UdeC lamenta fallecimiento de Miguel Da Costa Leiva, investigador de obra del Rector Enrique Molina
Crédito: Dirección de Comunicaciones UdeC.
Los académicos Augusto Parra y Rodrigo Pavez recuerdan la trayectoria académica y las características humanas del profesor Da Costa, quien falleció este lunes 9 de agosto en Suiza.
A los 82 años y por las complicaciones de un infarto, murió en Suiza -donde estaba radicado desde el año pasado- el académico de la Facultad de Humanidades y Arte y socio de la Corporación UdeC, Miguel Da Costa Leiva, destacado estudioso de la obra del Rector Fundador y Vitalicio Enrique Molina Garmendia.
Descendiente de portugués, Miguel Da Costa nació el 3 de octubre de 1938, tuvo su primera formación en su natal Collipulli y estudió en la Escuela Normal de Victoria, desde donde egresó como profesor primario en 1960. Luego, ingresó a la carrera de Filosofía de la UdeC recibiendo su título 1965 de la Universidad de Chile, como era en esa época.
Se doctoró en Filosofía y Letras, en 1978, en la Universidad Complutense de Madrid, tras cursar la licenciatura en Filosofía Pura, en la misma casa de estudios, que era un requisito para el grado. Más tarde, a fines de los 90s, se especializó en bioética a nivel de magíster.
Fue parte del cuerpo académico del Departamento de Filosofía de la UdeC e impartió en las áreas de ética, ética profesional, filosofía educacional y filosofía antigua, por más de 40 años.
En su amplia producción bibliográfica y artículos de revistas especializadas se cuentan textos sobre los filósofos presocráticos, ética, ética profesional y bioética; pero es ampliamente conocido por ser uno de los mayores especialistas en la obra del Rector Vitalicio de la UdeC, Enrique Molina Garmendia.
Investigación doctoral
Sus estudios sobre Molina parten en su investigación doctoral, una tesis que fue muy bien calificada y que hizo que la figura del fundador de la UdeC se hiciera conocida en el mundo hispánico, recuerda el exrector Augusto Parra Muñoz.
Parra destaca además el aporte del libro del académico, Crónicas Fundacional de la Universidad de Concepción (1917-1920), escrito en los años 80s, a la recuperación de la historia de la casa de estudios.
“Después, a comienzos de los 90s, emprendió la gigantesca tarea de recopilar toda la obra de don Enrique, lo que dio lugar a una antología en seis tomos (los dos últimos presentados en 2017)», comentó el profesor de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales.
«En esa antología, él fue escribiendo en función de los muchos temas que el rector abordó en las distintas facetas de su vida; son trabajos muy documentados sobre la trayectoria intelectual de Enrique Molina. Ese fue un aporte mayor. La Universidad imprimió esos libros y están felizmente en circulación”, añadió el mismo académico.
De sus características personales, Parra señala que era una persona que se relacionaba muy fácilmente con los demás y que disfrutaba compartiendo.
“En ese sentido, él tenía una vida social muy activa. Por ejemplo, una vez que terminó su trayectoria en la Universidad, continuó siendo socio del Club Concepción. Las últimas veces que me encontré con él fueron justamente en la biblioteca del Club acompañado de su señora y tuve oportunidad de compartir con él un buen café y gratas conversaciones”, dijo.
Desde el pregrado
Una relación muy cercana cultivó con Da Costa, a partir de sus estudios de pregrado, el académico de la Facultad de Educación, Rodrigo Pavez Cuadra; vínculo que se mantuvo hasta los últimos días del profesor.
De hecho, el sábado Pavez se había comunicado con él, contándole de los contactos para la entrevista que le harían sobre la vigencia del pensamiento de Enrique Molina; el gran tema de Da Costa que, sin embargo- cuenta el académico- no había sido la elección original para su tesis, ya que su idea era hacer una investigación doctoral sobre Heráclito, cuenta el Dr. Pavez.
El también licenciado y magíster en Filosofía conoce muchas anécdotas y pasajes de la vida del Dr. Da Costa, como, por ejemplo, que sus buenos resultados en la Escuela Normal le hicieron merecedor de una beca que le permitió trasladarse a Concepción y estudiar filosofía, mientras trabajaba como profesor.
Así comienza la trayectoria de este académico en la UdeC que -para Pavez- es un verdadero “maestro”, «muy querendón», capaz de explicar los temas filosóficos de manera sencilla, que era “un ratón de biblioteca”, un buen bailarín de tango y que, además, tocaba el violín.
Pero, Pavez resalta sobre todo su alta calidad humana. “Fue una persona justa, preocupada por los demás, y trabajaba en un montón de cosas que iban en beneficio de los más desposeídos», menciona.
Comenta que en el último tiempo las preocupaciones filosóficas de Da Costa estaban en el sentido y el significado de la vida, aparte de su interés constante sobre la ética y bioética, y las relaciones humanas.
“Como buen masón, rotary y filósofo, el sentido de la vida, la idea de justica, el desarrollo de virtudes, el desarrollo de la cordialidad entre las personas, eran sus principales intereses”, indica.
Los restos del académico serán cremados este miércoles en una ceremonia familiar.
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