Un equipo de investigación de la Universidad de Concepción viajó recientemente a la Isla Santa María con el fin de evaluar en terreno la calidad de sus aguas costeras e interiores con marcadores moleculares capaces de determinar el origen y trazabilidad de la contaminación fecal.
La idea de este trabajo, realizado en el marco del proyecto Fondef IT 23I0050, fue recoger información de base para abrir caminos hacia un turismo sustentable en el territorio insular, potenciando su desarrollo social y económico.
Esta fue una de las últimas áreas de estudio del proyecto, cuyo objetivo es el desarrollo de herramientas para discriminar si las heces que pueden estar presentes en aguas de diverso uso son de origen humano, animal o mixto.
“El objetivo es generar un insumo para medir la calidad microbiológica del agua que se usa para consumo humano y en la producción de recursos marinos, sobre todo en zonas de difícil acceso”, explicó el académico del Departamento de Oceanografía UdeC y Director de la iniciativa, Dr. Rodrigo González Saldía.
El proyecto cuenta con un equipo multidisciplinario de expertas/os, que integran las Dras. Alejandra Latorre Soto (Medicina Veterinaria), Ana Baeza Freer (Ciencias Ambientales) y el Dr. Fernando Cruzat Cruzat (Ciencias Naturales y Oceanográficas).
La investigación busca aportar evidencia científica -a partir de muestreos en terreno y análisis de laboratorios- para la toma de decisiones en la gestión de los recursos.

El proyecto estableció marcadores para identificar la trazabilidad de la contaminación fecal por bovinos, caballos, cerdos, aves de corral, perros y humanos, además de uno para Escherichia coli, bacteria que está en el tracto intestinal de personas y animales.
Estas herramientas han sido validadas en diversas zonas de la región desde la cordillera hasta la costa, incluyendo ahora el territorio insular adscrito al municipio de Coronel, institución asociada al proyecto Fondef.
Modelo de estudio sobre la trazabilidad de contaminación fecal
La isla es un buen modelo para los estudios de calidad microbiológica del agua, dadas las condiciones restringidas de acceso al recurso.
El Dr. González explicó que la población de la Isla, de unas dos mil 500 personas, está repartida en dos localidades, Puerto Sur y Puerto Norte, que se surten de agua desde humedales naturales y una fuente subterránea.
Pero en verano el suministro en Puerto Norte se agota y tiene que recurrir a la producción de agua potable de Puerto Sur.
“El agua es un tema crucial para la isla y nosotros fuimos con esta nueva tecnología de los marcadores moleculares para la evaluar la calidad del agua, ver si existe contaminación fecal y determinar su origen”, acotó el especialista en bioseguridad y biotecnología marina.
Con este conocimiento -dijo- es posible implementar acciones de mitigación y erradicación de este tipo de contaminación, que es una limitante para el desarrollo social, económico y ambiental del territorio.
También aplicaron el trazador molecular para Escherichia coli con el fin de detectar la presencia del microrganismo integrante de los coliformes fecales, que se utilizan como indicadores en las normas chilenas de calidad del agua para diversos usos.
El problema, de acuerdo al investigador, es que estos “no siempre son un fiel reflejo de este tipo de contaminación”. Cuando hay E. coli en las aguas existe un potencial riesgo sanitario por la transmisión de infecciones gastrointestinales, dado que esta bacteria está acompañada de otros microorganismos patógenos o zoonóticos.

Los primeros resultados arrojan que las captaciones de agua de la Isla “tienen un cierto grado de contaminación, pero los sistemas de potabilización están funcionando bien en invierno”. Faltaría hacer una evaluación en verano, acotó González.
Las y los investigadores planean usar los resultados preliminares para realizar un trabajo de difusión con la comunidad, y así discutir posibles vías para el cuidado y mejoramiento de la calidad del agua, como un proyecto semilla en ciencia y ciudadanía.
La idea es, también, pensar en qué hacer con el agua luego de su uso. “Frente a la escasez hídrica en áreas insulares, sobre todo durante el verano, se hace necesario pensar no solo en cuidar el recurso, sino también en su reutilización mediante sistemas de tratamiento”, comentó.
Ausencia de alcantarillado
El académico indicó que como investigadores están interesados, además, en monitorear lo que ocurre a nivel ribereño ya que, al igual como ocurre en muchas localidades costeras del país, en la Isla no hay alcantarillado y, por lo tanto, no existe la posibilidad de tratamiento para dar un segundo uso a un recurso escaso.
Esta es una realidad que se repite en varias localidades costeras del país, con efectos sobre las condiciones sanitarias y ambientales y en actividades económicas como la pesca y el turismo.
Para el académico, la isla tiene una serie de elementos de interés para el turismo sustentable: la belleza de su paisaje, su valor ecológico como refugio de aves migratorias y una extensa área de manejo de recursos bentónicos.
Sin embargo, todo este potencial “requiere del desarrollo de un sistema de tratamientos de residuos biológicos y de gestión de la basura que son los mayores pasivos ambientales de la actividad turística”.

De este modo, los estudios iniciados por el equipo universitario en el lugar son un primer paso para abordar estas necesidades.
“Es un trabajo seminal para vincularnos con la comunidad, con la proyección de generar los insumos necesarios para ayudar a apalancar los recursos que permitan a la isla tener un sistema de alcantarillado y de esa manera potenciar el turismo”.
Así, el lugar podría estar en condiciones para instalar restaurantes e infraestructura hotelera y transformarse en un polo de desarrollo turístico, agregó, remarcando que avances como estos requieren de voluntad política para su concreción.
La experiencia de Tortel
La iniciativa va en la misma línea de lo que se hizo en Caleta Tortel hace una década, a partir de un proyecto liderado también por el Dr. González.
En esos años, la caleta no contaba con un sistema de tratamiento para las aguas residuales, que terminaban en la ensenada del río Baker.
“Hoy, cuenta con un sistema de alcantarillado de primer mundo y único en Latinoamérica; con un sistema al vacío, una planta de tratamiento y de producción de lodos, que ha permitido reducir la contaminación prácticamente a cero”, dijo.
Con este paso, la localidad accedió a las resoluciones sanitarias para para instalar restaurantes y hospederías y hacerse cargo del incremento de población flotante del turismo.
“Esta es una idea que hemos conversado con la municipalidad y otros actores. Con este proyecto semilla, estamos llevando ciencia a lugares aislados poniéndola al servicio del desarrollo social”, aseveró.
