltiples organizaciones que han participado de este proceso”, destacaron ambos. Por todo ello, los investigadores recalcan que es urgente hacer un esfuerzo transversal para lograr la creación de este proyecto y así, no llegar a conmemorar otro nuevo Día Mundial de la Biodiversidad sin haber creado este vital servicio en nuestro país.
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