Corina Vargas: 120 años del natalicio de la primera Decana de América Latina
Crédito: Marcelo Medina Vargas
Dejó su impronta en distintas organizaciones universitarias, cruzando fronteras de género para convertirse, desde muy joven, en una pionera de la educación chilena.
La primera mujer en obtener la plaza de Decana de una facultad en América Latina. Corina Vargas Vargas —o Vargas de Medina, apellido que adoptó luego de casarse— fue eso y muchas cosas más. Estudiante, profesora, activa dirigente universitaria. Hija del siglo XX, nació el 23 de agosto de 1900 en Coyanco, Región de Biobío. Su familia de origen tuvo un particular interés en la educación de sus hijos e hijas. Corina comenzó sus estudios en la Escuela Nº2 de niñas de Yungay, luego se trasladó al Liceo de Tomé y rindió su bachillerato como egresada del Liceo fiscal de niñas de Concepción, en 1919.
La memoria de esta mujer ligada al desarrollo de la educación chilena se ha ido recuperando en distintos espacios. Uno de estos esfuerzos es el libro “Corina Vargas, pionera de la educación chilena” del académico Carlos Muñoz Labraña, editado por la Facultad de Educación. “Es una mujer emblemática (…). Es una pionera no solo a nivel nacional sino también internacional, al ser la primera mujer Decana de América Latina”, señala el autor.
El libro relata la trayectoria académica y personal de una mujer que, entre otras cosas, partió a Nueva York con solo 24 años a estudiar, enviada por la UdeC y fue una de las primeras profesionales chilenas en especializarse en Psicología, disciplina que todavía no contaba con estudios formales en el país.
A su regreso a Concepción, Corina formó parte del cuerpo de profesores de la Facultad de Filosofía y Letras, donde hizo carrera rápidamente: en 1928 ya era elegida Secretaria Académica; además de desempeñar labores como profesora de psicología y pedagogía, y estar a cargo de la Escuela Anexa de Aplicación. A esto se sumaron sus clases en la carrera de Servicio Social.
Entre los años 1943 y 1955 se desempeñó como Decana de la Facultad de Filosofía y Letras. Este cargo la inscribió en la historia como la primera mujer en alcanzar dicha posición en una universidad latinoamericana.
La experiencia de pasar de Concepción a Nueva York marcó la vida de la futura profesora. Su hijo, Marcelo Medina Vargas, cuenta que “el viaje fue toda una epopeya. Incluso corrió el riesgo de que la dejaran en Ellis Island, donde llevaban a todos los migrantes y podían morir de cualquier enfermedad. Esto, porque ella era soltera y no tenia ningún certificado que acreditara que podía estudiar allá. Sé que la ayudaron algunas personas que iban en el barco y se pudo saltar el paso por la isla. Fue un viaje muy sacrificado, no tenía beca (la universidad la apoyó con dinero para el pasaje), y tuvo que esforzarse para pagar sus cosas. Lo que sí, tenía buen manejo del inglés”.
Esta vivencia, dice Medina Vargas, dejó huella no solo en su quehacer profesional, sino también su carácter. “Ella fue siempre una mujer muy independiente. Se vino joven de Yungay, primero a Tomé, luego al liceo, la universidad y luego Nueva York. De ahí llegó con otras ideas, mucho mas independiente y moderna”. No solo eso: Corina apoyó e incentivó a sus estudiantes a seguir sus pasos y estudiar en Norteamérica, con la ayuda del Instituto Chileno Norteamericano, del que fue una de sus fundadoras.
Un mundo por fundar
La generación de Corina creció junto con la Universidad, dado que formó parte del segundo grupo de matriculados de esta casa de estudios. En esa época estaba todo por hacer: es así como Corina ejerce su profesión en distintas carreras de la Universidad mientras regenta la Escuela Experimental Anexa de Aplicación, sumando en 1930 la dictación de cursos para profesores y en 1936, clases en el Liceo fiscal de Niñas. Aparte, funda en 1944 la Asociación de Mujeres Universitarias, y en los ’50, dirige la creación de centros de exalumnos por todo el país, por encargo del Rector David Stitchkin.
Dicha tarea la realizó, pese a las dificultades de su edad —ya tenía algunos problemas de visión— recorriendo el país. En un año, los exalumnos formaban una red considerable. Según Muñoz, eran al menos 35 centros, que cobraron relevancia especial tras el terremoto de 1960; los egresados aportaron recursos gracias a los que se construyeron edificios como las cabinas y un casino de estudiantes.
Una mujer universitaria
El legado de Corina Vargas está indiscutiblemente ligado a la historia de la Universidad de Concepción. “Su decanatura refleja tanto su destacado liderazgo, como su excepcional aporte al desarrollo de la docencia y la gestión académica en la Universidad. Esto se manifiesta no solo en la magnitud de su trabajo, sino que en el hecho que fue una mujer que abrió huella, favoreciendo la contribución femenina a la vida universitaria en un contexto social muy poco propicio para ello”, señala Lucía Saldaña Muñoz, directora de Equidad de Género y Diversidad UdeC.
Su aporte es más destacado aun, considerando el contexto en que se produjo. “Logró posicionarse como líder cuando la sociedad era notablemente más desigual que ahora, desafío que aún requiere ser abordado para superar las distintas condiciones estructurales y sociohistóricas que buscan dar fundamento a la dominación masculina”, dice Saldaña.
Es por ello que “hoy recordamos su camino y reconocemos su labor pionera en la Universidad de Concepción y en la sociedad en su conjunto”, sentencia.
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