Las consecuencias de la gentrificación, en los últimos años, se ha hecho presente en distintas partes del mundo. Esta intervención consiste en la construcción de nuevas infraestructuras que reemplazan a antiguos o deteriorados sectores del centro de las ciudades, provocando así la movilización, muchas veces de manera forzada, de sus vecinos y vecinas.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) mencionó que este fenómeno “sucede cuando un proceso de renovación y reconstrucción urbana se acompaña de un flujo de personas de clase media o alta que suele desplazar a los habitantes más pobres de las áreas de intervención”.
Junto con desplazar a residentes originales, este fenómeno urbano que revaloriza sectores deteriorados, modifica el entorno local y tensiona la conservación del patrimonio, por lo que subraya la necesidad de avanzar hacia un desarrollo urbano equilibrado y sostenible.
Existen dos manifestaciones principales de la gentrificación: la estructural, que se traduce en la sustitución de grandes edificaciones, y la cultural, que ocurre cuando ciertos barrios se convierten en lugares de moda. En ambos casos, consecuencias de la gentrificación, las transformaciones pueden implicar tanto la pérdida o falta de preservación del patrimonio, generalmente acompañadas de un aumento en el costo de vida.
El profesor de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Geología ( FAUG) de la Universidad de Concepción, Dr. Leonel Pérez Bustamante, profundiza que “un ejemplo puede ser la Plaza Perú (Concepción) ; es un barrio con una alta presencia de estudiantes y académicos. Allí se desarrolla una cultura particular que va reemplazando y conviviendo con los antiguos residentes”.
La académica del Departamento de Geografía de la Universidad de Concepción y Directora del Laboratorio Urbano de la FAUG, Dra. Xenia Fuster Farfán, explicó que este fenómeno normalmente se da en zonas deterioradas. Una vez que deja de haber inversión, aumentan los problemas sociales o la informalidad en las calles. Esto genera un decrecimiento del interés de la gente por vivir y del mercado por invertir. Así, “cuando los precios bajan, vienen inversionistas o clases más acomodadas a ocupar estos sectores”, enfatizó.
Consecuencias de la gentrificación
Con la llegada de nuevos residentes o inversionistas, los valores comienzan a subir. Los lugares se vuelven más atractivos modificando el comercio local y transforman el sentido original de los espacios.
La también investigadora del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (Cedeus), Dra. Xenia Fuster, señaló que, “diría que lo más tradicional es transformar los sitios. Así, los precios suben y los espacios antes deteriorados se convierten, por ejemplo, en galerías. Hoy vemos que este proceso está siendo impulsado principalmente por las inmobiliarias, y los centros de las ciudades se están convirtiendo en lugares difíciles para vivir”.
Adicionalmente, la gentrificación, en ocasiones, se asocia con procesos de modernización urbana. En estos casos, los actores inmobiliarios o el Estado intervienen en áreas consideradas “degradadas”, incrementando su valor y atrayendo a residentes con mayor poder adquisitivo.
“La operación de renovación implica la consagración de un espacio como valioso. De esta forma, dicho lugar comienza a atraer un mall, una universidad, algún hotel o viviendas de mayor costo, lo que, a su vez, convoca a habitantes que no son del sector. Así, ambos conceptos están relacionados. En definitiva, la gentrificación consiste básicamente en que a un barrio llegan a vivir personas con un alto nivel adquisitivo”, indicó el Dr. Leonel.
La directora del Laboratorio Urbano de la FAUG indicó que los últimos estudios realizados sobre el tema ponen en evidencia que muchos de estos nuevos sectores se utilizan, por ejemplo, para Airbnb: “Se terminan pensando en una población que no es la originaria y cambia la vocación de los espacios (…) Es un poco lo que pasa con ciudades turísticas, como Cusco o París”.
¿Se pueden mitigar o evitar los daños?
En Chile, según comentó el Dr. Leonel Pérez, históricamente ha existido el riesgo de perder el valor histórico de los barrios, “la sociedad chilena valora más los cambios que la preservación”, sostuvo. Sin embargo, existe una creciente responsabilidad sobre la importancia de conservarlos.
“Desde una mirada actual, hay una mayor conciencia en el resguardo del patrimonio (…) Esto ha sido impulsado por los llamados movimientos vecinales patrimonialistas. Estas organizaciones, algunas veces para fomentar el turismo y otras para defender un tótem cultural, están motivando a la sociedad a cuidar más el patrimonio”, profundizó el académico de la FAUG.
“Aquí lo importante es desarrollar procesos de renovación teniendo resguardos, haciéndose preguntas a largo plazo (…) Hoy en día existe toda la investigación y se sabe cuál puede ser el impacto o el potencial, por lo que falta es tomar decisiones basadas en los datos”, finalizó la Dra. Xenia Fuster.