Francisco Huichaqueo y la resistencia indígena en la Bienal de Berlín 2020
Crédito: Facultad de Humanidades y Arte UdeC
La exposición titulada “The Crack Begins Within”, presentó una selección curatorial de la obra del artista especialista en cine indígena, que transitó entre la video instalación, la exhibición de prendas y objetos patrimoniales mapuche.
El artista mapuche y académico del Departamento de Artes Plásticas UdeC, Francisco Huichaqueo, fue invitado a participar en la onceava versión de la Bienal de Berlín en Alemania, bajo la curaduría de María Berríos (Chile), Lisette Lagnado (El Congo/Brasil), Agustin Pérez Rubio (España) y Renata Cervetto (Argentina).
La bienal titulada The Crack Begins Within, en español La grieta comienza desde el interior, presentó una selección curatorial de la obra del artista especialista en cine indígena, que transitó entre la video instalación, la exhibición de prendas y objetos patrimoniales mapuche.
Con más de 72 artistas y 12 colectivos y museos, la 11va Bienal de Arte Contemporáneo de Berlín se configuró como una inspección a las fisuras del sistema patriarcal capitalista predominante en la actualidad, a la vez que reflexionó sobre lo que es considerado arte contemporáneo y el concepto de propiedad de la mano de determinados objetos ultrajados en el periodo colonial y que han sido expuestos por sus captores en vitrinas de vidrio en los museos más renombrados en Europa.
En esta versión, que se extendió entre el 5 de septiembre y el 1 de noviembre, Chile estuvo representado por una selección de obras de la colección del Museo de la Solidaridad Salvador Allende, la obra de la desaparecida artista Gracia Barrios, el trabajo multidisciplinar de Francisco Copello, Cecilia Vicuña y los artistas visuales mapuche Paula Baeza Pailamilla y Francisco Huichaqueo.
La participación del académico en esta exposición contó con el patrocinio de la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo, VRID, de la Universidad de Concepción, y el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.
Huichaqueo es licenciado en artes visuales de la Universidad de Chile, especializado en óptica cinematográfica en la Escuela de Cine de Cuba y Magíster en Cine Documental graduado de su alma máter, institución en la que trabajó durante 13 años como docente, y es académico del Departamento de Artes Plásticas de la UdeC desde 2016.
En el ámbito curatorial, participó como programador durante seis años en la sección Primeras Naciones del Festival Internacional de Cine de Valdivia y también como artista curador del Museo Arqueológico de Santiago (MAS).
De este último trabajo se desprende uno de los hitos que lo llevaría a ser invitado a la Bienal de Berlín.
En enero de 2020, la comisión curatorial de la bienal realizó un viaje a diversas localidades del mundo. Su paso por Latinoamérica incluyó a Chile y, dentro del país, esta comisión estableció una agenda de visitas a espacios expositivos, talleres de artistas, colecciones privadas y museos, dentro de los cuales visitaron el Museo de Artes Visuales (MAVI) y el MAS (albergado al interior del MAVI).
“Con la curadora María Berríos habíamos sostenido una conversación hace un año y medio, o dos años atrás, y le llamó mucho la atención la exhibición en Santiago Wenu pelon/Portal de luz, que lleva cuatro años y medio de forma permanente en el MAS”, comentó el académico.
Para el Rector de la Universidad de Concepción, Dr. Carlos Saavedra, el apoyo otorgado al docente para participar en la Bienal de Berlín refiere a las directrices institucionales de divulgación científica, cultural y artística, entendiendo que la representación académica de Huichaqueo en la bienal es una forma en que la propia casa de estudios se presenta en Chile y el mundo.
“Tradicionalmente, nuestra casa de estudios promueve las miradas críticas que buscan —a través de propuestas, a veces, cuestionadoras— la construcción de caminos que contribuyan al bien común de todas las personas”, señaló el Rector.
En ese sentido, para la máxima autoridad universitaria, la invitación del cineasta mapuche a la bienal implica “una oportunidad y una gran responsabilidad de representar académicamente a la Universidad de Concepción en un evento internacional de enorme impacto en el área artístico-cultural; por otra parte, que nuestro representante institucional, que muestra méritos artísticos, pertenezca a una cultura originaria de nuestro país, otorga mayor trascendencia a su participación en la Bienal de Berlín”.
América indígena
Durante una larga jornada de conversación junto a la comisión curatorial de la bienal, en la que estuvo presente su directora Gabriele Horn, el artista realizó una extensa visita guiada por la muestra Wenu pelon en el MAS, instancia donde se generó una contextualización histórica de Chile y su relación con las primeras naciones.
En esta instancia se explicitó la necesidad de re-sentir la historia actual de un país totalmente privado de la herencia cultural de los habitantes originarios de este amplio territorio.
Según datos del Censo 2017 aportados por el INE, solo un 13% de la población total se considera perteneciente a algún pueblo indígena. ¿Han olvidado los chilenos su herencia mestiza? ¿Cómo se traduce esta ausencia de memoria en el ámbito artístico y cultural?
“El chileno ha abrazado otras cosas, ha abrazado muy bien lo hegemónico a la perfección; se nos enseñó a mirar siempre hacia afuera y no al interno. En otros países hay fenómenos parecidos pero no tanto como acá. Como dice la poeta mapuche Graciela Huinao, el chileno cuando se ve en el espejo diariamente al levantarse en la mañana no percibe su morenidad, no la reconoce, tal vez ve algo difuso y diluido, pero ve su blanquitud, no ve lo otro, porque está ciego de esto otro”, comentó el artista.
Amalia Córdova es curadora del Center for Folklife and Cultural Heritage, del National Museum of the American Indian en Nueva York. En Chile, trabajó en diversos proyectos ligados al Museo Chileno de Arte Precolombino. Ella plantea que existe una tensión entre los artistas indígenas y latinoamérica como territorio y espacio expositivo, ya que para el mundo del arte contemporáneo, los temas referentes a las primeras naciones, sus estéticas y formas de producción, no están incluidos en las bienales de arte ni en los grandes circuitos de exhibición.
“En latinoamérica, es muy común que no se tomen en cuenta artistas indígenas contemporáneos en espacios consagrados como bienales internacionales. Para el mundo del arte internacional, la concepción del arte indígena tiende a quedar relegado a lo tradicional, perpetuando nociones e imágenes algo esencialistas, estáticas o folclorizadas del mundo indígena. Si bien hay que cuidar la continuidad de prácticas indígenas tradicionales, existe una vertiente muy rica de arte indígena contemporáneo surgiendo a nivel global”, aseveró la especialista en arte y cine indígena.
Una fisura decolonial
En la actualidad, el arte contemporáneo ha generado constantes vínculos con el mercado a través de diversos mecanismos, como las ferias de arte, galerías comerciales y también en subastas y la producción por encargo. La especulación y el amplificado efecto esteticista del arte contemporáneo han derivado en producciones que en algunos casos carecen de contenido y que conciben estas piezas de arte como un producto que sitúa al modelo del márketing de manera protagónica en este engranaje de producción.
Un ejemplo en esta línea, fue la obra Comediante (2019), producida por el artista italiano Maurizio Cattelan, que consistía en un plátano fresco pegado a la pared con un trozo de cinta adhesiva, presentado en Art Basel Miami Beach, avaluada en 120 mil dólares, unos 94 millones de pesos chilenos.
¿Es posible fugarse de estas lógicas de producción adosadas al arte contemporáneo? Contextualizado a la mirada curatorial de la 11va Bienal de Berlín, fue esta la pregunta que orientó la decisión de incluir a Francisco Huichaqueo en este hito de exhibición internacional, en palabras del artista.
“Las curadoras vieron en esta obra un gesto decolonial que fue a la médula del alma chilena; un modo de llevar un asunto importante, político y espiritual, que no tenía nada que ver con el arte contemporáneo que vemos en galerías comerciales. Ya no están los tiempos solo para embellecer un muro, para dejar una cáscara de plátano y venderla en miles de dólares. Esa especulación es una cuestión de mercado que no tiene nada que ver con el propósito espiritual y curativo del arte indígena”.
María Irene Alcalde es directora del MAVI, museo que alberga en su interior al MAS —curado por Huichaqueo—, donde se que presenta la muestra Wenu Pelon como exposición permanente, desde la que se hizo una selección de obras para la bienal.
Alcalde menciona que la participación del artista mapuche en Berlín es muy relevante, puesto que simboliza una nueva mirada acerca del arte chileno contemporáneo. “Considero un privilegio que parte de la muestra haya sido seleccionada para este evento, ya que representa una resistente fusión del arte contemporáneo con las tradiciones mapuche”.
“El Museo MAS apostó por esta forma de representación, con una exposición que pone en valor desde una mirada presente y activa el patrimonio tangible e intangible de la cultura mapuche. Creo que Francisco Huichaqueo ha logrado llevar a cabo de forma muy sensible y poética esta fusión”, agregó.
Restitución histórica
Para establecer una relación con la obra de Huichaqueo es imperante que el público comprenda la dimensión espiritual del pueblo mapuche. Según describe el artista, el museo representa plataformas en el plano material, del espacio tangible, definiendo a la comunidad mapuche como biculturales y biespaciales.
“Acepté esta invitación a la bienal, porque en el camino también me fui enterando de que las riquezas de los pueblos indígenas del mundo están en países que fueron colonialistas. Por esa razón el equipo curatorial me invita con esta exhibición a Berlín, pero no pudiendo llevar los objetos mapuche de uso doméstico espiritual, los objetos arqueológicos, que son parte de la muestra en el MAS. Una razón es que es una cuestión extremadamente cara, así que vamos con la obra de Wenu pelon cine y tratamos de solicitar, de pedir las prendas patrimoniales, las colecciones mapuche que están en el Museo Etnográfico de Berlín, y así fue”.
El artista se negó a que las piezas mapuche salieran desde el Museo Arqueológico de Santiago, aún cuando el elevado costo económico hacía imposible aquella misión. A la vez, estableció las preguntas “¿por qué hay objetos ancestrales en Europa? y, si hay colecciones de indígenas en el mundo, ¿por qué no hay curadores indígenas en cada uno de esos museos?”.
Así, decidió que su participación en la Bienal de Berlín sería un asunto decolonial y un juego estratégico para volver a encontrarse con esos objetos ancestrales que ahora residen en otras latitudes del mundo.
En los siglos de ocupación, robo y genocidio, muchos objetos arqueológicos de gran valor patrimonial para el pueblo mapuche (y otros pueblos indígenas) fueron llevados hasta Europa, deambulando por diversas colecciones privadas y, actualmente, en museos etnográficos.
Huichaqueo logró, junto al equipo curatorial de la bienal, interceder para lograr mover las prendas patrimoniales mapuche desde el Museo Etnográfico de Berlín hasta el montaje en el Museo Groupis Bau.
En palabras del artista, “estos objetos indígenas esparcidos por todo el mundo son el lugar donde está guardada la sabiduría. Si nos fueran devueltos, seríamos otro pueblo y no un pueblo tan roto. Con este tipo de gestos intento o intentamos sanar esas heridas coloniales, para que el agua que está dentro del cántaro roto deje de tener fugas. Porque los pueblos indígenas estamos llenos de fugas. Poco a poco nos estamos levantando y este tipo de gestos ayudan a eso: es una reparación del espíritu que fue roto. Por eso es una misión espiritual y política por defecto”.
Una historia similar en torno a la restitución de objetos y recuperación del patrimonio ancestral ha vivido el cineasta y activista rapa nui Leo Pakarati, quien realizó el documental Te Kuhane o Te Tupuna, El espíritu de los ancestros (2015), que presenta una mirada indígena acerca de la recuperación del Moai Hoa Haka Nana’ia, sustraído por extranjeros desde Rapanui hace más de 100 años, y que se exhibe como pieza protagónica en el Museo Tate Modern de Londres en Inglaterra.
“Para el pueblo Maori Rapa Nui la recuperación de su patrimonio es esencial para el desarrollo identitario de sus miembros. No solo los objetos tapu (sagrados), también los restos humanos esparcidos por museos de todo el mundo. En nuestra cosmovisión todo este patrimonio conserva el mana (la energía) de nuestros tupuna (ancestros) y hoy más que nunca debemos restablecer el equilibrio de esta fuerza”.
La grieta comienza desde el interior
Para María Berríos, curadora de la comitiva de la 11va Bienal de Berlín, la presencia de artistas mapuche es parte de la programación dentro de una bienal de arte contemporáneo, señalando que esto último no es ninguna constricción, desde el punto de vista personal e incluso del mainstream.
Pese a que una minoritaria parte de la prensa y crítica alemana tienen una visión que poco sale del “cánon occidental, europeo y cristiano” preponderante en el circuito actual, para Berríos las obras de Paula Baeza Pailamilla y Francisco Huichaqueo, en específico, “son obras cuya calidad artística no es cuestionable. Son superpoderosas, muy finas en su utilización del lenguaje del arte contemporáneo, pero no por eso se reducen a esa categoría únicamente”, refiriéndose con esto último a la postura de Huichaqueo sobre que su obra es principalmente un trabajo político-espiritual.
“A mi me importa que sea un trabajo cuya presencia, cuya relación con los sentidos, y la manera en que otros pueden entrar en esa experiencia, tenga un valor y haga algo. Creo que de todas maneras la obra de Huichaqueo tiene ese poder de plantear un conocimiento”, señaló la curadora chilena.
Al preguntarle si uno de los propósitos de seleccionar artistas mapuche es justamente el quebrar aquellos prejuicios existentes, Berríos plantea que “al contrario, es mostrar que existen posiciones artísticas fuertes que no necesariamente obedecen a ese cánon usual de las bienales, que son nombres ya súper instalados en el circuito artístico internacional, y no siempre tienen un deseo de integrarse a eso”.
El desarrollo de la bienal se dividió en cuatro exhibiciones repartidas en los distritos de Mitte, Kreuzberg y Wedding de la ciudad de Berlín, planteando una reflexión propia de manera individual en el público, pero al mismo tiempo reconociéndose, al ser las historias de los individuos que “se rompen” por las fallas del actual sistema imperante global.
“The Inverted Museum”, en Gropius Bau, con su nombre y curatoría es una reflexión sobre cómo el mundo moderno, particularmente los museos y el conocimiento se han estructurado en base a múltiples muertes de culturas nativas destruidas, y de sus pertenencias hurtadas para ser exhibidas tras vitrinas de vidrio.
Sus descendientes ahora piden ser escuchados y, últimamente, también han solicitado la liberación de los objetos-rehenes, una petición que en el caso de los elementos pertenecientes a la cultura mapuche, Francisco Huichaqueo ya ha iniciado.
Paralelamente, en este mismo lugar, se hace presente el Museo de la Solidaridad Salvador Allende, “una especie de anti museo creado como un espacio que cuestionaba la manera en que se construye valor en el arte y que nació como un acto revolucionario de solidaridad internacional”, explicó Berríos.
Para Paula Caballería, Coordinadora del área de Educación del MAVI, la muestra Wenu pelón es en sí una herramienta de mediación cultural, “puesto que el público no solo puede poner en cuestionamiento saberes adquiridos a través de la historia oficial, actuando cada elemento como un detonador de preguntas más que de respuestas, sino que se torna un espacio donde llegan saberes desde otras constelaciones que invitan a encontrar su origen en la cultura mapuche”. Ejemplo de ello es lo experimentado con las visitas de adultos mayores al MAS, según detalla Caballería, “quienes encuentran en esta exposición un espacio de representación a partir de saberes compartidos de la cultura indígena que les fueron traspasados por sus antepasados”.
Para Huichaqueo, Wenu Pelon y la obra presentada en la Bienal de Berlín refiere a un sentir espiritual, conceptual y político; entendiéndolan como una invitación a explorar nuevas formas de vida, de pensamiento y de entender el propio existir de los pueblos.
“Somos producto de una diáspora de migraciones, ya no hay herencia de territorios, yo no heredé ni un pedazo de tierra siendo que mi antepasado era rico, “ülmen”, rico en tierras, se perdía la vista en su territorio. Pero heredé otro tipo de territorio, el territorio de la cosmovisión y eso es más grande e invaluable y es terrible cuando eso se rompe producto de violencias y asimilaciones forzadas. En ese sentido vemos desde lo mapuche, que al pueblo de Chile también se le ha corrompido: así como al indígena le cortaron el pelo y prohibieron su lengua, al chileno también le rompieron su espíritu; entonces creo que eso tiene que subsanarse. Así como quiero curar la herida colonial, se nos tiene que curar esa herida también. Lo vi en octubre del 2019, cuando surge el levantamiento de los chilenos y chilenas. El mapuche retrocedió un poco. Aunque siempre ha sido primera línea, 500 años siendo primera línea. El mapuche dio el paso al lado solo por un rato, los chilenos tomaron la bandera mapuche, entonces eso también nos impactó, ¿qué pasó aquí? Reflexionamos: ya, que la usen. Le he preguntado a las personas por qué la usaron, y hay todo tipo de respuestas. Unos ven respeto, otros ven coherencia con la lucha por existir; otros, porque se sienten parte de la lucha de un pueblo. Para mí la gente tiene derecho a cultivar su espíritu personal y el de un país, y vieron en la bandera mapuche un escape, una luz en la oscuridad y la tomaron. Eso vi en las calles, en las tomas aéreas de Santiago, y a modo personal recordé mucho cuando voy a los grandes nguillatunes, ahí nuestra gente expande su espíritu y su oración al gran espíritu y de alguna manera eso es lo que percibí en octubre pasado y ahora en noviembre con la celebración del apruebo para una nueva constitución. Para mí fue, guardando las proporciones, como el gran nguillatun de los chilenos. No me deja de sorprender que fue representada con la bandera mapuche, wenufoye o medicina del cielo”, concluyó el académico.
Por Daniela Sanhueza (desde Alemania), Belén Pulgar y Gonzalo Medina (Chile).
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