Presentan "Teoría de la locura: un acercamiento racional a la comprensión del sufrimiento subjetivo"
Crédito: Captura
El libro del sociólogo UdeC ahonda en los problemas del lenguaje utilizado de manera dicotómica y binaria y cómo esto influye en la construcción de realidades.
Bajo la organización del Departamento de Psicología de la Facultad de Ciencias Sociales UdeC, ayer se vivió el lanzamiento del libro Teoría de la locura: un acercamiento racional a la comprensión del sufrimiento subjetivo, obra de Marcelo Sanhueza Vallejos.
Con las palabras de bienvenida de la Directora del Departamento de Psicología, Dra. Pamela Grandón Fernández, se dio paso a la presentación del libro, a cargo del psicólogo Rafael Dresdner Vicencio, quien tiene una larga amistad con el autor.
El profesional afirmó que al leer el libro, su primera impresión fue que estaba frente a tres obras. La primera de estas era de carácter docto-teórico presentado en forma rigurosa; la segunda tiene relación con lo sensible, lo intenso; y por último una tercera que está conectada con la historia de Marcelo con su país. «Esos tres autores se mezclan, colaboran sin necesidad de consentir entre ellos, se responden, se critican, se valoran, etc.», señaló Dresdner.
El texto aborda una crítica al pensamiento y lenguaje occidental desde el estructuralismo a la deconstrucción, evidenciando sus errores lógicos y cómo estos se correlacionan con patologías o sufrimiento psíquico, mostrando alternativas no postmodernas; junto con relatar vivencias que dieron origen a tales posturas teóricas.
En el desarrollo de la jornada, el presentador fue citando los fragmentos que consideró más importantes dentro de la obra. «Sufrimos y padecemos la perentoria necesidad de ponerle nombre a aquello que no lo tiene, que no debería tenerlo, tratando de calmar y apaciguar la angustia que nos produce lo desconocido. La trampa del lenguaje es la calma que genera al nombrar y que produce un acercamiento que lo hace conocido», es uno de estos ejemplos.
Su propia experiencia
Justamente la experiencia es la que llevó a Sanhueza a adentrarse en la raíz del problema. Como contó, sus tres periodos internados en instituciones de salud mental lo hicieron comprender el enorme peso que las palabras otorgan a las personas que sufren algunas de estas condiciones. Anormal-normal; sano-enfermo; racional-irracional son algunos de estos ejemplos, obviando la enorme escala de grises que existe dentro de cada una de estas combinaciones de palabras, con tanta distancia una de otra.
Su posterior paso como profesor en escuelas de arte en las que se realizaban talleres a personas con problemas de salud mental, lo hicieron darse cuenta que los otros códigos existentes para comunicarse, como la pintura, dan la posibilidad de que muchas de estas personas puedan poco a poco ir recuperándose, incluso en el mismo uso del lenguaje, lo que representa un esperanzador mensaje de una arista que no ha sido lo suficientemente explotada.
«Una persona que estaba en un estado muy tosco, hablaba muy poco, no se comunicaba; al año sonreía, hablaba más de lo habitual, se pintaba. Esa es una cosa que a uno le alegra el alma, apoyar a personas que están pasando cosas similares. Para mí fueron más de 20 años y mis hermanas lo sufrieron», contó Sanhueza.
Una de las cosas que más marcó su infancia y preadolescencia fue la dictadura militar que se vivió en Chile, ya que con las torturas soterradas y disfrazadas bajo un discurso de normalidad, «comprendí que lo que se decía no era verdad, que la palabra miente. El lenguaje ocultaba la tortura. Tuve un miedo atroz al infierno, a la tortura de la dictadura; fue ese miedo el que me llevó a negar el lenguaje y la palabra, me llevó a encerrarme en mí», se lee en una de las partes del texto.
Libro impreso
En su intervención, Sanhueza reafirmó la idea de la necesidad imperiosa de saber el nombre de algo o alguien, citando una conversación de amigos en que hablan de un tercero, le saben toda la vida, pero no recuerdan el nombre, lo que genera ansiedad; la urgencia de nombrar, del lenguaje, de categorizar.
También ejemplifica con el hecho que cuando una persona va al psiquiatra, lo hace porque está padeciendo cosas nuevas, desconocidas, que necesita tener un nombre. Una vez que le dan un diagnóstico se alivia, pero también esto genera angustia, porque está ligado a algo peligroso.
En relación a una de las preguntas de los asistentes que decía relación con los trabajadores y trabajadoras de la salud mental, Sanhueza recalcó la importancia de que le hagan saber a las personas sus avances, sus aprendizajes, reforzarlos. Usar conceptos como «ya no es tan alto», «no tanto», «un poco menos», «mucho menos», todo en relación a sus enfermedades; «incorporar ese tipo de lenguaje, que la persona sienta que está bajando la carga».
Uno de los tantos momentos emotivos de la presentación estuvo a cargo de su hermana Eva. «Hace mucho tiempo atrás vi que te superaste, que te esforzaste, que te has desarrollado y la alegría que eso me da es tremenda, y ahora se suma este libro que es un granito para la sociedad, sembrando algo que está partiendo», expresó.
Por el momento, el libro puede ser adquirido en Amazon a través del siguiente LINK, pero también el autor contó que está trabajando con talleres penquistas que confeccionan libros para hacerlos llegar a quien esté interesado, recalcando en que es un texto pensado en la academia y para personas que estén sufriendo algún problema de salud mental.
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