Un acercamiento directo a uno de los ecosistemas más extremos y enigmáticos del país fue el que vivió el equipo del proyecto Anillo Salares de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), durante su primera salida interdisciplinaria a terreno. La campaña, liderada por la académica del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Concepción, Dra. Fernanda Álvarez, permitió recorrer sectores de Talabre, la Cordillera y el Altiplano al este del Salar de Atacama, llegando a zonas cercanas al volcán Lascar y diversas lagunas altoandinas.
“El terreno permitió obtener muestras para analizar información microbiológica, geoquímica, geológica y estructural. Se recolectaron muestras de agua y tapetes microbianos para caracterizar su composición físico-química y la diversidad de microorganismos extremófilos, además de muestras de rocas volcánicas y mediciones estructurales para comprender la historia geológica y deformacional del área”, explicó la Dra. Álvarez.
Este viaje marcó el primer terreno interdisciplinario del proyecto y reunió a dos investigadoras principales de líneas de investigación distintas: la Dra. María Estrella Alcaman, responsable de la línea “Procesos biogeoquímicos en ambientes de salar” y académica de la Universidad del Desarrollo, y la Dra. Álvarez, líder de la línea “Procesos hidrogeoquímicos y tiempo de residencia del agua”. A ellas se sumó un equipo de estudiantes y profesionales vinculados al Anillo.
Resultados en terreno del proyecto Anillo Salares
Durante la campaña se recolectaron diferentes muestras que permitirán analizar el sistema desde distintos ángulos. “Recolectamos muestras de agua, tapetes microbianos y rocas volcánicas, además de mediciones estructurales, que nos permitirán analizar el sistema desde la microbiología hasta la tectónica. Cada dato es clave para entender cómo interactúan los procesos que moldean los salares y lagunas del Altiplano”, señaló la Dra. María Estrella Alcaman.

Entre las observaciones más destacadas, la académica señaló la presencia de tapetes microbianos con variaciones de textura y color, señales de distintas adaptaciones metabólicas a las condiciones extremas del ambiente altoandino. “Estas diferencias no son solo visuales; nos hablan de cómo la vida encuentra formas únicas de persistir en condiciones que parecen imposibles”, afirmó.
Los tapetes fueron recolectados con especial cuidado para preservar su estructura, mientras que las aguas se almacenaron en botellas prelavadas para su análisis posterior. Las muestras de rocas volcánicas se clasificaron según unidades geológicas con el fin de estudiar su composición y origen.
Sin embargo, el trabajo no estuvo exento de exigencias. “Las condiciones de altitud, temperatura, radiación solar y el acceso limitado hacen que el trabajo sea exigente tanto física como logísticamente. Esto requiere una planificación cuidadosa de los tiempos, del transporte y de la conservación de las muestras, además de una buena coordinación dentro del equipo para trabajar de manera segura”, comentó la Dra. Álvarez.
En ese sentido, el apoyo de la comunidad de Talabre fue clave: “Contamos con la presencia de monitores ambientales, quienes nos acompañan y orientan para que el muestreo se realice con las precauciones adecuadas, respetando las características del entorno. Su conocimiento del territorio y su experiencia en terreno no solo facilitan el desplazamiento y la toma de decisiones, sino que también aseguran que nuestro trabajo se integre de manera responsable con el paisaje y la dinámica local”, indicó la Dra. Álvarez.
Este terreno del proyecto Anillo Salares reunió conocimientos de microbiología, geoquímica, geología y tectónica, un esfuerzo interdisciplinario necesario para comprender de manera integrada cómo los procesos biológicos, químicos y geológicos interactúan y dan forma a los complejos ambientes de los salares y lagunas del Altiplano.







