La relación de amistad que unió a Gabriela Mistral con la Universidad de Concepción
Crédito: Wikimedia Commons
Una serie de documentos de archivo dan cuenta de la amistad de Mistral con el Rector UdeC Enrique Molina, así como de las múltiples facetas de la galardonada escritora nacional cuyo natalicio se conmemora el 7 de abril.
Nápoles, 1 de agosto de 1932. “Don Enrique: le deseo paz y alegría como a los buenos trabajadores que se merecen ambas cosas para trabajar. Pero me temo que en esta negra que todos vivimos, ni paz ni alegría tengamos a pesar del cuidado de nuestra alma”.
Con estas palabras, la poetisa, educadora y diplomática chilena Gabriela Mistral saludaba al Rector de la Universidad de Concepción, Enrique Molina, a poco de iniciada la década del 30. El motivo de su carta era el envío de versos inéditos para la revista Atenea. Ambos eran amigos desde inicios del siglo XX, y mantuvieron una correspondencia que da cuenta no solo de la relación que mantuvieron, sino que de los devenires de su época.
Algunos de esos archivos se conservan en la biblioteca de Enrique Molina, en la que fuera su casa y hoy es la Rectoría de la Universidad de Concepción, mientras que otros se ubican en el Archivo Central de la Universidad.
En 2018, el equipo del Archivo Fotográfico de la UdeC, a partir de un proyecto Fondart, digitalizó 900 documentos de la biblioteca, que constituyen parte de la correspondencia de Enrique Molina y que pronto estarán disponibles en línea. Además, ese mismo año, trabajó con otros archivos históricos como parte del proyecto Albor Centenario, encargado por la Dirección de Extensión para el desarrollo de una exposición en el marco de los 100 años de la Universidad.
“En ese contexto encontramos las cartas. Se ve una proximidad con la Universidad, que en ese tiempo ya era un referente importante en el país y eso garantizó que el mundo intelectual y político estuviera vinculado con la UdeC. Las cartas dan cuenta no solo de la relación con Molina, dos intelectuales de la época, sino que hay una en particular que muestra su lógica polifacética y su mirada más política”, asegura Claudia Arrizaga, encargada del Archivo Fotográfico de la Universidad.
Arrizaga se refiere a una misiva que no tiene fecha de emisión, pero que se sitúa durante el período de la Guerra Civil Española (1936-1939), en la que Mistral le pide acoger en la Universidad a dos académicos españoles, Samuel Gili Gaya y Dámaso Alonso, quienes no podían trabajar o estaban refugiados fuera de España, y le cuenta que sus gestiones han dado frutos en México y Argentina. Aquí, Gabriela muestra sus dotes diplomáticas y le explica a Molina la trayectoria de ambos intelectuales, pidiéndole ayuda para que residan y trabajen en Chile por un año.
Amistad duradera
En 1980, el profesor Miguel da Costa Leiva dio a conocer algunas de las cartas, en un reportaje de Diario El Sur. En ellas se puede apreciar la amistad que existió entre ambos personajes, la que se extendió por al menos 50 años.
Según el reportaje, la amistad entre Mistral y Molina tiene su origen en el territorio: ambos nacieron en la Región de Coquimbo; Mistral en Vicuña y Molina en La Serena. Ese vínculo incluso quedó plasmado en la correspondencia. “Hace días solamente i por haber caído en mis manos un número de ‘El Liceo’ de Talca, supe que era Ud. serenense… Tengo el fanatismo (puede que mi único fanatismo) de la jente de mi tierra y sentí orgullo, noble y lógico orgullo, al saberle a Ud. nuestro”, le escribió la poetisa.
Archivo Biblioteca Nacional
En sus memorias, Molina también cuenta cómo se conocieron: fue una mañana de verano, a los pies del Cerro Caracol. “Entonces pude admirar su espléndida y esbelta figura de elquina sólida, figura coronada entonces por un chambergo de paño negro de amplias alas. Un grupo de admiradores, entre ellos, Luis David Cruz Ocampo y Samuel Guzmán Díaz, le ofrecimos un almuerzo en el Club de Concepción. Me dejó como obsequio un ejemplar de ‘Le Rire Rouge’ de Leonidas Andreiev, y más tarde me envío su primer libro, Desolación, ambos con cariñosas dedicatorias. Desde esos días fuimos muy amigos”.
Otro de los momentos retratados en los archivos es el Premio Nobel, recibido por la poetisa en 1945. En noviembre, Enrique Molina le hace llegar un telegrama a Mistral a la ciudad de Petrópolis, Brasil. “En nombre de la Universidad de Concepción y mío propio, ruégole aceptar calurosas congratulaciones por el discernimiento del Premio Nóbel, justo galardón para usted y nuestra patria”, se lee.
Estos documentos que forman parte de la memoria institucional, y que en algún momento fueron papeleo administrativo, se han ido incorporando a la historia de la educación superior del siglo XX. En ese sentido, Arrizaga plantea que estos hallazgos indican la relevancia de gestionar los archivos, para conocer su contenido y acceder a ellos. “Así como aparecieron estas cartas de Mistral, es necesario revisar esta memoria universitaria, que vincula a la institución con su época”.
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