Estudiante de Derecho UdeC publica artículo en prestigioso centro de Oxford sobre el acceso a cargos públicos

Crédito: Esteban Paredes Drake | Dirección de Comunicaciones
Respondiendo a un desafío planteado en clases, Sebastián Hernández Ortiz propone en su publicación debatir los requisitos para acceder a altos cargos públicos y crear academias de formación política.
Sebastián Hernández Ortiz, estudiante de la carrera de Derecho de la Universidad de Concepción Campus Chillán, logró la publicación de un artículo de su autoría en el prestigioso Centre for Socio-Legal Studies de la Universidad de Oxford.
El texto, titulado «Challenging the Norm: Debating Minimum Age to Hold High-Ranking Public Offices«, examina críticamente los requisitos constitucionales que limitan la edad mínima para ocupar cargos públicos de alta responsabilidad, particularmente la Presidencia de la República, y propone la creación de academias de formación política como una vía innovadora para profesionalizar el acceso a dichos espacios.
La motivación para abordar este tema, explicó Sebastián Hernández, nació en el contexto del reciente proceso constituyente chileno y de los cuestionamientos públicos sobre la edad Presidente Gabriel Boric Font.
«En una clase de Derecho Constitucional, la profesora María Ester Cisterna empieza a cuestionar este sistema y promueve a los alumnos para que propongan una base de cambio para esto. Ahí me surgió la idea de modificarla y crear una academia para cargos de alto rango», señaló.
La publicación en Oxford no fue producto del azar. Sebastián ya había escrito en revistas académicas, como Debates Jurídicos y Sociales de la UdeC, y había tomado cursos de formación en Derecho de la Universidad de Harvard a través de plataformas digitales. Estos antecedentes, junto con la calidad e innovación de su propuesta, le abrieron las puertas para ser parte del prestigioso espacio académico británico.
En su trabajo, plantea que reducir la edad mínima para postular a la Presidencia no debe abordarse solo como una cuestión normativa, sino como un cambio cultural y democrático.
«Lo clave sería instalar el debate desde una perspectiva académica y/o de conocimiento, participación efectiva y renovación democrática. Un camino factible, tipo prueba, podría ser iniciar con cargos de elección intermedia, como diputados o alcaldes, luego avanzar hacia la Presidencia, generando así un cambio progresivo pero significativo», argumenta.
Asimismo, destaca la necesidad de una formación sólida para quienes aspiren a cargos públicos de alta responsabilidad. Para ello, propone la creación de academias de formación política abiertas e inclusivas, que entreguen herramientas en materias como derecho constitucional, políticas públicas y liderazgo. Este modelo, según explica, permitiría profesionalizar el servicio público sin restringir la participación por edad, género o situación socioeconómica.

A juicio de Sebastián Hernández, el ejemplo de líderes jóvenes —como Emmanuel Macron en Francia, o Daniel Noboa en Ecuador— demuestra que la juventud no es una barrera, sino un atributo que puede aportar agilidad, cercanía e innovación en la toma de decisiones.
«En América Latina, donde las estructuras políticas suelen estar cerradas a liderazgos jóvenes, su ejemplo demuestra que la edad no debe confundirse con falta de capacidad. Al contrario, puede ser una ventaja en términos de innovación, cercanía con nuevas demandas sociales y adaptación a un mundo en constante cambio. Por eso es tan urgente abrir este debate en países como Chile, donde la edad mínima para ejercer cargos como la Presidencia sigue siendo excesivamente restrictiva», indica.
La trayectoria académica de Sebastián también incluye su participación como investigador jurídico y único estudiante en el Subcomité de América Latina y el Caribe de la campaña por una Corte Internacional Anticorrupción (IACCourt), impulsada por la organización Integrity Initiatives International. Esta instancia busca crear un tribunal internacional que permita juzgar a líderes corruptos cuando los sistemas judiciales nacionales no cuentan con la independencia o capacidad para hacerlo.
El estudiante sostiene que la iniciativa responde a la percepción general entre sus integrantes de la falta de mecanismos eficaces del derecho internacional para ejercer acciones más allá de presiones simbólicas.
«Está ha sido una experiencia increíble, [he conocido] mucha gente experta, con experiencia realmente increíble, y todos concuerdan en una sola cosa: “El derecho internacional público es un arma con balines”, intimida pero al fin y al cabo no hace nada. A través de este proyecto de tratado queremos cambiar eso, donde cada país que no pueda salir por sí solo, ya sea porque la corrupción irradió todo el centro de mando o no hay mecanismos para lo mismo, pueda tener un tribunal internacional de última instancia donde el estado de derecho sea real y efectivo», detalló.
Consultado sobre el rol que pueden jugar los estudiantes en la discusión pública, Sebastián afirma que no existen trabas para liderar voces de cambio desde las nuevas generaciones.
«Que se atrevan a participar, a escribir, a postular a cosas que simplemente parecen imposibles. Muchas veces nos van a decir que no, que aún no es el momento, que somos “muy jóvenes” o que “todavía estamos estudiando”. Pero la edad no define ni la capacidad ni la legitimidad para opinar o contribuir. Desde la universidad podemos, y debemos, incidir en los debates públicos, no como observadores pasivos, sino como actores con propuestas, con ideas frescas y con la convicción de que el cambio también parte desde nosotros aportando ideas de manera legítima y pacífica», finalizó.
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